LOS BOSQUES DE PUENTE RA. 15/11/25

Tal y como describió Ana el pasado sábado, y como evidencian las magníficas fotografías tomadas durante la ruta en la zona del Moncayo, el espectáculo otoñal está llegando a su fin. También en la cara norte de la sierra de Cebollera las hayas se muestran desnudas y descarnadas aguardando y confiando en que empiecen a caer las primeras nieves en el territorio del Arroyo de Puente Ra y entonces será cuando campo, bosque y agua se fundan creando una representación invernal perfecta.

 

Hoy hemos tenido la oportunidad de nuevo de recorrer y deleitarnos con la belleza del entorno de Puente Ra cuyo hayedo permanece camuflado bajo la protección de un denso pinar. La existencia de este bosque de hayas se remonta al periodo posterior al auge de la trashumancia, que durante años fue la actividad económica más relevante en la comarca de Cameros. Así lo indica el cartel informativo que encontramos en uno de los laterales del camino, aportando contexto histórico al paisaje que contemplamos.

 

Partimos desde Soria siguiendo la carretera N-111, mientras que Lolo y Marian realizan el recorrido en sentido inverso desde Logroño, para encontrarnos a los pies de la ermita de la Virgen de Lomos de Orios. Al llegar, lo primero que capta nuestra atención es el sonido del agua, que nos transmite una sensación de relajación, tal como comenta Charo.

El recorrido comienza por un sendero amplio que asciende de forma continua. A nuestra derecha, un hondo barranco cobija el arroyo en su fondo, creando el entorno ideal para el crecimiento de las hayas cuyas hojas caídas forman una alfombra en el suelo de la que sobresale el verde intenso del musgo, que prospera también gracias a la humedad del ambiente. Entre la espesura de las laderas resaltan hoy, por ser verdes, escuálidos acebos que han osado crecer a la sombra de los grandes árboles y que apenas han alcanzado un adecuado desarrollo debido a la competencia por la luz y el espacio.

 

El gris de las ramas desnudas de las hayas se mimetiza con el cielo encapotado creando una atmósfera singular sin la cúpula vegetal tan característica en otras estaciones. A pesar de este ambiente sombrío, la temperatura resulta muy agradable. Caminamos a contracorriente siguiendo el curso del arroyo y pronto llegamos a la cascada más abundante de la zona, que desciende de manera escalonada por el cauce, al que accedemos por un camino trazado para tal fin y donde disfrutamos del tronar del agua y hacemos buenas fotografías.

El sendero nos conduce finalmente hasta un puente que atraviesa el río. Al llegar, algunos de nosotros no podemos evitar rememorar aquellos tiempos en los que el puente era apenas una estructura rudimentaria formada por cuatro troncos y unas tablas. En una ocasión, lo hallamos cubierto de escarcha, lo que añadió emoción a aquella excursión.

 

Al cruzar el puente, la sensación es la de adentrarse en un bosque de cuento. El suelo aparece cubierto por un extenso manto marrón de hojarasca, mientras que los roquedales muestran una gruesa capa de musgo que les da un aspecto mágico y acogedor. El arroyo, siempre presente, continúa acompañándonos con su sonido relajante, saltando obstáculos y formando pequeñas pozas de vez en cuando.

Tenemos que subir la ladera del bosque de cuento y lo hacemos siguiendo un sendero estrecho, pero claramente marcado por hitos que nos sirven de guía. El suelo, cubierto de hojas húmedas y salpicado de raíces y maderas, resulta resbaladizo, por lo que avanzamos con precaución para evitar tropiezos y caídas.

A medida que el bosque de hayas comienza a abrirse, aparecen los pinos y nos internamos en el paraje conocido como “La Majada de las Disecadas” donde descubrimos vestigios de antiguos corrales ganaderos, diseminados entre una magnífica pradera que da testimonio de la historia pastoril de la zona. Sin embargo, lo que más llama nuestra atención en este tramo son dos acebos de gran porte y aspecto saludable:  lucen fajas inferiores tupidas y una abundante cantidad de frutos rojos en sus copas densas, que aportan luminosidad al árbol.

Al dejar atrás la protección del bosque, notamos cómo el aire de la montaña sopla con más fuerza y se vuelve fresco, lo que nos obliga a sacar gorros y prendas de abrigo de nuestras mochilas. Por el mismo motivo, optamos por realizar una parada breve para almorzar, sentándonos en un roquedal y disfrutando de un merecido descanso, respirando y sintiendo el aire montañero.

 

Con el estómago lleno, retomamos el ascenso y pronto alcanzamos la pista, muy cerca de una pequeña cascada que brinca cerca del camino y que también nos trae a la memoria recuerdos de excursiones pasadas.

Bajo la atenta presencia del Santosonario y el Pico de las Antenas, que tanto aprecia José Antonio, continuamos nuestro recorrido por el tramo de pista. Sin embargo, en esta ocasión no podemos contemplar sus siluetas ya que una gruesa capa de nubes los cubre por completo asique nos deleitamos observando y fotografiando los acebos que, a modo de museo natural, jalonan la orilla del camino. Los pinos siguen dominando el entorno y muchos de ellos aparecen recubiertos por líquenes en troncos y ramas.

 

Durante el trayecto de bajada vemos depósitos de agua destinados al almacenaje para incendios o al abastecimiento para el ganado, a la vez que atractivas vistas que se abren ante nosotros siguiendo el recorrido de los grandes cortafuegos que son como brechas en la montaña. Un grupo de caballos percherones se cruza en nuestro camino a la vez que un gran trasiego de personas por la pista hace patente la cercanía de la ermita.

Con paso decidido, nos dirigimos hacia el templo de la Virgen de los Lomos de Orios que es muy venerada no solo en cameros si no también en la zona pinariega ya que está estrechamente vinculada a la tradición ganadera. La ermita es de estilo barroco y data del siglo XVII, alberga una talla de la virgen de origen románico, fechada entre los siglos XIII y XIV.

El santo lugar está rodeado de verdes praderas ganaderas, fresnos y olmos de gran tamaño, aquí se sitúa también la conocida “fuente chilena”, donada por los Cameranos que emigraron a Chile y una figura antropomorfa tallada en roca, de la que siempre hemos pensado que era una tumba antigua, aunque en realidad es una obra artística realizada por Panem Perera en el marco del proyecto de esculturas Tierras Altas de Lomas de Oro.

El descenso hacia el lugar donde están aparcados los coches transcurre por un sendero corto y disfrutón, aún más cuando se realiza de bajada, como en esta ocasión. En el fondo del barranco, cerca del río, nos detenemos a admirar otra escultura natural que pertenece al proyecto ya nombrado y que está formada por troncos de leña. Jesús se acerca para fotografiarla y tratar de descifrar su significado, pero no lo conseguimos.

 

Al llegar al pie de los coches, Lolo nos muestra el equipamiento que lleva en su vehículo que nos resulta realmente impresionante por su variedad y utilidad; saciada nuestra curiosidad emprendemos la vuelta de forma que tres coches toman rumbo hacia Soria, mientras que una pica, equipada con todo lo necesario para sobrevivir y resolver cualquier tipo de problema durante el trayecto, emprende el regreso en dirección a Logroño.

 

Emi

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Posted by: soriapasoapaso on