Mágicos Pirineos (5 y 6 de octubre/24)

 

 

Son las 6 am cuando nos ponemos en camino, de nuevo con autobús, para seguir conociendo la gran cordillera Pirenaica, siendo en esta ocasión la zona norte  de Aragón donde nos dirigimos con un doble objetivo el del senderismo y el de  darnos unos baños en aguas minero-medicinales que de forma mágica y asombrosa son atesoradas en  el interior de las montañas que rodean los Baños de Panticosa.

En el pueblo de Panticosa, en pleno corazón del valle del Tena y famoso por su estación de esquí alpino, hacemos la primera parada animados para ponernos en ruta por esta geografía tan conmovedora.

Comenzamos a prepararnos a las puertas del bus y a la vez que bastones y mochilas nuestra bota de vino sale a recorrer nuestras bocas a la espera del aperitivo andariego que son” las pasarelas de Panticosa” recientemente abiertas (2021).

Sobre ellas vivimos una experiencia adrenalínica, desafiando al vértigo durante 800 m de distancia y a unos 100 m de altitud, por caminos metálicos suspendidos en la roca y mirando cara a cara al salvaje barranco por el que fluye el Caldarés que desciende de las más altas cumbres y que llegará al Gállego. Las pasarelas acaban en un camino que nos sube a los bunkers construidos en los años 40 y 50 y al mirador del” Tozal O Clavé” desde donde admiramos con detalle la autóctona arquitectura gris de las casas con sus inclinados tejados de pizarra; en el medio de la población vemos   la torre de la Iglesia de la Asunción y más allá el inicio del gran Valle de Tena.

Unos antiguos telesillas al borde del mirador son idóneos para conseguir una estupenda foto con Panticosa a nuestras espaldas. La bajada desde esta pequeña cumbre hay que hacerla con mucha precaución por la combinación de piedras y barro arcilloso en el suelo. El bog es la planta que nos va acompañado en este camino.

El Bus zigzaguea por una carretera de montaña, el agua murmura a nuestra derecha y a nuestra izquierda y paredones rocosos se elevan hacia el cielo; atravesamos túneles dispuestos en cierto paralelismo de arriba abajo según serpentea la carretera con la misión de dirigir el posible alud invernal hasta el río del fondo del barranco, vemos algún esqueleto de hormigón que resulta  totalmente  discorde  en el grandioso entorno montañés.

Paramos justo en la puerta del “Gran Hotel “de Baños de Panticosa que es uno de los edificios mejor conservados del Balneario junto con el Casino y la Iglesia del Carmen (1881). El Gran Hotel (1896) fue rehabilitado por Rafael Moneo en un estilo Historicista conservando la grandiosidad, ornamentación y simetría de los edificios antiguos. El contrapunto lo ponen viejos edificios agonizantes entre los que aún se puede distinguir “la Casa Belio” que fue una casa de comidas regentada por la familia Belio, afamada por ofrecer ricos menús en una gran terraza con maravillosas vistas o la Casa del Reloj.

Bajamos del autobús junto al” Ibón de   Baños “donde se recoge el agua que desciende a chorros directamente desde las cumbres que circundan el circo en el que nos encontramos a 1630 m. de altitud; Baños de Panticosa fue el lugar más alto con población y en su época de esplendor llegó a haber 5 hoteles, comenzó a crecer a mediados del S XIX y a principios del S XX era el balneario más importante de Aragón.

Desde el lago que al mediodía nos ofrece una imagen obscura con las brumas pegadas a las cumbres nos llegamos al Refugio montañero “La casa de piedra”, construido e inaugurado en 1985 y que actualmente está en activo, ofreciendo comidas y habitaciones; junto a esta casa de aspecto puramente montañero tomamos nuestra comida de mochila y empezamos a pensar en  el baño que nos espera en las termas, pero lo interesante es que la  historia termal de este lugar   comienza muchos siglos antes  de lo que pensamos ya que  en 1952 se hallaron monedas Romanas pertenecientes a la época del Emperador Tiberio dando pista de que los Romanos ya estuvieron aquí, venían desde Osca (Huesca) y Cesaraugusta (Zaragoza).A  las 17h hemos cambiado las botas y los bastones por chanclas, bañadores y gorros de piscina para sumergirnos en aguas calientes y heladas o aguas aromatizadas; nos colisionamos  con chorros gruesos  que nos masajean los músculos y chorrillos finos que nos mejoran la circulación de las piernas ; probamos  las saunas una  de calor seco, otra  húmeda donde inhalamos aromas  de eucalipto y nos echamos un gran cubo de agua  fría para descender la temperatura de nuestros sudados cuerpos para seguidamente tumbarnos en la gran piedra caliente y estarnos un ratito  vuelta y vuelta sobre ella. Sin embargo, probablemente, nos quedamos con la piscina al aire libre de agua calentita situada en la parte trasera de” las termas de Tiberio” justo donde el moderno edificio (obra del estudio Moneo-Brock) se une al circo rocoso en su parte trasera de forma que sumergidos en agua caliente sentimos el frío exterior, con un apabullante entorno sobre nuestras cabezas con el Argualás y Peña Gaborda.

Ya relajados, nos seguimos recompensando a nosotros mismos con un atardecer en el salón del Gran Hotel Continental, reconstruido también por Moneo, que nos ofrece amplísimos espacios y cómodas mesas y sillones  donde tomar un vino, cerveza o refresco y en cuyo también espacioso comedor tomamos nuestra cena a las 20h para después continuar la velada junto a   una gran chimenea circular , sencilla y vanguardista que nos  acoge  para charlar y tomar  un café  ya que en el exterior está lloviendo a cántaros y entre las conversaciones surge la preocupación sobre la” meteo” para mañana.

Los peores presagios meteorológicos se cumplen al día siguiente y no podemos hacer la ruta planificada por lo que se pone en marcha el plan B o C o D, porque estos sherpas siempre tienen otras opciones preparad y nos conformamos con un   paseo alrededor del circo que  nos sabe a poco, nos quedamos con ganas de seguir recorriendo esta orografía esculpida por glaciares que crearon las cubetas donde hoy se encuentran los Ibones a diferentes alturas, siendo sus cumbres también muy variadas y apetitosas desde el Garbo Negro que debe ser uno de los tres miles más asequibles hasta el Macizo de los Infiernos que es la más exigente.

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Disfrutamos junto a” La cascada de Argualás “que desciende del pico con ese mismo nombre y donde podemos notar que la noche lluviosa ha hecho que los cauces sean mucho más abundantes que ayer, muy ceca tenemos una de las fuentes termales cobijada por su templete que es típico de la arquitectura decimonónica con agua calentita manando continuamente.

Tras la fuente de la Laguna seguimos disfrutando del agua descendiendo por las laderas de las montañas hasta plantarnos de nuevo en el refugio de la casa de piedra desde donde emprendemos nueva caminata por un empinado camino para llegar al” mirador de la Reina”

desde donde vemos todo el valle del Caldarés ( cuyo nombre significa “aguas calientes” )y Baños de Panticosa  al completo también desde las alturas, descubriendo otros viejos barracones y edificios derrumbados. El sendero sigue ascendiendo y nos damos un baño de otoño entre grandes helechos totalmente cobrizos ya; abetos, robles, hayas, pinos….

El arbolado es muy diverso y por esta zona además aparecen acebos, el camino acaba en otra gran cascada que invade el puente por lo que nos obliga a volver por el mismo sendero donde descubrimos un punto estratégico para ver de nuevo “la cascada del Pino” cuando dos grandes chorros forman un gran salto de agua cayendo en gran pendiente y salpicándonos mientras nos hacemos fotos.

Mientras bajamos vemos algún pequeño nevero en las cumbres que han aguantado el verano y tomamos el último café de nuevo en el refugio de la casa de Piedra para ir abandonando este balneario donde acudían a curarse enfermos de pulmón principalmente y uno de ellos fue D. Santiago Ramón y Cajal que dejó reflejado el espíritu de este icónico lugar en una frase : “Grandes médicos son el sol, el aire, el silencio y el arte, los dos primeros tonifican el cuerpo, los dos últimos apagan las vibraciones del dolor”

 

Pasamos por Zaragoza y paramos a visitar a la Pilarica, sus fiestas acaban de comenzar y como no nos las queremos perder comemos nuestro bocata en plena city,

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por primera vez en nuestra historia una gran ciudad nos acoge vestidos de azul. Nos da igual campo o ciudad nosotros tenemos que completar nuestro kilometraje por lo que caminamos primero por el recinto por el parque del agua

y recinto de la Feria de Muestras, viendo la Torre del agua y caminando por el camino del Soto que nos va conduciendo hacia el gran Ebro.

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Nos hacemos una foto junto a la escultura de Jaume Plensa” el alma del Ebro” que a todos nos trae muy buenos recuerdos y recorremos el recinto ferial sorprendiéndonos sus originales creaciones con materiales reciclados, tubos, lavadoras, coladas de ropa, cocinas, espejos …. hacen que unos nos entretengamos, mientras que otros quieren meter caña a las piernas y están llegando ya a la pasarela sobre el Ebro.

La Plaza del Pilar es el fin de ruta, paseamos ente la gente, se entra a la basílica y nos tomamos un chocolate con churros en La chocolatería “La Fama” para merendar.

Llueve a Cántaros cuando el autobús nos recoge para volver a casa y volvemos pensando en que como Agnelo diría “otra ruta que queda grabada en nuestros recuerdos” y como Alicia diría también “lo mejor la compañía”, sin olvidarnos de dar mil gracias a aquellas personas que hacen posible estas excepcionales salidas senderistas.

A nuestro Moncayo lo pillamos precioso al atardecer con un gran sombrero de nubarrones, pero con el sol iluminando su base, pero quizá nos parece un poco canijo….

Emi

One Comment so far:

  1. Bonito relato, Emi, trufado de anécdotas curiosas e históricas que yo, personalmente, desconocía. En nuestras crónicas viajeras siempre hay algo que aprender.

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Posted by: soriapasoapaso on