GORMAZ
GORMAZ
Es un topónimo que, hoy 13 de marzo, va a estar muy presente en la ruta que haremos entorno al Castillo de Gormaz. Gormaz es sinónimo de historia, de la larga lucha por la línea del Duero entre árabes y cristianos con uno de sus grandes protagonistas, el Cid Campeador y posiblemente tierra natal de aquel que tan sublimemente cantó su gesta. Tierra donde aún se yerguen castillos milenarios e iglesias del más bello románico con sus galerías porticadas. Gormaz es también la tierra soriana vitícola por excelencia, Ribera del Duero y una de las huertas más fértiles.
Pero comencemos nuestra ruta, 24 senderistas nos hemos reunido en Quintanas de Gormaz, en la amplia y bonita plaza donde se encuentran la iglesia de San Lorenzo y el ayuntamiento. Somos todos puntuales y partimos enseguida, pasando por la escuela, un inesperado y señorial edificio de principios del siglo XX que han reconvertido en museo de la resina, y curiosamente parece ser que fue debido a los beneficios obtenido de los aprovechamientos resineros de los montes de la localidad como el ayuntamiento financió su edificación. El cercano lavadero también merece una visita y la ermita de Nuestra Señora de las Angustias, a cuya altura tomamos el desvío que hay a la derecha.
Caminamos entre campos de labor, como es habitual de distintos cultivos y en distinta fase agrícola, de algunos campos nos llaman la atención unas plantas de hoja ancha, aún pequeñas para poder apreciar a qué especie corresponden. Es posible que sean girasoles, al seleccionar las fotos del día recordé los maravillosos campos de girasoles que se ven a los pies del castillo de Gormaz en numerosas fotografías, obviamente veraniegas.
Oficialmente aún no ha comenzado la primavera, pero ya se hace notar en estos campos verdes y sobre todo en los almendros florecidos que nos van alegrando el camino, porque hoy no salimos a campo abierto, vamos siguiendo el trazado de cómodas sendas, con el cerro sobre la que se levanta el castillo siempre a la vista.
Poco antes de llegar a Gormaz vemos sus tradicionales bodegas, un complejo arquitectónico que se adentra en el subsuelo y dan fe de la raigambre del vino en estas tierras, aunque la labor vitícola y la marca Bodegas de Gormaz, con la denominación de origen Ribera del Duero, está ubicada en San Esteban de Gormaz, otra plaza fuerte de la Reconquista.
También podemos ver algunos lagares al pie del cerro del castillo, cuyas líneas se van definiendo, así como las de las de las rocas que lo sostienen y al igual que se dice que se ve la cara del rey moro dibujada en la roca del castillo de Santa Bárbara de Alicante, cuando se va llegando a Gormaz parece distinguirse la faz de un guerrero barbado, pudiendo elegir entre el temido Almanzor que por aquí anduvo o el gran Siri Rodrigo Díaz de Vivar, el Campeador quien dejara su impronta en la roca de la que surge la mayor fortaleza europea, de la cual, el Cid fue alcaide en 1087 y anteriormente, causa de su destierro.
A 3,50 km de nuestro punto de salida entramos en el pueblo de Gormaz, es un pequeño pueblo, bonito y bien cuidado donde se levanta un rollo jurisdiccional dando cuenta de la importancia que tuvo en la antigüedad. En la entrada hay una moderna sala de exposiciones, supongo que relacionada con El Camino del Cid y la asociación que tan valiosa labor está realizando entre las localidades nombradas en El Cantar de mío Cid.
Inmediatamente nos dirigimos al castillo que es Monumento Nacional desde 1931, ascendemos por un atractivo camino delimitado con piedras y jalonado con pequeñas esculturas metálicas entre las que predominan graciosas cabritillas. Entramos y ocupamos el castillo como un pequeño y pacifico ejército con distintivos azules, bien pertrechados con mochilas y bastones y las cámaras fotográficas en ristre, nos diseminamos a lo largo (446 m.) y ancho (60 m.) de la irregular planta de la fortaleza califal que, con un perímetro amurallado de 1200 m., como se ha dicho antes, es la más grande de Europa.
El castillo se divide en dos partes bien diferenciadas, a la derecha se ubica la zona noble, con su paseo de ronda, la Torre de Almanzor del siglo X, la sala de armas, un aljibe con una capacidad de 100.000 litros de agua y la Torre del Homenaje, con aparejo califal y ménsulas califales reutilizadas, que hace de puerta de entrada al alcázar.
A la izquierda se sitúa la zona destinada a la tropa, donde destacan la puerta de herradura califal más famosa del castillo que permite ver una preciosa panorámica y otra valiosa puerta interior igualmente de herradura califal, una alberca excavada en la roca que almacenaba el agua utilizada para menesteres tales como dar de beber a las caballerías, para la fragua o para los huertos.
Es innegable la importancia estratégica de la fortaleza, desde Gormaz se controlaba el paso del Duero y los cruces entre la calzada que unía Uxama (Osma) y Ocilis (Medinaceli) y Cesaraugusta (Zaragoza) y Astúrica Augusta (Astorga). Para conocer las sorpresas que nos depara el castillo, tanto su interior como extramuros, nada mejor que recorrer los lienzos de la muralla, flaqueados por sus 26 torres, de este a oeste o viceversa, es difícil dejar de presionar el botón de la cámara o del móvil, el periplo va deparando vistas espectaculares.
Estamos ante la Vega del Duero, en la cara sur del castillo, a casi un tiro de ballesta y de los colores de la tierra, la ermita de San Miguel, uno de los románicos más primitivos de la provincia, y detrás una inmensa llanura cuyas cuadriculas se transforman día a día y hoy podemos disfrutar de los verdes más pálidos a los más intensos de la primavera que apenas da comienzo y de los marrones y rojos de la tierra desnuda, testimonio de un invierno aún presente. Pronto se difuminarán las líneas de este tapiz de diseño geométrico, con rectángulos en damero y en espiga, delimitado por un arbolado de ribera todavía pardo e invernal que casi oculta del río y al fondo una cadena de montes azules.
A pocos metros del punto final de la muralla se encuentra la doble puerta de arco de herradura califal enmarcando el paisaje descrito, combinación que lo sitúa como uno de los más fotografiados de la provincia, y por supuesto es también el marco ideal para nuestras fotillos.
En cuanto a la cara norte, menos conocida y fotografiada, es igualmente bonita, en ella la superficie de los cultivos es menor y está salpicada por el verde oscuro de los enebros, desde algunos puntos se aprecian diáfanamente las aguas del Duero con sus meandros plateados dividiendo el valle y Gormaz a los pies de su castillo.
Castillo considerado como la mejor la mejor arquitectura militar construida por el Califato de Córdoba y siendo uno de los que más peso han tenido en nuestra historia, creo que es importante conocer algunos datos:
La fortaleza de Gormaz fue pieza clave de la defensa musulmana contra los reinos cristianos del norte. Su situación y sus excelentes condiciones de visibilidad permitían controlar una de las rutas de acceso hacia el norte y el río Duero, línea divisoria del momento, siendo una de las posiciones estratégicas más codiciadas por musulmanes y cristianos durante los siglos IX y X.
En el 975 el conde García Fernández, aliado con los reyes de Navarra y de León asedia el castillo, pero, mientras lo hace, es atacado por un ejército de rescate al mando de Gálib y sufre una derrota. Vuelve a intentarlo en el 978 con éxito y lo mantiene hasta el 983, cuando lo toma Almanzor. Permaneció en poder de los musulmanes hasta su conquista definitiva por los cristianos en 1060 con Fernando I de León. Rodrigo Díaz, el Cid, fue señor de Gormaz desde 1087.
Pero no era su primer contacto, Gormaz ya era una parte fundamental de su historia personal y origen y bastión de numerosas razias de las tropas musulmanas sobre estas tierras cristianas del norte del Duero. En el año 1081 la población que vivía a las faldas del castillo fue atacada por un contingente musulmán, lo que provocó una dura represalia del Cid en forma de algara por los territorios musulmanes próximos pertenecientes a la taifa de Toledo, por entonces aliada estratégica del rey Alfonso VI. El Cid actuó por cuenta propia sin solicitar permiso a su rey, Alfonso. Este hecho y la dureza del ataque contribuyó a desencadenar el primer destierro del Cid, que tuvo lugar ese mismo año.
Va siendo hora de abandonar el castillo, el sherpa tocó a retirada y descendemos por este histórico cerro que también posee un asentamiento de la Edad de Bronce, restos de un castro celta en la ladera sur, una necrópolis del S. IV a.C. y numerosos elementos medievales. Seguimos nuestro itinerario por el arcén de una carretera con escasísimo tráfico, vamos admirando tanto las grandes rocas que sostienen la fortaleza que nos queda a la derecha, como, por la izquierda, el paisaje antes descrito con la ermita de San Miguel y que es ahora el punto de referencia al cual nos vamos acercando, aunque hemos de desviarnos unos metros para poder contemplarla de cerca.
Data de finales del siglo XI, de cabecera cuadrada, nave con espadaña y galería porticada. No podemos visitar el interior y admirar sus pinturas, también románicas, realizadas con técnica mixta fresco y temple, sobre una capa de revoco. A pesar de que en sus paredes y bóveda tan solo quedan restos de las pinturas primitivas aún se pueden distinguir escenas de temática religiosa y militar como una batalla entre ejércitos. Por la semejanza con las pinturas de San Baudelio se cree que pueden ser de la misma época, incluso del mismo taller.
A casi 9 Km de nuestro punto de salida atravesamos un puente que pertenece al mismo sistema defensivo de Gormaz, fue edificado a la vez y estaba fortificado, su torre fue derribada en el siglo XX para facilitar el paso de camiones.
Se ha mencionado el Duero en numerosas ocasiones en este relato, pero nada se ha comentado del aprovechamiento de sus aguas y en un corto trayecto hemos podido ver un molino y una pequeña central eléctrica alimentada por el caudal del río. El cultivo de secano coexiste con el regadío, que da lugar a las viñas que producen el vino Ribera del Duero y una fértil huerta que permite la oferta de sus productos cuando los grandes productores de clima más cálido ya no pueden ofrecerlos de temporada.
Quedan como 3 km para concluir la ruta cuando llegamos a Fuentes grandes, un sistema de manantiales que se encuentran prácticamente sin explotación sus aguas subterráneas, por lo tanto, constituye una interesante posibilidad de estudio de las condiciones naturales del acuífero y el análisis de posibles aprovechamientos de sus aguas.
Uno de los manantiales, apenas emerge va a alimentar al río Duero que pasa por allí mismo. Esta es solamente la parte visible, pero las aguas subterráneas que vemos brotar pertenecen al mayor acuífero de la provincia, se calcula que la contribución subterránea al río Duero es de 135.9 hm3/año, que supone el 18.9% de la aportación total del río. Pueden resultar interesantes los estudios realizados.
Frente al otro manantial ha instalado una curiosa escultura formada por planchas de acero corten que informan del nivel que tenían las aguas del manantial en determinados periodos del tiempo, desde la más lejana antigüedad hasta el momento actual. Todas las planchas colocadas en paralelo tienen una ventanita circular que enfocan como una unidad el castillo de Gormaz.
Es posible también que este notable acuífero sea el origen del topónimo con el que comenzaba esta crónica y que hemos ido repitiendo una y otra vez, Gormaz. Una de las hipótesis defiende que Gormaz proviene de Vormatio/Bormatiu, derivado de la voz ligur borm/born procedente del dios Borbo-Bormanus, divinidad de las fuentes y manantiales termales. Otra hipótesis propone un origen vasco por el lexema Gor, relativo al color rojo.
Tras unos momentos de esparcimiento y descanso dejamos atrás el amplio merendero que se ha construido al amparo de este bello paraje.
La siguiente parada es en la estación de ferrocarril de Quintanas de Gormaz, es como un segundo pueblo con grupos de viviendas, en su momento, destinadas a los ferroviarios o a los empleados de una fábrica de harinas que hay allí mismo. La estación, como casi todas las de la provincia está cerrada, aunque en este caso no abandonada, es como un museo al aire libre con motores y grandes piezas de maquinaria expuestas y los raíles dibujando un camino que ya nadie ha de tomar.
Finalmente llegamos a Quintanas de Gormaz, de cuyo nombre compuesto nos falta por conocer el significado de Quintanas, se refiere este vocablo al reparto en quintas partes del territorio conquistado. Y allí donde empezamos damos por concluida esta espléndida ruta y esta crónica que relata una jornada más, caminando en buena armonía y redescubriendo nuestra tierra.
Ruta realizada por el Club de Senderismo Soria paso a paso
Ana María Abajo 13/03/2021
Precioso Ana, me ha encantado.!!! Gracias
Muy interesante y fabulosamente relatado nuestro caminar. Gracias compañera.
Muchas gracias por vuestros comentarios chicas!!!