AGUAVIVA DE LA VEGA

La ruta de este sábado 16 de noviembre nos va a llevar a Aguaviva de la Vega, a un paraje singular que Ángel, nuestro sherpa, ha denominado como la Capadocia soriana, y ya lo creo que tenemos “chimeneas de hadas”

Al llegar a las inmediaciones de Aguaviva nos está esperando nuestro compañero José Mª que se une a la comitiva. Vamos por las afueras del pueblo para aparcar frente a una arboleda,  junto a ella discurre un arroyo que viene bajando, con sus aguas encauzadas por una acequia, por una curiosa calle que hay al otro lado de la carretera.

Veinte senderistas desplegamos bastones, nos abrigamos bien y partimos hacia el oeste, hacia una fuente de cinco caños fechada en 1950, Aguaviva es un pequeño vergel nutrido por numerosas fuentes, antítesis del paisaje que la rodea.

Apenas dejamos el pueblo pasamos ante la ermita de San Roque y avanzando por la pista encontramos una de las formidables formaciones rocosas de piedra calcárea que nos han traído hasta aquí.

Este conjunto es conocido como Las Cuadrillas, quizá porque su disposición puede recordar las cuadrillas que se juntaban en los grandes eventos o aquellas cuadrillas de segadores que antes llegaban a los pueblos… en este caso formadas por moles de piedra caliza, personajes colosales esculpidos por la erosión. Sin duda el agua y el viento son los mejores artistas.

Nos desviamos hacia la izquierda para subir hasta el vértice geodésico de la Bullana, poco a poco la inicial escarcha se está transformando en nieve,  el paisaje es idílico y se oye un sorprendente sonido de flautas… concierto musical ejecutado por el viento y los bastones de Gema, que tienen agujeritos como las flautas y el viento los hace sonar como tales.

Como a mitad de la subida nos detenemos para reagruparnos,  y aprovechamos para fotografiar la hierba y las espigas cubiertas por la primera la nieve del año y con diminutas gotas de agua que se mantienen en precario equilibrio, así como los arbustos verdes y blancos.

Concluido el breve descanso continuamos el ascenso, llegando hasta una altitud de 1145, 84 m , y desde el vértice geodésico disfrutamos de unas vistas fantásticas del páramo que tenemos a los pies con algunas lomas, las tierras de labor y su tapiz de colores ya casi invernales, Aguaviva de la Vega, las formaciones calcáreas de Las Cuadrillas, las de Carravieja…

El descenso hay que realizarlo con prudencia, siempre es más peligroso que las subidas y en este caso con la nieve y piedras sueltas la dificultad es mayor, pero bajando con cuidado tampoco hay mayor problema.

Después del frío y viento de la Bullana se agradece el hecho de encontrar un lugar protegido y con algo de sol para sentarnos a almorzar.

Para el café hubo vasos nuevos, plegables y de acero inoxidable, se gestionó la compra de 30 unidades para facilitar que aquellos compañeros que lo consideren oportuno puedan adquirirlos. Hasta la fecha utilizamos vasitos desechables pero numerosas veces se había comentado la necesidad de sustituirlos por otros más ecológicos para frenar, en lo que podamos, el uso habitual de estos plásticos.

Puestos en marcha nuevamente, continuamos en descenso y aproximándonos a Carravieja, un mundo de piedra casi blanca y de formas increíbles, una de las dos moles a las que nos vamos aproximando parece la cabeza de un caballero de casco puntiagudo, y ya adentrándonos en este mundo fantástico hay una pareja de ancianos, una elegante menina, cabezas de simios…

En fin, dejando al margen las formas que a cada cual le van sugiriendo las piedras, que daría para escribir un divertido relato de fantasía, lo cierto es que es un lugar de una belleza impresionante.

En cuanto a tan singular topónimo Carravieja, hay otros con este “Carra”  como Carratiermes, buscando su significado resulta que Carr es una palabra de raíz celta asociada al transporte y los desplazamientos y que Carra significa camino. En los topónimos suele aparecer como palabra compuesta, así Carratiermes sería Camino de Tiermes y Carravieja, Camino viejo o Senda vieja.

Seguimos ruta y volvemos a ascender, tenemos una estupenda vista donde destaca particularmente una hilera de grandes setas pétreas para unos, moáis para otros.

Estamos en el paraje denominado Toronja, risco que parece un castillo con sus torres picudas, tiene incluso un óculo abierto, donde se sube Almudena y saluda a los del otro lado desde su trono, y allí se queda como una reina para la fotografía de grupo.

Vayamos ahora con las pequeñas vicisitudes del camino, este terreno además de calcáreo también es arcilloso y como nos ha ocurrido otras veces, conforme el sol va deshelando el suelo comienza nuestra pelea con el lodo, da la sensación de que las botas se van a quedar atrapadas  y se van cargando de un barro que pesa lo suyo y que hay que limpiar constantemente.

Pero no solo barro encontramos en el camino, de vez en cuando aparecía alguna seta de cardo en las sendas, circunstancia recibida con alborozo general.

No queda mucho para finalizar la ruta cuando vemos la ermita de la Virgen de la Vega, preciosa en medio de una gran llanura que en 2004 se vistió de gala y recibió multitud de visitantes para asistir a la celebración de una gran romería que no se repetirá hasta el año 2054.

A punto de concluir una ruta protagonizada por las piedras y minerales ya pensaba que me iba a ir sin hallar un mineral que vi por la zona hace años, lo recuerdo porque era muy curioso, se encontraban por doquier pedazos blancos, irregulares y casi todos astillados, como cortados a pico, posiblemente material sobrante de una antigua mina.

Aparecen casi al llegar al pueblo, entre la tierra sobresalen cortes de este mineral, un grupito nos detenemos para verlos e incluso elegir algún pedazo para llevarnos, ya en la carretera del pueblo nos encontramos con parte del grupo que ha subido a ver la bonita iglesia y el pueblo.

Hemos tenido una mañana perfecta, pero ya hay que dejar atrás las fantásticas formaciones rocosas, Aguaviva de la Vega… y poner rumbo a Soria.

Ana María Abajo

Ruta realizada por C.D. Soria paso a paso el 16/11/2019