Hayedo de la TEJERA NEGRA 27-10-2019
Abandonamos Soria al poco de pasar por Barahona para entrar en la vecina Guadalajara.
Viajamos en un pequeño autobús, hoy excepcionalmente en Domingo, para visitar un hayedo cuyo acceso está muy solicitado en esta época del año.
Conversaciones y risas llenan el autobús sobresaliendo la carcajada que mas nos gusta y nos contagia, pero también hay miradas atentas por la ventanilla que se fijan en los “chemtrails “que atraviesan el cielo azul en esta soleada mañana otoñal y nos enteramos que hay teorías que dicen que son estelas formadas por productos químicos que dejan los aviones a su paso (teoría de la conspiración de las estelas químicas).
Nuestras miradas se aburren viendo un relieve simple y plano, pasamos por zonas agrícolas, por pequeños pueblos salteados en el sinfín, probablemente con una densidad de población menos cero, pero también divisamos castillos en la lejanía y al que mas nos acercamos es al de Galve del Sorbe en el que podemos ver su torre del homenaje al pasar, porque estamos viajando por una zona que fue límite entre el Califato árabe y el reino de Castilla por lo que los castillos y atalayas eran imprescindibles en los altozanos.
Llegamos a Los Condemios, el de Arriba y el de Abajo donde el ganado esta recorriendo el pueblo y atraviesa la carretera justo en el momento en el que el autobús llega.
El viaje se hace largo hasta llegar a Cantalojas en el rincón noroccidental de la provincia de Guadalajara y según entramos en el pueblo ya nos fijamos en su arquitectura con la seña inequívoca de la zona: su pizarra negra, a veces como material exclusivo de la construcción y otras combinada con piedra caliza en esquinas y dinteles. Aquí se incorpora Charo al grupo y tomamos un café bien cargadito para hacer tiempo a que nos abran el parque.
De nuevo en nuestro autobús, ya nos queda poco para llegar al” Parque Natural del Hayedo de la Tejera Negra”, un lugar reconocido como sitio natural de interés nacional desde 1974 y que en el 2017 ha sido declarado “ Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO” como extensión de los hayedos primarios de los Cárpatos y otras regiones de Europa. Es uno de los hayedos más meridionales de Europa.
Las setas y hongos se ven perfectamente desde las ventanillas del autobús en el ribazo al lado de la carretera, entre pinos laricios y tras pasar por el centro de interpretación del Parque, nos dan paso a una carretera que se convertirá pronto en camino estrecho y sinuoso que cada vez se va estrechando mas entre la vegetación, las ramas de los robles chocan con el autobús.
Nuestra caminata parte del parking interior del parque y antes de comenzar, hacemos los estiramientos en la pradera con nuestra fisio particular.
Estirados y preparados seguimos el curso del río Lillas, aguas arriba. Su cauce es un camino de piedras negras redondeadas y de vez en cuando sobresale y resalta una gran piedra blanca, tal y como Alicia nos había contado.
Una procesión de viandantes transitan las sendas del parque, saludamos a mucha gente mientras caminamos por la pradera cercana al río. Robles y pinos se entremezclan pero aquí ya vemos al pino silvestre, así como plantas arbustivas de todo tipo, retamas de gran tamaño, la rastrera gayuba tapiza el suelo, brezos rosados y brezos blancos que aunque no es época de floración se distinguen porque el blanco es mucho mas alto, espinos con escaranbrujos y majuelos con majuelas adornan las secas y deshojadas ramas.
La senda cruza un arroyo por un puente y entramos en una zona donde los robles son mayores y ya podemos disfrutar de las primera hayas.
En el camino se nos cruza “La Carbonera”una estructura en forma de cono construida con toncos de leña y cubierta de tierra y con chimeneas a diferentes niveles donde tras un proceso largo de combustión se formaba el carbón. De hecho estamos caminando por la” Senda de las Carretas”, llamada así porque por aquí transitaban las carretas con dicho mineral.
Caminamos debajo de una cúpula de hojas que forma ya la masa de hayas, la luz es tenue, amarillenta y los niños que hay a nuestro alrededor disfrutan mucho con las hojas y haciendo fotos por todos los rincones y los no tan niños también, por supuesto, el lugar merece contemplación, disfrute y ser fotografiado. En esta zona cerca del río nuestro experto guarda forestal nos hace ver una especie de árbol de rivera diferente que es el salix.
Nuestro camino comienza a ser ascendente, primero es una suave pendiente pero llega un momento en el que olvidamos el paisaje otoñal para concentrarnos en respirar y subir, sin prisa pero sin pausa hasta coronar en una campiña donde la gente está tirada por el suelo descansando y tomando el sol.
Nuestro bufé hoy se sirve en la Pradera de Matarredonda(1617m), al sol, con vistas a la Sierra de Ayón recubierta por mantos amarillos, marrones y rojos y sentados sobre la hierba porque aquí las rocas son angulosas y picudas y no nos ofrecen buenos aposentos.
Además de robles, hayas y pinos hay por esta zona dos tipos de serbales, frente a nosotros mientras almorzamos disfrutamos de ellos, uno blanco y otro lleno de frutos rojos que es llamado de “los cazadores” porque las aves se concentran en ellos a alimentarse de sus frutos por lo que son un buen reclamo para darles caza. Los tonos rojos intensos de este bosque son proporcionados por ellos y escondido un pequeño tejo contrasta con su intenso verde oscuro.
Bajamos al hayedo, abandonamos la luz del sol y nos emboscamos de nuevo empapándonos del frescor otoñal, poco después volvemos a ver la luz, salimos del bosque para subir a una de las montañas que hemos divisado mientras descansábamos: Es “ El Alto Junta de los Cerros” donde dos torres construidas a base de lajas negras destacan en su cenit, allí añadimos unas planchas negras que aumenten la altura de una de ellas como muestra del paso de nuestro grupo. El ascenso ha sido fácil, no nos hemos cansado y el descenso es también muy cómodo entre jaras.
Retomamos de nuevo el camino entre hayas para ir descendiendo, disfrutamos otra vez el mismo paisaje y vemos hayas jóvenes, delgadas, no se ven ejemplares gruesos como en otras zonas y esto es debido a que este bosque fue talado en los años 60 y se ha recuperado, además las hayas aquí se encuentran en situación límite tan al sur, su desarrollo no es como el de las de zonas mas húmedas norteñas. Algún tejo superprotejido encontramos en la ladera del camino.
Descendemos hasta el parking en fila india junto a multitud de senderistas y otra vez en la pradera tomamos nuestra comida y descansamos un rato. También tenemos oportunidad de comprar miel, crema… todo productos de la apicultura.
Nos refrescamos y bebemos agua en la fuente para de nuevo en el autobús iniciar nuestro camino de vuelta, hoy se ha cambiado la hora, la tarde va a ser mucho mas corta y no tenemos tiempo de visitar alguno de los pueblos negros,
Aprovechamos esta primera tarde recortada de luz para conocer Atienza.
La Villa de Atienza se levanta en la ladera de un cerro en cuya cima vemos la silueta de su viejo castillo. Fue un lugar notable en a edad media y así lo refleja su casco urbano.
Subimos por empinadas y empedradas calles hasta llegar a la Plaza de España, donde se encuentra el Ayuntamiento y la casa donde nació el famoso comunero Juan Bravo, asi como una graciosa fuente con esculturas de peces haciendo equilibrio; pasamos por el arco de San Juan o de Arrebatacapas y llegamos a otra plaza aportalada como la anterior pero con mas sabor medieval, es la Plaza del Trigo o de D. Bruno Pascual Ruilópez.
En este lugar volvemos unos siglos hacia atrás, volvemos a una antigua ciudad Castellana, porque Atienza formó parte del Reino de Castilla: nos fijamos en las columnas que forman los soportales que son de piedra y con madera a la vista, vemos casas blasonadas y ventanas en esquina.
Entramos a visitar la Iglesia de San Juan del Mercado dedicada a S.Juan Bautista donde una portada de líneas clásicas reforzada con contrafuertes de sillería encierra un asombroso retablo renacentista con tres cuerpos separados por columnas salomónicas y con pinturas de Alonso de Arco. Otros altares en los laterales y un coro con órgano son otras alhajas del lugar, pero desde el exterior un enorme y antiestético tubo asoma por una de sus ventanas, debe ser la salida de humos de la calefacción que no queda muy bien.
Desde muy muy lejos hemos atisbado el Castillo al que ahora podemos subir a visitar, unos lo hacen, otros no, porque la pendiente es para tenerla en cuenta y allá arriba sobre un espolón rocoso se alza la torre del homenaje y el patio de armas de la fortaleza de Atienza que fue una ciudad doblemente amurallada y punto fundamental fronterizo entre Castilla, Aragón y los Reinos Musulmanes.
Aparece como “peña muy fuerte en el Cantar del Mío Cid” y por aquí paso Rodrigo Diaz de Vivar camino de su destierro, por lo que vemos señales del Camino del CID.
Pero también vemos balizas del camino del “Quijote”porque por aquí se relata el paso del Hidalgo hacia Sigüenza y además forma parte de la Ruta de la lana del camino de Santiago que llega desde Levante, como así lo atestiguan las conchas que vemos por sus calles.
Pero esto no es todo, porque la primavera pasada estuvo asentado aquí a los pies del Castillo el “Trono de Hierro de Juego de Tronos”, en un concurso de HBO Televisión.
Cae la tarde, cuando lleguemos a Soria será ya de noche, hemos pasado un gran día que bien se merece un cántico arropado por las grandes voces de nuestro grupo que consiguen que todas nuestras canciones suenen bien.
Y allá va la despedidaaa
De los de Soria Paso a paso
Y allá va la despedidaaa
Hemos pasado un gran día
Porque tenemos buenos guíaass
Porque tenemos buenos guías
Hemos pasado un gran díaaaa.
CHIS PUN.
Emi
Gracias Emi, geniaaaaal!!!!
Qué interesante Emi! Gracias.