TRILOGIA PIRENAICA 2.- Col de Tentes, Refugio de Serradets, Brecha de Roland, El Dedo, Taillón, Gavarnie 3 de octubre de 2025

Como narra Emi, este segundo día nos dirigimos a uno de los lugares de Pirineos más relacionados con leyendas, y en este caso, con el mito creacional francés, el tema de Rolán.

Empecemos por contar cómo dice la leyenda que se crearon los Pirineos: estaba Hércules realizando sus doce trabajos por el mundo cuando cruzando por un bosque se encontró con Pirene, una ninfa cuidadora de las aguas. Se enamoraron, se quisieron, pero el héroe siguió su camino, abandonándola. Gerion, un monstruo de tres cabezas, intentó tomarla y como no pudo conseguirlo, quemó el bosque con ella dentro. Hércules se enteró y volvió a ayudarla, pero llegó tarde y arrepentido y destrozado, la enterró bajo piedras gigantescas y bellas, creando la cordillera de los Pirineos.

Comenzamos la mañana con un desayuno en el refugio

y nos movemos en autobús hasta el aparcamiento de Col de Tentes, donde empezamos a andar por un paisaje verde ocre que abarca toda la visión que tenemos delante.

Night (HDR+e)

Debemos recorrer un sendero que forma una media elipse hasta llegar a la cordillera creada por Hércules, por el lado francés, aunque como Rolán, estamos expectantes por ver  nuestro país de nuevo a través de la brecha  . Por el camino nos cruzamos con marmotas.

En nuestro paseo de ese segundo día emulamos a la duquesa de Berry, aunque con mucho menos estilo. María Carolina fue la primera mujer que subió a la brecha de Rolan y lo hizo acompañada por treinta personas: porteadores, amigos, otras mujeres de alta alcurnia e incluso su profesor de dibujo. El día 30 de agosto de 1828 inició el ascenso, primero en silla de mano y luego a pie, ayudándose por dos guías en los pasos complicados, pero consiguió su reto. Nosotros recorrimos la distancia a pie y sin título nobiliario, pero también a nuestra manera, hicimos historia.

Night (HDR+e)

En un momento giramos a la derecha y desde ahí empezamos una ascensión y el verde ocre de la hierba desapareció, dando paso a piedra, por la que bajaba a media altura una cascada que tuvimos que cruzar.

Íbamos riendo, con los chascarrillos habituales. Hubo quien se inventó una nueva taxonomía para la condicional, por ejemplo.  Las conversaciones en las subidas son siempre diversas y sorprendentes.

En algún momento tuvimos que dejar los palos para para subir las rocas. Como siempre ocurre en nuestro grupo hubo gente echando una mano, literalmente, para no dejar a nadie detrás. Nos ayudamos, porque la montaña es eso, amparo mutuo en momentos duros.  Tan difícil es ayudar como dejarse hacerlo.

Llegamos al alto y en ese momento descubrimos un lugar increíble, pintado solo con tres o cuatro tonalidades y un paisaje que parecía de otro planeta en una novela de ciencia ficción.

 

En medio de ese lugar casi perfilado en blanco y negro se veía al fondo el pico Marbore, formado por estratos con formas curvas, con la cascada de Gavarnie presente, y a la derecha el único vestigio que el ser humano ha dejado: el refugio de Sarradets, a 2587 metros. Es un edificio negro, que como alguien con buen criterio dijo, parecía la localización de una película de terror donde vive algún asesino en serie. También se ven los emblemáticos Espalda, Torre y Casco y por el otro lado el Puerto de Bujaruelo, del que venimos, con el Vignemale al fondo. Allí nos hicimos las fotos de rigor porque el lugar lo merecía.

Seguimos andando hasta el refugio donde nos avituallamos y comenzó lo que sería la tónica del día: la toma de decisiones. Había tres posibles destinos y había que evaluar las fuerzas que cada uno tenía o las ganas de sufrir. A algunos alguna dolencia no les permitió subir más arriba. A otros fue la indecisión o las ganas de quedarse tranquilo contemplando tanta belleza.

La duda siempre presente en mi caso no me dejaba tomar la decisión. Pregunté a José Antonio por datos técnicos y precisos que me ayudaran a decidir, pero su respuesta, como algunas veces, parecía provenir del oráculo de Delfos: “Mi madre no subiría, pero yo quiero estar arriba con mi hermana”. Por increíble que parezca esa respuesta me ayudó a decidirme.

Desde abajo la subida daba un poco de miedo.

Dos caminitos estrechos con pinta de resbalar mucho hasta llegar a una losa de piedra. Empezamos la subida, paso a paso, despacio y vimos como unos chicos franceses la bajaban corriendo.

Llegamos arriba y allí había un pequeño ibón cerca del que descansamos, tomando fuerza para seguir ascendiendo. El ibón dijeron que tenía forma de corazón, pero yo veía una icnita. Cruzamos el glaciar (que ahora es un nevero pequeño).

Fue uno de los momentos más divertidos del día y entonces llegó otra subida hasta llegar a la verdadera brecha, que era impresionante vista de cerca y con el sol justo en medio, casi al alcance de nuestra mano.

Al llegar arriba la visión de la brecha cambiaba completamente, con dos moles inmensas de piedra, como dos columnas y el valle de Ordesa, precioso en tonos de azul. La brecha se encuentra a 2807 metros de altura, creando una especie de ventana de 40 metros de ancho y 100 metros de altura.

Este lugar tan mágico, mitad montaña y mitad muralla,  posee una preciosa historia sobre su creación. Roldán, sobrino de Carlomagno, cayó gravemente herido en la batalla de Roncesvalles. El ejército de su tío se batió en retirada, dándolo por muerto. Este, al volver en sí, huyó hacia las montañas junto a su espada Durandarte para volver a Francia, pero lo enemigos le vieron, persiguiéndolo durante dos días, intentando matarlo. Roldán llegó a Ordesa, a una cresta de grandes rocas. Viéndose perdido, con sus últimas fuerzas, lanzó su espada para que cayera en Francia y no pudiera ser usada por los Sarracenos. Durandarte al chocar con la roca abrió una enorme brecha por la que Roldán pudo ver su patria antes de morir. Ocurrió el 15 de agosto del año 778 aunque las malas lenguas y los científicos dicen que la alta cresta colapsó debido a su poca anchura y la erosión por hielo hace unos sesenta mil años.

La visión desde la parte española del Casco, Torre y Espalda es muy claro.

Las formas se quedan en nuestra imaginación y nos emocionamos viendo que la parte sur, la nuestra, está llena de colores, trinos de pájaros y mucha más vida.

Giramos a la derecha siguiendo la senda que nos lleva al Dedo. Yo iba de las últimas porque me había dado una especie de síndrome de Stendhal .

El dedo era otra mole, esta vez con forma de torre.

Muchos íbamos ya muy cansados y paramos a ver el glaciar de la forma francesa y a comer, con la idea de que ya nos habíamos esforzado lo suficiente y podíamos bajar.

Algunos tiraron hasta el Taillon, alcanzando la cumbre y rebasando los tres mil y volvieron extasiados porque según contaron,

los colores de la montaña eran muy típicos

y la altura en algunos casos era la más alta a la que habían subido nunca.

Bajamos hasta el refugio. Me he propuesto no mencionar a nadie en esta crónica pero alguien que pasó algunos minutos sola vio algo que me hubiera encantado ver: un treparriscos.

Es un pájaro de preciosos colores que vive en alta montaña. Las aves que todos vimos ese día era la Chova piquigualda, una especie de grajo con el pico amarillo sin ninguna vergüenza a acercarse al ser humano.

 

 

De vuelta al refugio, nos reagrupamos con los que habían quedado allí. Algunos habían estado jugando a una cartas de princesas y roles francés y otros habían estado tomando café o viendo ese espectacular paisaje.

Un grupo decidió volver andando a Gavarnie por un camino que atravesaba el circo.

 

Nos habían dicho que bajáramos todos juntos, pero algunos desobedecimos y nos quedamos a tomar un café. Fue divertido y un reto creer en nuestras aptitudes de orientación. Lo hicimos divinamente aunque el resto del grupo nos esperó un poco para ayudarnos a encontrar el camino.

Llegamos al bus y allí esperamos a los compañeros. Llegaron al límite de luz y fueron recibidos con unos grandes aplausos. Todo el mundo era feliz. Habíamos vivido un gran día pero como un buen amigo dice: la subida está bien, pero lo que de verdad es importante es bajar. La realidad… siempre espera abajo.

Chus

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Posted by: soriapasoapaso on