Soria – Garray Otoño en el Duero
Para este sábado 2 de noviembre se planifica una ruta a la cercana Sierra de Santa Ana. El día amanece lluvioso y según la previsión meteorológica seguirá lloviendo a lo largo de todo el día, situación que complica una ruta con fuertes desniveles, de manera que decidimos cambiarla y continuar disfrutando de ese increíble paisaje de amarillos que nos ofrece el Soto playa así que iniciamos el camino hacia Garray bordeando el Duero.
Seis senderistas: Enedina, Ana Mari, Rosi, Chus, Rosa y Ricardo, al que le toca hacer de fotógrafo, iniciamos la ruta cruzando los dos puentes metálicos del Soto playa y seguimos por la pasarela que lleva al molino y de allí cruzamos la carretera directamente hasta los senderos y pasarelas que nos llevarán al solar de la antigua Numancia.
Caminamos por la margen derecha y pasamos junto a los Claustros de San Juan de Duero, lo que es lo mismo que decir que estamos a los pies del Monte de las Ánimas y a escasas horas de la noche de difuntos, fecha en la cual, los caballeros templarios regresan para atormentar a aquellos que osen entrar en sus dominios. Hoy no atravesaremos su feudo, acompañamos el serpenteante camino del río y durante unos minutos, con la mirada en la otra orilla, el tramo final de la vieja muralla que cercaba la Soria medieval.
Durante el paseo vamos pasando junto a paneles informativos sobre la fauna de este hábitat fluvial, dejamos a un lado el nevero reconstruido, y un poco más alejada de nuestro camino la fábrica de harinas, donde había una presa, y otra en el Perejinal, esta senda lleva hasta la misma. Continuamos hasta el punto donde se unen ambas sendas para seguir por la margen izquierda.
Nos salimos un poco del camino y constatamos una vez más que pasar muchas veces por un lugar no es lo mismo conocer ese lugar. Ricardo nos sorprende al mostrarnos lo que queda de un antiguo chozo de piedra y de un merendero con su mesa, bancos, parrilla y un árbol que daría buena sombra y es que años atrás algunos grupos de amigos se reunían para pasar el rato en lugares como éste, entonces de difícil acceso. Después nuestro compañero de rutas Vicente nos diría que era asiduo a este chozo y a otro que había en el paraje del Perejinal.
Ya sin llover y liberados de las prendas impermeables llegamos a la pasarela sobre el Duero que hoy está precioso, es un placer contemplar el río desde aquí y el movimiento de sus aguas que a pesar de las lluvias siguen transparentes.
El paseo otoñal hasta Garray resulta precioso y transcurre tranquilamente, desde que salimos nos cruzamos con sólo algunos deportistas en una zona habitualmente bastante concurrida.
Rosi nos comenta la existencia de dos árboles que crecen unidos y que están en algún lugar detrás de la esplendida alameda dorada que tenemos a un lado del camino, así que en vez de seguir la senda trazada que nos aleja de la orilla del río nos desviamos y descubrimos nuevos y bonitos parajes.
Caminamos por la arboleda y entramos en la orilla del río cuando la vegetación lo permite, no es fácil encontrar esos dos árboles tan particulares y Rosi llama a Vicente que desde tierras alicantinas nos echa una mano, así localizamos un bonito rincón, la unión del río Merdancho con el Padre Duero.
Con algún consejo más que nos da, buscamos inmersos en ese colorido entorno y disfrutando de las hojas que caen a nuestro paso, de las que alfombran la tierra húmedas por la lluvia, de las setas…
Hasta que Ricardo descubre los dos árboles, un fresno y un chopo que han crecido unidos en un tierno abrazo. Nos encantan, así como el paisaje que nos rodea que es una verdadera preciosidad, es otro de esos rincones mágicos que no faltan en nuestras rutas.
Tampoco faltan varias fotos formando parte del abrazo de los arboles.
Cruzamos ya al camino y no tardamos a llegar a Garray y a la terraza del restaurante Goyo, donde compartiremos torreznos con pan, cafés con leche y un exquisito bizcocho que Enedina ha tenido el detallazo de hornear para el grupo y e igualmente Rosi de invitarnos por su cumpleaños al resto del almuerzo. ¡Gracias compañeras!
Regresamos al camino, a la pasarela, a la senda… la ermita del Mirón, en una bonita perspectiva nos da la bienvenida, los patos del Duero continúan disfrutando de la placida mañana, pero parece que va despejando y las sendas del Duero ya se ven más transitadas, así que no cuesta encontrar a quien haga una foto al pequeño grupo de hoy.
La mañana ha sido un continuo poner y quitar impermeables y paraguas, pero la hemos disfrutado a tope caminando y charlando con los compañeros y localizando nuevos parajes donde parecía que había poco nuevo que descubrir.
Regresamos al lugar del que partimos y está sino más bonito, sí más luminoso y ya con gente que quiere disfrutar del otoño soriano a orillas del Duero y del paisaje que enamoro a Antonio Machado.
He vuelto a ver los álamos dorados,
álamos del camino en la ribera
del Duero….
Ruta realizada por el C.D. Soria paso a paso
Ana María Abajo Soria 2 de noviembre de 2019.
Q
Qué mañana mas bonita, aunque se pase muchas veces por un lugar siempre hay algo nuevo que descubrir. Gracias compañera por tu relato.
Cierto Emi, suele pasarnos en cada ruta que repetimos.