Del Puerto de Sta. Inés a Viniegra de Arriba. Cuando la montaña explota en color. 31 de mayo de 2025.
Podemos sentir la proximidad del verano y en estas circunstancias climatológicos nuestros sherpas planifican subir a la montaña escogiéndose de nuevo al punto de nieve de Sta. Inés como lugar de partida, pero hoy se llega aquí en un minibús que conduce Sara, aunque Jose Antonio, Elisabel y Reme se las componen con coches.
Cogemos la pista que sube hacia el alto de los tres mojones de forma que el esfuerzo nos ayuda a coger ritmo porque hoy no necesitamos entrar en calor, mas bien nos sobra ya desde el primer momento.
En la cima de los tres mojones nos alivia el acaloramiento una brisa fresca y aquí, junto a la torre de vigilancia y el refugio perdemos el ritmo porque paramos y damos un giro de 90 º sobre nuestros pies para admirar un mar de montañas con una cubierta primaveral bajo un azul intenso del cielo cuando miramos hacia la Rioja y cuando lo hacemos hacia la vertiente Soriana, nos concentramos en distinguir los farallones de la laguna negra que delimitan la senda mala también y el Zurraquín.
Sin embargo, el ambiente está pesado y difuminado por un poco de calima. Seguimos la senda unos metros más y poco después la dejamos desviándonos hacia la derecha para adentrarnos en verdes praderas donde sobreviven como pueden unos aberrantes pinos silvestres, en estos momentos al sol lo contrarresta de nuevo la refrescante brisa montañera.
El ganado vacuno pasta y descansa entre las montañas que son hoy superficies verdes llenas de hierva fresca que nos sirve también de alfombra a los senderistas hasta llegar al filo del cordal desde donde nos precipitamos por la ladera de la montaña hasta el fondo del barranco.
Apreciamos el fuerte aroma de las aliagas recién floridas mientras bajamos y sentimos también sus pinchos en nuestras piernas, al amarillo de estas espinosas se añaden los blancos y malvas de los brezos El final del barranco es el “arroyo de la majada de Lacebo o del acebo”cuyo curso vamos a ir siguiendo hasta ver una casa suspendida en la ladera opuesta de la montaña que suponemos pueda ser la majada que da nombre al arroyo, pero más bien se asemeja a un refugio.
Frente a ella, al oro lado del riachuelo que se escucha al fondo de la sima nos suspendemos también en la pendiente para tomar nuestro almuerzo bajo una sombra en un suelo boscoso mullido y húmedo y aunque echamos de menos nuestra bebida energética favorita que es el vinito de Agnelo, disfrutamos de este momento de relax, conversación y de fortalecimiento para seguir ruta.
El arroyo que seguimos acaba desembocando en otro mayor que es el Ormazal al que debemos de seguir también para llega a Viniegra de Arriba. Vamos por parajes agrestes constreñidos entre montañas, habiendo que vadear el río varias veces y para hacer honor a la tradición cada vez que pasamos por aquí, algún pasopasero va al río.
El valle estrecho por el que caminamos se va ensanchando y en cuanto se amplía el espacio, empiezan a aparecer las praderas llenas de flores, predomina le amarillo como el del diente de león, el blanco lo aportan enormes margaritas y flores de los arbustos y el morado los brezos o florecillas que pensamos que son violetas, pero son pringosillas en las que los insectos quedan atrapados. La gente no puede evitar el tumbarse y hacerse una foto rodeados de bonitas flores.

Las laderas montañeras están cubiertas por diferentes tonos de verde: el oscuro que lo da el pino y el verde claro lo da las hojas recién nacidas de los robles. A nuestro paso entre brezos y matorrales levantamos nubes de polen haciendo estas circunstancias que los alérgicos tengan alguna incomodidad. Ya cerca del pueblo vemos a espinos y majuelos con una gran floración y a los servales que no los reconocemos con sus flores blancas algodonosas.
El tramo final del arroyo tiene cómodas pasarelas y descansamos del calor a la sombra de grandes nogales, siendo uno de los gentilicios de esta zona el de “noguerones” precisamente por la cantidad de nogales que hay.
Ya en Viniegra de Arriba vamos directos a la Fuente de los tres caños a reponer el agua de nuestras cantimploras y a comer en la terraza del bar de la plaza bajo una curiosa torre de metal que contrasta con la piedra que es lo característico de todas las construcciones, cuyo reloj tiene también un sonido metálico que nos sorprende y asusta en un par de ocasiones al dar las tres de la tarde mientras comemos nuestros bocatas con una fresca cerveza.
Nuestro plan después de comer es visitar este pueblo serrano que tiene la distinción de uno de los pueblos más bonitos de España ya que conserva su arquitectura popular de piedra tanto en edificaciones como en sus calles que tienen empedrado antiguo y desgastado con una canalización central para conducir el agua y con agarraderos en las cuestas para cuando haya nieve o hielo.
Nos acercamos a la iglesia de la Asunción que tiene un bonito pórtico en su lateral. A su lado se encuentra un frontón antiguo y enfrente, al otro lado de la carretera la ermita de la Magdalena. Un sagrado corazón sobre una roca domina nuestro paseo por estrechas callejuelas, viendo cuidados rincones, grandes caserones antiguos conservados en su parte exterior, casas que combinan la tradicional estética a las que les han dado un aire moderno y las totalmente nuevas.
El agua es un elemento abundante en este lugar, un arroyo atraviesa el pueblo y hay varias fuentes por sus calles. El ganado vuelve solo a su cuadra cuando nos montamos de nuevo en el autobús y abandonamos la comarca de las siete villas subiendo hacia el puerto de Montenegro de cameros por una carretera con curvas pronunciadas entre montañas por la que Sara conduce de forma prudente y tranquila.
Se hace una visita a Villoslada de Cameros que iniciamos con el centro de interpretación de la sierra de cebollera y de aquí nos dirigimos al Puente Grande que data del siglo XVI y que con el apogeo de la Mesta fue uno de los «afluentes» de la Cañada Real Soriana. El puente se encuentra junto a la plaza del Espolón, a la entrada de Villoslada, y al otro lado se encuentra el ayuntamiento, donde destaca el balcón en esquina de influencia extremeña.
Subimos por sus calles observando sus caserones en piedra, uno de ellos está lleno de vida y risas cuando pasamos porque es un restaurante famoso de la zona, otra casa enorme con zaguán que está en el callejón de la panadería conserva la fisonomía antigua con entramados de madera y se puede sentir hasta el olor de las viejas calles. Se nota la pasión por La Virgen de Lomos de Orios ya que la mayoría de las fachadas tienen una pintura con su imagen. Acabamos en el culmen del pueblo entrando en la Iglesia Parroquial que es la de Sta. María del Sagrario y donde, haciendo honor a su nombre, hay un gran sagrario en su retablo barroco. Leemos la información de los paneles la peculiaridad de que en semana santa este gran altar se oculta bajo la “sarga”, una gran tela antigua creada para el fin de cubrir el gran altar en señal de duelo ante la muerte de Cristo
Rematamos la tarde tomando una cervecita antes de montar de nuevo en el minibús para volver a casa habiendo disfrutado una vez más de una jornada estupenda combinando el senderismo, la visita turística, la conversación y el compañerismo.
Emi