PARQUE NATURAL DEL MONCAYO. CIMA DE SAN MIGUEL Y CABEZA DE LA MATA.
Allá en el Sistema Ibérico Español existe una gran cumbre, uno de los picos mas relevantes de la península ibérica que se alza solitario en la frontera entre Castilla y Aragón. Son 2.314,30 m de altitud sobre los 487m a los que se encuentra el valle del Ebro y la planicie Castellana. Desde nuestra Soria avistamos al Moncayo desde todos los puntos cardinales, sobresaliendo sobretodo su figura cuando el macizo está cubierto de nieve y parece un gran oso blanco tumbado.
“He de subir al Moncayo”, dice la banda sonora de nuestro video de esta última ruta fuera de programa de nuestro club, y este era realmente el pensamiento de varios pasopaseros; otros compañeros ya conocían este pico de sobra y algún otro directamente no quiere ni oír hablar de subir a él. Sentimientos encontrados y contradictorias reflexiones nos rondaron por la cabeza varios días antes de enfrentarnos a esta cima, concluyendo finalmente que, sin miedo pero con mucho respeto y sabiendo que vamos guiados y acompañados por expertos senderistas, vamos a intentar echarle un pulso al cielo.
Hoy vamos a realizar dos rutas una desde el santuario, que sube al Moncayo (2.314,30 m) y la otra desde la fuente del Sacristán, que subirá a Cabeza de la Mata (1.438 m)
Desde la gasolinera de Agreda partimos hacia Vozmediano que es uno de los pueblos de Tierra de Agreda, pero lo pasamos de largo porque seguimos carretera adentrándonos en la vecina provincia de Zaragoza desde donde vamos a abordar a la gran montaña; vamos a ver Vozmediano con su castillo del S.XV desde las alturas. Nuestra ruta parte del Santuario del Moncayo, en pleno corazón del Parque Natural del mismo nombre, que confiere protección medioambiental a la vertiente norte de la serranía. El santuario es un gran edifico compuesto de una iglesia y dos casas, resguardado por la gran mole del cucharón; su origen es desconocido y hoy es una hospedería y restaurante. Un corto y empinado camino nos ha conducido aquí desde el aparcamiento y mientras subimos por él, ya empezamos a disfrutar de asombrosas vistas sobre el valle del Ebro, difuminados por la calima distinguimos pueblos como Sta. Cruz del Moncayo o San Martín de la Virgen del Moncayo. En el santuario ya estamos a 1620 m de altitud.
Entramos en un bosque compuesto de pinos principalmente donde el camino es ascendente, pero se lleva bien, caminamos sin prisa, pero sin pausa disfrutando del frescor de la sombra. Abandonamos el bosque de forma repentina para salir a la gran hoya de S. Miguel o Cucharón. Los hielos cuaternarios también esculpieron estas impresionantes hondonadas; ésta no es la única, hay otras dos, llamadas “S. Gaudosio” y “Morca” y tras una pequeña parada en la que ya se nos explica que ahora es cuando viene el tramo fuerte, emprendemos la subida por la ladera oriental del gran circo, para coronarlo.
Estacas van marcando el camino que es pedregoso y complicado y a medida que vamos ascendiendo son los mojones de piedras los que guían los pasos; otra característica del sendero es que es zigzagueante para suavizar la pendiente y estrecho; hemos comenzado un interminable y tedioso ascenso del que ya no nos podemos volver atrás .Las paradas son obligadas ya que el cuerpo y sobretodo el corazón lo pide, pero el paisaje que nos rodea bien merece esas pausas en las que respiramos hondo mientras nuestra vista se deleita y nuestro corazón desbocado se va tranquilizando. Los que hacemos la ruta por primera vez nos llegamos a asustar porque nunca habíamos hecho una subida tan exigente y las sensaciones son intensas, también nos asombra la cantidad de gente que sube y baja la montaña, incluso corriendo.
Cuanta menos distancia nos queda para llegar a la cima, más vertical se va haciendo la ladera, o eso nos parece, por lo que el tramo final es tan extenuante como feliz la llegada al” collado de las piedras” con vítores y aplausos de ánimo de los campeones que ya han coronado; desde aquí vemos la cumbre a la que nos dirigimos y el camino que nos queda por recorrer nos parece
una bendición, asique después de abrigarnos con cortavientos, cimeamos el cerro de San Juan para llegar a nuestro objetivo “S. Miguel”.
La Sierra del Moncayo tiene varias cumbres a parte de la de S. Miguel como La Lobera, S. Juan, Peña Negrilla y Peña Negra y el macizo se extiende hacia el sudeste con otras cumbres menores como la Sierra de Toranzo y la del Tablado; su cresta ancha invita a dar un paseo de 180º para avistar una panorámica en miniatura que va desde Aragón a Navarra, La Rioja y finalmente la meseta Castellana.
La Virgen del Pilar preside la parte aragonesa en un pequeño pedestal y nos fotografiamos junto al vértice geodésico de primer orden Nº 35207; como todas las montañas importantes El Moncayo tiene su buzón de cumbres repleto de ofrendas montañeras. Debido a su altitud y situación este impresionante monte intercepta las borrascas atlánticas por lo que nieblas, nubes y aire chocan contra él y lo convierten en un territorio peligroso en determinadas épocas del año, así, para refugio de los más valientes se han construido guaridas de piedras y una de ellas nos sirve de improvisado comedor para tomar el almuerzo y descansar.
Nos empezamos a descolgar de la montaña por la vertiente Soriana, el terreno que pisamos siguen siendo lajas cortantes, piedras y losas que van formando otro serpenteante y peligroso camino en el que hay gran riesgo de deslizamiento por lo que bajamos con mucho cuidado y siempre ayudados por nuestros ya inseparables bastones. Frente a nosotros en la bajada, Peña Negrilla.
La base de la montaña es una pradera con ropaje veraniego de vegetación corta y espinosa entre la que encontramos otro caminillo que vamos siguiendo girando poco a poco a la derecha y tras mirar atrás y despedirnos de la impresionante montaña atravesamos un bosque y salimos a otra ladera de nuevo, donde pasamos un buen rato caminando por un sendero pétreo otra vez, que se encuentra colgado en un gran canchal. En un pequeño cercado de piedras se conserva alguna chapa que parece ser resto de algún avión accidentado pero lo que más impresiona en este momento es la extensísima vaguada que tenemos a los pies de la mole por la que ahora caminamos, viendo claramente los pueblos Sorianos incrustados en la llanura castellana; también pasamos por peña nariz, un mirador que avanza sobre la montaña y nos acerca más al abismo y donde solo los senderistas intrépidos se atreven a llegar.
Nuestras piernas ya van pidiendo auxilio cuando nuestros pies se relajan al pisar de nuevo sobre suelo blando boscoso, el tramo final de la ruta es nuevamente fresquito porque entre pinos y hayas llegamos al parking nuevamente.
Pero la Serranía del Moncayo es mucho más que los dos miles ya que en el parque natural del Moncayo localizado en su parte norte existen cuidados bosques de hayas, pinos, acebos y robles, su orografía, el colorido y el ambiente cambian según la época del año y la altitud, además es una zona de grandes contrastes culturales y etnográficos: monte sagrado para los celtíberos, cuna de deidades para los Romanos y de leyendas medievales, inspiración para escritores y poetas.
Otro grupo de siete senderistas, que no se sienten con ánimo, fuerzas o su estado físico no les permite afrontar la subida al pico del Moncayo, con una exigencia de IBP 98 HKG, 778 metros de desnivel en 9.61 km de recorrido, nos adentramos en una de baja exigencia (IBP 31 HKG. 257 metros de desnivel acumulado y 7.8 km de recorrido), ruta que discurre mayoritariamente por pistas cubiertas de bosque de hayas, pinos y acebos, que proporcionan una sombra y frescor muy apreciados en esta época del año.
Este parque natural ya en Aragón, pero rayano con nuestra provincia al estar ubicado en la cara norte del Moncayo atesora numerosas rutas, fuentes, arroyos y parajes que lo hacen muy atractivo para muestra actividad senderista.
Hoy este reducido grupo, paseamos desde el paraje de La Fuente del Sacristán por unas pistas y senderos protegidos por el bosque y cruzando riachuelos cómo el barranco del pedregal o el de la Nevera, que nos deleitan con sus musgos, pedregales y agua muy fría y poco a poco vamos subiendo a un collado y en este punto dos compañeras, deciden espera a que bájenos ya que su estado físico les recomienda prudencia.
Iniciamos el ascenso al Cabezo de la Mata (1.438 m) de un montículo que sobresale de su entorno, elevándose unos 100 metros sobre el collado y unos 300 o 400 metros sobre los barrancos y su zona norte, siendo una atalaya que delita la vista. La subida de estos últimos 100 metros en medio kilometro de distancia precisa de soltar bastones y hacer seudo escalada, pero, uno tras otro vamos saltando los escalones que en el angosto sendero se nos cruzan, y la cumbre nos llena de satisfacción, el día muy bueno, y limpio que nos permite ver el horizonte e intentamos distinguir a nuestros compañeros que han decidido subir al Moncayo, pero se distingue alguna camiseta de colores llamativos en el entorno de Santuario, pero nada concreto.
Aprovechamos esta maravillosa perspectiva para desayunar y recrearnos, (hoy no tenemos prisa, nuestra tarea es corta y esperamos a los compañeros que tienen tajo), ya en la bajada con mucha precaución vamos por el sendero hasta la fuente de los Frailes, lugar muy frecuentado con ciclistas y aparcamiento. Desde allí coincidiendo con la carretera paseamos como un kilómetro con trafico importante para este tipo camino. Con precaución vamos bajando y nos paran unos guardas forestales, que pensaban que nos habíamos perdido, ya que “la Senda del Hayedo de Peñarroya está más al Norte” (sendero habitual por la zona) hablamos con ellos y al enseñarles los Track de Wikiloc y nuestro conocimiento de la ubicación se despidieron muy amablemente.
Ya dejando la carretera y por un sendero muy transitado bajamos por una fuerte pendiente directamente a la Fuente del Sacristán donde hemos aparcado, paraje muy acondicionado para disfrutar de la montaña, con amplio aparcamiento, un refugio y un arroyo de aguas muy frías, donde nos refrescamos los pies, ¡¡¡está helada!!!!!!.
Terminada la ruta aprovechamos para ir al restaurante de Agramonte, donde hemos reservado para comer, un lugar en pleno parque natural, a unos dos kilómetros de donde hemos iniciado la ruta y donde disfrutamos de charla y compañía mientras el resto de compañeros acababan su tarea, que llegan puntualmente a las 15 horas, justo cuando Ángel ha dicho al señor tabernero, que llegaríamos. ¡Un lujo este Ángel en cuanto precisión y programación!
Nos contamos nuestras experiencias y en el restaurante nos reservan una sala para nosotros en mesas de no más de seis comensales y con la ventilación adecuada.
Satisfacción, mucha satisfacción se percibe en los que han coronado el Moncayo, cansancio también, y los que no hemos subido disfrutamos de nuestro paseo compañía y sus comentarios.
Un día para recordar y un día para celebrar con una estupenda comida, que ya teníamos ganas de hacerlo, unos a la cumbre, otros por la falda, no importa por dónde vayamos y qué territorios recorramos lo principal es seguir juntos dando vida y continuidad a este club senderista que es fuente de salud y buenas relaciones.
Hemos visitado a la Reina, después subimos hasta el Rey, solo nos quedaba echar el guante al ladrón. ¡Misión cumplida!
Soria, 10 de julio de 2021
Emi.