RUTA LAS CASAS – JUNTA DE LOS RÍOS / 14 de diciembre 2024
Este sábado salimos más tarde, pues nos quedamos al lado de casa e iniciamos la ruta en el barrio de Las Casas, a unos tres km. de la ciudad. Dejamos los coches en el parking que hay junto al Mesón de los Caballos y cruzamos la población, de raigambre rural, con sus casas con muros de piedra.
Nuestro camino nos lleva por la parte posterior de la Parroquia de San Bartolomé. Es barroca, de mampostería y sillar en las esquinas y vanos. Un dato curioso es que esta iglesia se construyó con la piedra de la derruida iglesia de Santiago de Soria, el cura de Las Casas aparece como comprador en un documento fechado el 21 de septiembre de 1606.
También tienen un original lavadero recientemente restaurado y un frontón, en cuanto al patrimonio cultural son muy apreciadas sus tradicionales danzas de paloteo que interpreta el Grupo de Danzas del Barrio Las Casas..
Avanzamos por pista forestal pasando junto a granjas agrícolas y fincas de labor, como un par de km después salimos de la misma. La mañana está fría, ha helado y la escarcha cubre las hojas que tapizan la tierra y las ramas de los árboles, que blancas y brillantes se recortan en un cielo ya azul, ofreciendo un paisaje casi navideño.
Seguimos el itinerario habitual, pero parece que es demasiado fácil y nos indica nuestro sherpa Ricardo que nos desviemos, creo que por la zona conocida como los Centenales, adentrándonos en un magnífico bosque de robles, el rey indiscutible de Valonsadero.
El monte de Valonsadero cuenta con 2.793 hectáreas de superficie de las que 2100 son de masa arbolada de monte, con roble, encina, quejido, pinar… En las otras 600 hectáreas encontramos zonas de pasto, vegas, praderas y cañadas, donde siempre se conjugó el aprovechamiento del monte con los usos de ocio y festivos, de hecho, es zona de recreo habitual y una parte esencial de las fiestas de San Juan. Particularidad reconocida en 2005 y declarado Zona Natural de Esparcimiento.
El paraje es increíble y no presenta dificultad, vamos buscando “árboles ilustres”, los queridos abuelos del bosque y naturalmente que encontramos varios ejemplares de estos centenarios y espectaculares robles, algunos, incluso, parasitados por ramitos de muérdago. Muérdago de roble, el más apreciado por los druidas celtas que tenían todo un ritual para cortarlo.
El camino se ha alargado algo más porque han cerrado la zona por donde debíamos pasar y hemos tenido que dar un rodeo. Por lo visto, éste y otros terrenos junto a los que hemos pasado han sido alambrados recientemente, probablemente, debido al Proyecto de conservación y restauración ambiental del entorno del PEMA. Sin duda, una loable empresa, es necesario proteger tan rico patrimonio, el pulmón verde de Soria y sustento de una variada fauna, siendo, también, Valonsadero un importante punto ornitológico.
Pero espero que cuando se hayan recuperado los territorios alambrados también se recupere la libertad de movernos por los montes, tanto la fauna como las personas, esa accesibilidad es otra de las cosas dignas de ser imitadas que tiene la provincia de Soria.
Entre el robledal vemos aparecer la carretera, el aparcamiento y el cercado de madera que delimita el merendero de La Junta de los Ríos. Nos dirigimos al refugio, está habilitado para hacer fuego, pero no va a ser el caso, tras curiosear un poco, con nuestro bocadillito ocupamos la mesa más cercana, el banco de la entrada y el escalón, puntos donde da el sol, almorzamos, pues, al solecillo frente a árboles centenarios y la danza de las últimas hojas otoñales; se pueden ver diferentes tipos de hojas y abundantes bellotas en el suelo, es un paraje precioso, donde conviven los viejos robles con el arbolado de ribera.
Como su nombre indica aquí de unen los cauces de dos ríos, el Duero y el Pedrajas, por su cercanía a la ciudad y agradable entorno siempre ha sido un lugar muy visitado por los sorianos, vamos recordando que hace años era habitual que las familias y grupos de amigos vinieran a pasar un día de campo.
En la actualidad, en La Junta de los Ríos se puede reunir algún grupo, pero es más lugar de paso para numerosos deportistas, tanto de atletismo como ciclistas, también para quienes aparcando en el estacionamiento dan un paseo por los alrededores o hasta la Casa del Guarda, paraje donde se concentra la chiquillería en sus las instalaciones de recreo y la hostelería.
En nuestro caso suele ser un punto de descanso, por ejemplo, para ir al Azud de Buitrago. Los senderistas también disponemos de diversos senderos de corto recorrido como el de la Casa de la Ciudad, El Castillejo o Fuentes y Manantiales de Valonsadero que en más de una ocasión hemos realizado.
Es de destacar la ruta de las Pinturas Rupestres, datadas entre el 3000 y 2000 a C., que está considerada Bien de Interés Cultural e Itinerario Cultural Europeo. Se trata de un recorrido por numerosas peñas con sus abrigos y salientes, donde los primitivos moradores de Valonsadero dejaron plasmado en las rocas su modo de vida, ya sea pastoreo, agricultura, rituales o descanso entorno a una hoguera, con multitud de figuras esquemáticas humanas y de animales trazadas con pigmento rojo extraído de la misma roca.
Nosotros iremos en dirección contraria, la ruta es circular y regresaremos por la orilla del río. La senda está alambrada y nos preguntamos si podremos pasar con la mochila por el vano que da acceso a este bonito paseo.
Proseguimos la ruta acompañando el curso de un Duero cuyo cauce se va ensanchado, continuando su camino hacia Garray, allí se volverá a juntar con otro río, uniendo sus aguas a las del río Tera y si siguiéramos hacia Soria lo veríamos unirse al río Merdancho.
Las cupulas de la fallida Ciudad del Medio Ambiente se dejan ver a través de las ramas peladas. Pero nos llama la atención un tramo del río que forma una especie de lagunita, la cual ha quedado cubierta por una fina capa de hielo, es un rincón precioso que en primavera y verano está repleto de nenúfares, pero han sucumbido ante el avance imparable de las temperaturas invernales, al igual que el verde intenso de la vegetación y las innumerables flores de la zona, es el momento del acebo, cuyas bolitas blancas comienzan a brotar.
Dejamos la senda para incorporarnos a una pista con una amplia panorámica, se divisan las cumbres montañosas ya nevadas, campos sembrados, arboledas y Garray con su sello distintivo, el monumento del cerro de Numancia, pero vamos a ir en dirección contraria.
En el cruce tomamos la pista de la derecha que nos llevará al punto de partida, pero antes pasaremos relativamente cerca del nuevo Centro Penitenciario, punto de referencia para situar algún tramo de la Calzada Romana XXVII del Camino Antonino y los restos de la villa rústica romana de La Vega.
Volvemos a caminar campo a través y subimos por una suave pendiente, el monte bajo es una delicia de aromas, crecen juntos espliego, tomillo y romero. Un trecho más y llegamos a la senda que nos conducirá al magnífico mirador en que se ha transformado la antigua escombrera.
Subimos en zigzag por la zona reacondicionada, entre vallas de madera y grandes retamas a ambos lados, hasta llegar a la cima o mirador circular desde el cual se divisa, por un lado, el paisaje que hemos ido viendo en nuestra ruta, por otro, sierras y montañas cuyos nombres se van desglosando en paneles informativos, desde la Sierra de Urbión hasta la ya cercana Sierra de Santa Ana, pasando por, El Moncayo, Sierra del Almuerzo… y a unos metros e igual nivel está el Cerro Bellosillo con su vértice geodésico y una bonita vista de la ciudad de Soria.
Ya no nos detenemos y bajamos a Las Casas, en el aparcamiento dejamos las mochilas en los coches y vamos al mesón para terminar la mañana en su terraza, con las bebidas pertinentes, torreznos y cortezas.
Para finalizar bien esta crónica hay que contar el porqué del nombre de esta población y por qué es un barrio de Soria, es una historia muy ligada al Monte de Valonsadero y sus aprovechamientos.
De la relación de Las Casas con Valonsadero es sabido que hasta mediados del siglo XX los vecinos del barrio, ganaderos en su mayoría, tenían la obligación de traer los novillos el Jueves La Saca de las Fiestas de San Juan, puesto que criaban a sus toros pastando en la dehesa de Valonsadero, siendo el único lugar de Soria con cabaña brava.
Menos conocido es que la fundación de Las Casas también tiene al monte como eje y los aprovechamientos del mismo, remontándose a finales del siglo XVI cuando algunos representantes del Cabildo de los Heros se instalaron con sus familias en las inmediaciones del Monte de Tajones, para aprovechar la dehesa de Valonsadero y los terrenos de labranza de dicho monte.
Eran tierras del Ayuntamiento soriano que los casinos acabaron comprando. Los tajones se dividían en tres partes, una para la comunidad de Soria (Ayuntamiento), otra para la de los Linajes y otra para la del Común, poco a poco el Ayuntamiento se hizo con las otras dos partes y fue único propietario hasta que, en octubre de 1810, en plena guerra de la Independencia, estos terrenos de labor fueron vendidos a los vecinos del barrio, al igual que otros muchos, para reponer las exhaustas arcas municipales.
Siendo el Monte de los Tajones, con los pastos de Valonsadero, motivo de su trasladado y modo de vida, se denominó el lugar Casas de Tajones y con los años pasó a ser Las Casas de Soria o simplemente Las Casas.
Ana María Abajo – 14 de diciembre 2024
Muy interesante Ana!!! Me he enterado de muchas cosas y datos que desconocía. Gracias