CAÑÓN DEL RÍO TALEGONES. 22 DE OCTUBRE DE 2016

Había prevista una salida de 8 compañeros a la ruta de hoy, pero Rosi se incorporó a la misma en el momento justo en el que nos disponíamos a salir del punto habitual. En los coches de Julián y Santos nos repartimos Feli, Gema, Ana Mª y Maribel por un lado en el coche de este último y Rosi, Angel, y yo acompañamos a Julián.

Así nos dispusimos a recorrer los casi 69 km que nos separaban de nuestro destino en coche: Lumías.
En Quintana Redonda se incorporó a nuestro coche Candi, amigo de Gema, al que veo tras ésta y la anterior salida muy integrado en el grupo.

En Berlanga de Duero giramos a nuestra derecha  dejando la SO-100 para incorporarnos a la SO-P4132. pasamos por Paones. 
Surgió la duda si el pueblo a donde nos dirigíamos era Lumias o Lumías, siendo éste topónimo el real del término. Lo que derivó en la importancia de colocar la tilde en las palabras escritas con letras mayúsculas. Evidenciando los errores en la prosodia.
Enseguida el cartel anunciador de la entrada en el siguiente pueblo vino a confirmar cómo deben incorporarse las tildes en palabras en mayúsculas: ALALÓ. Surgieron los malos ejemplos de AGREDA Y OLVEGA que en muchas ocasiones escuchamos como consecuencia de los errores ortográficos de las señales de tráfico en las entradas y salidas de las localidades.
Llegados a la incorporación a la SO-132 hubo un momento de duda y no pasados muchos metros, Candi se dio cuenta de que nos dirigíamos en sentido contrario y tuvimos que dar la vuelta. Hay que girar a la izquierda y  no a la derecha como nosotros habíamos hecho inicialmente. Esto nos recordó otro momento de viaje “turístico” hasta Hinojosa de la Sierra, lo que provocó la correspondiente carcajada no sólo en nuestro coche sino también en el que seguía, como pudimos observar a través de las ventanillas del coche.
Y llegamos a LUMÍAS. Saludamos a lugareños, que parecía se habían puesto de acuerdo para darnos la bienvenida, a uno y otro lado del puente sobre el río Talegones, de cuyo cañón es objeto nuestro recorrido.
Con aviso de lluvias en la zona, nos incorporamos al Cañón por el GR 86 con destino a Torrevicente, a una hora aproximada de camino para recorrer los 7 km que nos separan de nuestro recorrido de ida.
De inmediato surgen entre nosotros comentarios de sorpresa y admiración por la belleza del paisaje 
El río Talegones ha “fabricado” un cañón con escarpados riscos con abundancia de abrigos en sus alturas para aves como tuvimos ocasión de observar.
El sendero se presenta amplio tras la evidente por la reciente limpieza que se ha realizado, pero para los despistados algo peligroso al haber dejado en sus laterales las partes bajas de los tallos cortados, lo que puede provocar peligrosos tropezones.
El recorrido es sorprendente. A cada dos pasos nos encontramos con un paisaje motivo de fotografías que recogen formas y colores diferentes. Luces y sombras dan una visión espectacular a cada momento que pasa.

El río se muestra seco en su cauce debido al largo tiempo sin lluvias que hemos padecido a lo largo de todo el verano y lo que llevamos del otoño. No obstante, los rústicos puentes sobre el mismo construidos con grandes losas de piedra invitan a la recogida fotográfica de los mismo. Candi se los llevó todos en su cámara.

La paleta de colores de las diferentes especies de arbustos y árboles:carrascas, fresnos, mimbreras, chopos, arces o quejigos (nombres que me aporta nuestra botánicos particulares) se entremezclan con otros más conocidos por todos: nogales, majuelos, zarzamoras, endrinos, incuso perales de fruto tardío que nuestros paladares prueban en el curso del camino.

El silencio, espectacular, solo se rompe por los quejidos de las ramas ajenos al propio murmullo con el que nosotros lo rompemos.
Nos hemos acostumbrado a llanear por el cañón y nos sorprende un pequeño ascenso y algo más el acceso al pueblo en lo alto. Es Torrevicente.

No os extrañaréis si os digo que ese recorrido previsto de una hora se convirtieron en más de dos por las obligadas y continuas paradas fotográficas.
En la plaza del pueblo, cual aviso se hubiese producido nos encontramos con el responsable del bar social que, amablemente nos abre para que Julián pueda comprar un porrón de vino. En la misma plaza dos mesas con evidentes muestra de que los pájaros se posan sobre las ramas del árbol que les da sombra. Tras una pequeña limpieza, allí algunos repusimos líquidos y algún que otro alimento. Los demás prefirieron hacerlo al sol al refugio del bar.
Era nuestra intención haber vuelto por el otro lado del cañón, subiendo a la sierra; donde nos hubiésemos encontrado con el vértice geográfico de La Mariota a 1235,80 m de altitud. Los lugareños nos desaconsejaron el recorrido. No obstante nos hablaron de un agujero en la roca, al otro lado del río, del que dice la leyenda que lo abrieron aceiteros en una pelea a base de “huevazos”. Allí nos dirigimos y para acceder al susodicho hueco hay que realizar un corto pero empinado ascenso que solo Ángel, Santos y yo realizamos.

Vuelta al camino. Rosi con sus anuncios de que le caían gotas consiguió que al final del camino, antes de llegar a Lumías nos lloviera. Las prendas de abrigo que colgaban de nuestras mochilas volvieron al lugar para el que están diseñadas.
De regreso hacia Soria, paramos en Quintana Redonda donde Candi se empeñó en invitarnos al refresco final.
¿Para qué calificar la jornada por mi parte si vosotros mismos la podéis imaginar? 
Luis 

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