Por el Duero. 22/6/24
El verano acaba de comenzar y es el momento de hacer una pausa en nuestro caminar semanal. Si repasamos nuestra videoteca desde que bajamos del Pico Frentes con nuestro belén, hemos recorrido desde Urbión con sus cumbres, roquedos y tejos hasta la profundidad del Cañón del Río Lobos, hemos caminado por parajes de pueblos como Cabrejas del Pinar, Villaciervos o BrÍas y hemos viajado a Cuenca, al Salto del Nervión y al Camero Viejo llegando hasta los mismísimos Pirineos. Con todas estas experiencias senderistas en nuestras mochilas cerramos contentos y orgullosos de ser pasopaseros la primera etapa de este año pegados a nuestro Duero y sus senderos, disfrutando de la exuberante vegetación que nos ofrece después de una lluviosa primavera y si a estas circunstancias añadimos que hoy nos acompaña Alberto que es nuestro experto en naturaleza y especies animales y vegetales, nos resulta una ruta muy interesante y un relatejo con mucha botánica.
Desde el barrio de las casas cruzamos la calzada frente a la gasolinera y alborotamos a todos los perros que hay en este paraje que pega a la carreta de Logroño, desde aquí descendemos la montaña por “mala quebrada” por donde nos vamos hundiendo y van apareciendo encinas y algún negral solitario, el verdor y la frondosidad van aumentando según avanzamos hasta uniros al Duero en su margen derecho de forma que lo vamos siguiendo contracorriente camino de Garray. Aunque es un paseo muy conocido, esta mañana el campo a ambos lados del sendero es un show de lozanía y colorido vegetal: podemos empezar por las espinosas que muestran su mejor cara en estos momentos como los majuelos, rosales silvestres o rosas caninas con tono ligeramente violáceo. Alberto nos muestra la mil en rama compuesta por multitud de florecillas blancas que se unen formando un atractivo conjunto. Nos llaman la atención los salix o sauces blancos cuya corteza contiene salicina de la que se obtiene el ácido salicílico que es la aspirina.
Todas las herbáceas tienen gran tamaño, entre ellas sobresale las flores amarillas en ristra de los gordolobos con sus hojas aterciopeladas, los lúpulos están en flor también y las diferentes especies de cardos se ven pletóricos, unos con verde intenso como el cardo de cardadores y otros con sus corolas moradas como los cardos marianos.
Caminamos escuchando el pasar del río a veces tranquilo, otras veces haciendo remolinos o fuertes corrientes e imaginamos formas entre los troncos caídos como la cabeza de un ciervo que sobresale del agua o nos paramos en” el árbol del abrazo “done un chopo y un fresno se han entrelazado y que nos recuerda a nuestro antiguo compañero Vicente. Encontramos en esta zona conchas pequeñitas y nos enteramos de que hay almejas de río (margaritifera auricularia). En el camino se nos explica que la raíz de una planta común con flores azules y que estamos cansados de ver al borde de los senderos es de donde se saca la achicoria.
Llegamos a Garray por las instalaciones que gestionan y miden el agua, viendo a lo lejos “el campamento Altoreal” donde se hacen las representaciones sobre la temática Numantina y aquí tomamos el almuerzo en la zona de recreo junto al puente. Venimos disfrutando de una mañana con una templada temperatura, con brumas en el cielo por lo que el sol no nos molesta, pero aquí al lado del agua nos echamos las chaquetas por encima; estamos entre sauces y chopos pero nos encanta una gran catalpa en su plena floración que está al pie del puente .Hacemos una visita al famoso restaurante “El Goyo “para tomar un café y seguir nuestra ruta por el GR 14,pegaditos a la orilla porque ahora podemos admirar las plantas acuáticas en todo su esplendor: nenúfares con sus flores flotantes amarillas y los lirios acuáticos del mismo color que adornan esta parte del río junto a los juncos. En” las Cerradillas” ya empiezan a abundar los abedules y por” tajones de la vega” la hierba nos humedece hasta el muslo, un “molinillo” de los que soplábamos en nuestra infancia retiene nuestra atención por su gran tamaño. Seguimos el paseo por la ribera del Duero con los abedules como acompañantes principales sorprendiéndonos la cantidad de ejemplares y su tamaño, muchos de ellos han nacido en racimos, también abundan los fresnos y llegamos a rincones frescos y escondidos bajo el ramaje con pequeñas lagunillas estancadas donde crecen plantas acuáticas y algas. Las raíces de los abedules sobresalen del camino y bajan hasta el río. Un gran negral que crece también en la margen del agua nos marca el momento de alejarnos del Duero para empezar a virar y tomar el camino de vuelta pasando por un pinar que parece de repoblación por la geometría que hay entre los troncos de lo que nos parece albares pero un poco más adelante predominan las cortezas rojizas de los negrales. Al acabar el pinar caminamos circunvalando una zona con animales de granja y muchas cigüeñas. Si hemos tenido poca variedad de ambientes aún nos queda pasear por” el cuarto del gallego” entre robles con sus hojas recién estrenadas también y con las olorosas dando color al suelo como el morado de la lavándula, ya solo nos queda caminar entre trigales todavía verdes y rodeados de flores multicolores llegando a la parte trasera del barrio de Las Casas a temprana hora.
Damos el merecido y acostumbrado final a esta mañana senderista con nuestro vermut, el torreznillo y haciendo un gran brindis que abarca a todo el grupo deseándonos :
¡FELIZ VERANO!
Gracias Anónimus por compartir la experiencia de la ruta con un relato tán bonito!
También me uno al deseo de un FELIZ VERANO para todo el grupo!