ALCONABA MONTE PICAZO. 23 DE ABRIL DE 2016 ABRIL
Un sábado más, la entusiasta y dinámica asociación senderista “Soria, paso a paso”, hace honor a su nombre, y con paso firme y decidido se dispone a recorrer la ruta que nos llevará a conocer nuevos parajes, lugares, gentes, etc.de esta Soria austera en su fisonomía social, poblacional y climatológica, pero pródiga en encantos naturales, que justifican y enriquecen nuestro natural interés por valorar lo que tenemos cerca: nuestro patrimonio paisajístico y la riqueza que emana de nuestros montes, campos, ríos, llanos, etc.
En esta ocasión, la ruta elegida por nuestro sherpa (de nombre Angel), transcurre desde Alconaba hasta el monte Picazo, con una cómoda distancia de 11,5 Km (aprox.) y un perfil de fácil andadura.
Con puntualidad suiza, nos presentamos en nuestro habitual punto de encuentro “los siete magníficos” del día ( en realidad, cuatro magníficas y tres magníficos, y por este orden….,que todavía quedan caballeros que saben ceder la prioridad a las señoras), quienes, sin la pretensión bélica y filantrópica evocada en el famoso western del mismo título de los años 60, se disponen a descubrir nuevos rincones de nuestra geografía: Maribel, Ana Bernal, Ana de la Hoz, Gema, Julián, Ángel y Agnelo.
Ángel y Julián nos conducen hasta nuestro punto de partida, Alconaba, topónimo del término árabe al-qunnaba (cáñamo, cañaveral).
La mañana es soleada y luminosa y la temperatura ideal para el caminante. Pero el sherpa de la expedición advierte que, según las informaciones que le proporcionan sus sistemas telemáticos, hacia las 12,00 h. es posible que nos sorprenda la lluvia. Así que no queda más remedio que completar el itinerario antes de esa hora, por si las previsiones se cumplen. (En realidad, casi ninguno nos tomamos en serio la advertencia, viendo un cielo limpio de nubes y despejado a esa hora de la mañana, pero no osamos contrariar a nuestro guía…por si acaso).
Los primeros pasos transcurren por caminos típicos de un entorno agropecuario, donde la vista se relaja con el verde intenso que despunta de los cultivos cerealistas que flanquean nuestra ruta a derecha e izquierda. No faltan tampoco extensiones de tierras eriales, fiel reflejo de esa ya mencionada austeridad soriana. El trazado es llano y marcado por las roderas que produce el tránsito de maquinaria agrícola y otros vehículos, aunque salpicado de numerosos charcos y aguas estancadas, como consecuencia de las recientes lluvias.
A mitad de recorrido iniciamos una suave y prolongada pendiente hacia nuestro punto de destino. Aquí nos adentramos ya en otro tipo de vegetación, donde predominan el pino negral y la carrasca, para coronar en un austero alcor, de suelo reverdecido por las lluvias primaverales y desde el que se divisan algunas cercanas y machadianas colinas plateadas, pero, sobre todo, una impresionante vista del lado sur de Soria y el cerro de Santa Ana, así como un tramo del Duero, visualizado en un entorno de paz, silencioso y tranquilo, en las cercanías de Los Rábanos. En la falda del cerro descrito podemos apreciar una finca no muy extensa de viejas y nuevas encinas, dedicada al cultivo de la trufa, según me informa Julián, floreciente sector en auge en nuestra provincia.
Y cumplido el objetivo de alcanzar el Picazo, con poste geodésico incluido, llega la hora de dar cuenta de las viandas que nos permita recuperar energías y afrontar el regreso con nuevos bríos. No han faltado la tortilla, la bota, las cuñas de queso, las nueces….todo un derroche de recursos gastronómicos para los esforzados de la ruta (aunque en esta ocasión con menos esfuerzo). Y como anécdota del día, tuvimos la improvisada visita de un joven deportista, que venía corriendo desde Soria, según nos dijo, como preparación para otras competiciones más exigentes. (Alguna “magnífica” le preguntó maliciosamente si venía corriendo… o huyendo de algo o de alguien). En cualquier caso, el muchacho degustó también nuestra colectiva y solidaria tortilla, aunque no el trago de la bota, por las dudosas consecuencias para sus intenciones atléticas.
El regreso ha sido distendido y con la vista puesta en el color que iban tomando algunas nubes que empezaban a hacer acto de presencia, por si las previsiones se cumplían.
Ya en Alconaba, hemos tenido la oportunidad de visitar su iglesia por gentileza del alcalde de la localidad, D. Pedro Antonio Asensio, quien nos ha guiado en la visita a esta pequeña, pero bien conservada y mejor cuidada iglesia de pueblo. Dos aspectos de la misma nos han llamado la atención: de su exterior, tres hermosos nidos de cigüeñas situados sobre la parte más alta de la iglesia y, en particular, el ubicado en el pináculo de la torre, que parece desafiar la ley de la gravedad. Y en su interior, alberga dos interesantes joyas del románico: una talla de madera de la Virgen de la Salma y una pila bautismal recién restaurada.
Salimos camino Soria y en el trayecto se cumplen las previsiones que nos anunciaba el sherpa: algunas gotas de lluvia empañan el cristal del coche durante un tramo del trayecto. ¡No queda más remedio que dar credibilidad al guía!
El último acto “corporativo” ha seguido el patrón habitual: un refrigerio en la cafetería “El Lago”, con la compañía ya de nuestro presidente Luis y un animado coloquio sobre aspectos organizativos y económicos del grupo.
Al andar se hace camino
Y al volver la vista atrás
queda la huella que deja
“paso a paso”, un día más
Agnelo
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