Venta Nueva a Calatañazor por la Calzada romana. 10/02/2024

 

Este sábado, que nos ha amanecido tan desangelado, nos reunimos en el lugar de costumbre 15 senderistas dispuestos a afrontar el frío y quizá la lluvia que se prevé hacia al final de la ruta, de manera que vamos preparados con ropa de abrigo e impermeable.

El punto de encuentro e inicio de la ruta está situado en la estación de servicio del conocido complejo de la Venta Nueva, aquí se unen otros dos compañeros para iniciar nuestro itinerario por un tramo de la calzada romana y después continuar hasta el Castro de los Castejones y Calatañazor.

Hay toda una historia acerca de este tramo de la calzada, de la que solo conocía que estuvo a punto de desaparecer al construir la Autovía del Duero.

Ya desde la salida, hay paneles informativos sobre la calzada, me llaman la atención puesto que proponen un proceso constructivo de las vías romanas que no es el característico empedrado que siempre atribuimos a estas calzadas.

Motivo por el cual nadie se dio cuenta que una calzada atravesaba el tramo Venta Nueva-Santiuste de la Autovía A-11 y la habrían sepultado si la dirección de obra no hubiera convencido a las administraciones.

Durante dos décadas el burgalés Isaac Moreno, ingeniero de obras públicas, mantuvo que ese montículo de tierra con superficie de gravilla compacta, que atraviesa la provincia de Soria de este a oeste, era la vía entre las ciudades romanas de Augustobriga, Numancia y Uxama (Muro de Ágreda, Numancia y Osma). Siguiendo sus propuestas, las obras de la autovía se modificaron para salvar siete kilómetros de calzada romana, que ahora es una de las vías romanas mejor documentadas de Europa, donde se ha aprendido con detalle cómo las construían.

La calzada tiene un ancho de seis metros y medio y está flanqueada por dos grandes bordillos, entre ambos hay una cimentación de grandes piedras, capas de piedras de menor tamaño y la última consiste en un recubrimiento compuesto por zahorras o gravas finas que constituía el firme por el que se transitaba, es decir, la capa de rodadura.

Siendo el método de trabajo el siguiente: Un carro volcaba las piedras, las mulas las alisaban pasando un tablón, otro carro lo regaba todo con una cuba y luego pasaban el rodillo para compactarlo todo.

El enlosado que atribuimos a las calzadas sólo se utilizaría en las ciudades y sus accesos para evitar el polvo y el barro y facilitar la limpieza.

Sin duda que este sistema de gravillas compactadas parece más eficiente, la circulación sería mucho más segura y veloz que en un pavimento enlosado y evitaría entre otras cosas el excesivo traqueteo de los carros, dañar las pezuñas de unos caballos sin herraduras, incluso los resbalones que bien sabemos, por experiencia, el peligro que tiene el pisar sobre piedra, sobre todo si ésta está humedecida o pulida por el uso.

En 2022 inauguraron este tramo de la autovía, preservando la calzada descubierta, despejaron el terreno de arbolado, la explicaron con tres áreas de interpretación y quedó abierta a peatones y ciclistas. No hay mejor manera de conservar un camino, dice Moreno, que utilizarlo.

Fuentes: https://www.escapadarural.com/blog/calzada-romana-en-soria/ https://www.youtube.com/watch?v=sxrDaCpCL1E&t=21s

Cierto, no hay mejor manera de conservar un camino que utilizarlo y eso es lo que hemos hecho, aunque su recorrido no hace suponer que estemos sobre una calzada romana, ahí está.

De vez en cuando encontramos detalles como postes que marcan la dirección hacia Numancia y hacia Uxama, así como paneles informativos y un miliario que han colocado que lleva inscrita la distancia de 42 Millas.

El frío y el viento se hacen notar y cuesta más que otros días entrar en calor, hoy no nos desprendemos de ninguna capa de ropa, como mucho del gorro y guantes ya bien entrada la mañana. También cuesta algo más caminar sobre la tierra embarrada y los bastones que en un principio parecían innecesarios, ya que apenas hay desnivel, no vienen nada mal.

A pesar de estos pequeños inconvenientes el trayecto resulta agradable, aunque diseminadas, estamos rodeados de sabinas y bajo algunas se crea un precioso y mullido tapiz de un verde claro e intenso, entre ellas crecen aromáticas matas de tomillo, ambas están adaptadas al frío, a la falta de abrigo y a la aridez.

Hemos cruzado la carretera de Valladolid y, poco después, un túnel construido bajo la autovía para pasar al otro lado, poco más tarde volvemos a atravesar el entramado de vigas y columnas para salvar la autovía y como un kilómetro más adelante salimos al cruce de la carretera N-122 con carretera a Rioseco.

Al otro lado de la carretera se ubica un área de interpretación, cuya visita no hemos programado. Otra vez será, ningún medio sobra para ampliar información y comprender la importancia de lo que en Soria se ha investigado, puesto que puede cambiar y completar la red viaria romana de la que se tiene conocimiento.

Seguimos caminando por la calzada hasta casi llegar al desvío que nos llevará durante un trecho, paralelos a la carretera y a la vía romana por la que pasamos, hasta llegar a otra bifurcación que tomamos a la izquierda para dirigirnos al Cerro de la Horca, allí seguimos una indicación hacia el Castro de los Castejones, está solo a 80m, y es un asentamiento celtibero datado entre los siglos III y I a C, con una extensión de unas tres hectáreas.

Tras la visita continuamos en esta loma que nos sorprenderá mostrando la cara oeste de Calatañazor, enmarcado por el ramaje de las sabinas como una bella obra de arte que iremos contemplando y fotografiando hasta llegar al mirador que nos lo mostrará en todo su esplendor.

Vemos el lienzo de un paisaje medieval, en el que sólo desentona una nave agrícola en las tierras de labor, tapiz de pálidos verdes y marrones roto por el cerro roquedo sobre el que se levanta Calatañazor, inaccesible por obra de la naturaleza y por su muralla, ambas defienden el castillo en un extremo y la iglesia en el otro, entre ambos, casas medievales del color de la tierra. Este cuadro lo cierra un risco frente a la enrocada villa medieval formando un pequeño cañón que sobrevuelan los buitres y donde se adivina el paso del río Milanos.

A unos metros tenemos una pared rocosa, a cuyo resguardo almorzamos protegidos del viento mientras contemplamos esta maravilla. El grupo ya conocía el mirador, pero la panorámica que se disfruta no cansa.

Descendemos de este nido de azores hasta el desvío del Castro de los Castejones y marchamos en dirección contraria, viendo cada vez más próxima la cara sur del altozano de Calatañazor, antes de llegar hemos de pasar por la fuente y el antiguo lavadero, un agradable rincón que también conocíamos.

A un lado de la senda que lleva hasta el pueblo se puede ver un molino restaurado, a la orilla del río Milanos. Recorremos la mencionada senda a la vera de la muralla hasta llegar a un enterramiento medieval, conjunto de tres tumbas antropomorfas labradas en la roca caliza.

Entramos por la “puerta de atrás” en la histórica Villa de Calatañazor, donde Almanzor perdió el tambor, pronto nos sorprende una placa conmemorativa que da cuenta de una peculiar santificación: “En 1965, San Orson Welles rodó en esta villa de Calatañazor la película ‘Campanadas a Medianoche’. A.M.D.G.”

Es un placer recorrer las calles de uno de los pueblos medievales mejor conservados; con sus casas de chimeneas cónicas, adobe bermejo como la tierra y madera de enebro o sabina, casi todas están restauradas sin perder su esencia medieval. En la amplia plaza se yergue el rollo de justicia y bajando por la calle principal encontramos Ntra. Sra. del Castillo que alberga un museo, es gótica con elementos románicos como su portada. Abandonamos la población pasando junto a La Soledad, ermita románica de preciosos canecillos.

La idea era continuar la ruta cruzando el Milanos, pero no es posible por la cantidad de caudal que lleva estos días, con lo cual hemos de ir por la carretera de Vadillo durante un trecho, continuar junto a unas tierras de labor y al llegar al desvío, marchar por la senda de la derecha y, otra vez entre sabinas, llegaremos de nuevo al camino y a la calzada romana.

Las sabinas son parte esencial de estas tierras, las hemos ido viendo durante toda la ruta, anunciando con su presencia el Sabinar de Calatañazor, incluido en la Red de Espacios Naturales de Castilla y León, este bosque contiene una de las escasas masas de sabinas albares de porte arbóreo y gran altura, con ejemplares que alcanzan los catorce metros de altura, más de cinco de perímetro y cerca de dos mil años de existencia. Es uno de los bosques de sabinas mejor conservados del planeta y con mayor masa forestal.

Seguimos la vía romana hasta llegar a la Venta Nueva, acontecimiento que celebramos, puesto que la previsión del tiempo se ha cumplido y la lluvia y granizo aconsejan un buen refrigerio bajo techo. Antes guardamos las mochilas húmedas y bastones, botas y polainas embarradas en los coches, algunos están justo a la entrada del restaurante, de manera que enseguida estamos dentro, con Ángel apuntando la lista de lo que vamos a tomar.

Concluimos nuestra ruta gozando también de unos torreznos riquísimos, detallazo que ha tenido con el grupo Pedro, que lleva el establecimiento, y que agradecemos un montón.

Ana María Abajo

Ruta de Soria paso a paso.

 

 

 

 

4 Comments so far:

  1. Gracias Ana, sencillo y superinteresante como siempre, añadiendo fuentes consultadas como debe ser. Vistas geniales de Calatañazor

  2. Leyendo tu relato, he recorrido alguno de vuestros pasos por la ruta, parajes y paisajes que en esa ocasión no pude compartir con el grupo,
    Muchas gracias Ana!!!

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Posted by: soriapasoapaso on