Manantiales de Valonsadero. 3 de febrero de 2024.

 

De una ruta con “gran encanto fluvial por la serranía de Cuenca” como titula nuestro querido Agnelo a la ruta del sábado pasado a otra en la que se conserva el encanto fluvial pero la tenemos muy cerca de casa ya que hoy, día de San Blas, caminamos por el Monte Valonsadero: 2.800 hectáreas declaradas zona natural de esparcimiento desde 2005 en las que el pueblo Soriano disfruta de grandes momentos de ocio y de los acontecimientos más emblemáticos de sus fiestas sanjuaneras. Se conserva el encanto fluvial en esta ruta porque nuestros pasos se van a ir dirigiendo de manantial en manantial, aclarando que, aunque se les llama fuentes, no lo son, porque como pudimos observar todos ellos tienen el cartel de agua no potable, son surgencias estacionales de aguas.

Una de las ventajas de estar cerca de casa es que no necesitamos madrugar y esto es importante sobre todo cuando tenemos una temperatura de -4º a las 8.45h en el parking de la casa del guarda de Valonsadero y el escarchazo es formidable, a pesar de todo la mañana promete ser templada y esperamos, una vez superado el frío, disfrutar del sol en el umbral de febrero.

Mientras nos pertrechamos para iniciar la caminata, tenemos frente a nosotros una gran escultura sobre una roca cuyo nombre es “Toro aúero” y cuyo autor es Nedim Dzananovic y si nos volvemos hacia el oeste vemos al Picofrentes, entendiendo a la perfección desde esta perspectiva por qué se dice que es el guardián de Valonsadero.

Pisamos el campo escarchado atravesando el recinto de la casa del guarda y entre empalizadas ganaderas subimos a una pequeña loma donde nos paramos para mirar hacia atrás y admirar de nuevo nuestra montaña favorita que sobresale entre la bruma baja y contrasta con el cielo azul. Sentimos mucho frío mientras avanzamos por el paraje congelado, blanquecino y con el sol de frente creándose un deslumbre que apenas nos deja ver, pero enseguida llegamos al primero de los acuíferos que es la Fuente de la Zorra de aguas ferruginosas, con dos caños y con la imagen del animal que le da nombre tallado en piedra arenisca.

Seguimos camino por la cañada de Valdecaballos donde el hielo y la escarcha quedan resguardadas del sol invernal por lo que la sensación de frío es mayor y aquí encontramos la fuente con el mismo nombre escoltada por una gran herradura de hierro y compuesta por una talla también en arenisca blanca de la cabeza de un caballo; grandes robles y roquedos conforman la vaguada y cuando aparece un gran agujero en una roca allá va Ricardo a inspeccionar en su interior. Salimos de la hondonada subiendo  al cerro de los castillejos y mientras lo hacemos el sol nos da directamente en los ojos pero pensamos que  estamos encantados de encontrarnos con él .En lo alto de los castillejos  y  mientras nos empezamos a calentar bajo el tímido sol hacemos un giro de 180º por toda la provincia soriana: Desde las principales cumbres de Urbión y Cebollera que no tienen  nieve en sus crestas, pasando por la Carcaña ,el Tiñoso  y más al fondo el Moncayo también sin imagen blanca, ya en el Sur San Marcos y Sta. Ana con sus antenas  y en el oeste el murallón del Pico Frentes pero los pasopaseros también nos fijamos en los farallones que siguen al Picofrentes donde somos capaces de distinguir un pequeño punto que es una encina solitaria donde estuvimos en una de nuestras rutas; al paisaje se añaden las neblinas y emanaciones de chimeneas que se hacen visibles en el ambiente frío. Reconfortados por el ligero calor del sol comenzamos a caminar por una gran vega ganadera donde el suelo ya está más descongelado y blando y donde se encuentran rocas talladas de forma curiosa que se llaman “tafonis” como nos explica María: tiene forma en nido de abeja y son cavidades semiesféricas de diferentes tamaños y profundidad que se producen por erosión de las areniscas en sus partes más débiles.

Cambiamos de paisaje adentrándonos en el pinarcillo siguiendo nuestro paseo con ambiente más templado, protegidos por los pinos hasta llegar al extremo del bosque junto al tableros Losan donde se encuentra el siguiente acuífero que es el del cubillo que fue reconstruido en 2012 y que como las anteriores tiene relieve en arenisca, aquí se representa las hojas del roble rebollo con las bellotas. Atravesamos otra zona ganadera donde vemos vacas al lado de un pequeño lago y cerca de sus establos para llegar a la fuente de la Tejera con su nombre tallado también y su tejadillo protegiendo el caño labrado en forma de cabeza de serpiente, poco más allá entre la maleza se puede distinguir un abrevadero de piedra.

En estos momentos ya estamos pensando en nuestros bocadillos y Gema hace un rato ya que se ha comido su magdalena/tentempié por lo que atravesamos una gran esplanada con toros y vacas hasta llegar a una zona de grandes rocas donde además del almuerzo al sol sobre una de ellas, disfrutamos ya de otro de los atractivos de este monte que son sus pinturas rupestres: El covacho del cubillo fue usado como refugio de pastores por lo que está negro de humo pero aún se puede distinguir figuras en rojo  a lo que nos ayuda el cartel explicativo. En camino de nuevo pasamos por el abrigo del cubillero que es otro cobijo donde quedan pocos restos de pinturas rupestres que se realizaban con pigmentos de color rojizo, extraídos de las rocas del entorno de Valonsadero, ricas en pigmento ferruginoso. Están reconocidas desde 1994 como Bien de Interés Cultural, con categoría de Zona Arqueológica.

Una de las fuentes más famosas de Valonsadero es la de la cueva de la gallina que no tiene caño porque mana por la roca y se deposita en una poza del suelo, en este paraje paramos un momento en buena conversación.

Ya con el sol alto y con una maravillosa mañana como habíamos previsto, caminamos por senderos entre rebollos y quejigos desabrigados y grises, al poco salimos de la vía para juntarnos al Pedrajas caminando por sus embarradas laderas para llegar a la fuente del oro que al parecer es la principal de todas y su nombre es debido a la calidad de su agua. Lo mejor de esta fuente es su historia ya que como todos los pasopaseros sabemos fue construida por nuestro añorado Julián y su abuelo.

A lo lejos vemos la casa de la ciudad mientras llegamos al puente del canto con su fuente que es un pozo con piedras de sillería y aquí descubrimos el único árbol con follaje en nuestro invernal recorrido que es una gran encina  acoplada entre puente y río; el entorno al lado del agua es el de una verde pradera que atravesamos para llegar a  la fuente del hierro que es la más reciente y la más vanguardista de todas ellas ya que la escultura en hierro representa un símbolo de rituales como los que se han encontrado en unos de los abrigos de pinturas rupestres.

Ya es mediodía y los sorianos han invadido Valonsadero en esta mañana cálida en mitad del frío invierno: el parque está lleno de niños mientras que en las mesas de la terraza del bar no faltan las cervecillas, vinos y torreznillos todo ello envuelto en un agradable olor a brasa por lo que no queda más remedio que unirnos a estos placeres buscando un amplio sitio en la terraza para hacer nuestra celebración de fin de ruta.

Valonsadero es el monte más disfrutado y querido por los Sorianos por un lado nos ofrece ocio, sosiego y esparcimiento como lo que hemos sentido esta mañana recorriéndolo en buena compañía, pero en unos meses, cuando llegue la primavera, lo disfrutaremos de una forma muy diferente con fiesta, vino y alegría.

 

Emi

3 Comments so far:

  1. Un placer leer tu relato, y poder volver con él a Valonsadero y recorrer sus fuentes, muchísimas gracias Emi!!!

  2. Comparto el comentario de Gemma: Valonsadero siempre es un valor seguro para disfrutar de la naturaleza, su simbolismo y, sobre todo, la lectura del relato que del mismo hace Emi. Un placer leerlo

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Posted by: soriapasoapaso on