NUESTRO BELEN EN PICO FRENTES

 

 

Soria, 16 Diciembre 2023

 

Y van ya….unos cuantos años de tradición navideña, entrañable, emocionada, esperada y unánimemente compartida en el recuerdo de quienes ya no están, e ilusionada en la celebración de quienes acudimos a nuestro emblemático Pico Frentes a rendir tributo  a estas señaladas fiestas, con la puesta del  modesto Belén que el grupo guarda celosamente todo el año,  para que en estos días  luzca  allá arriba, donde las cumbres muestran, bajo el diáfano azul celeste,  la belleza paisajística de este maravilloso  hábitat soriano, en tanto que  las colonias de buitres escalonadas bajo nuestra mirada, realzan su soberbia presencia, hieráticos en su quietud, majestuosos cuando  despliegan sus alas para indicarnos que nuestra presencia no les ha pasado inadvertida.

 

 

 

 

Pero vayamos desde el principio. La cercanía de  Fuentetoba, punto de arranque de nuestra ruta, nos permite retrasar en media hora el despegue desde Gaya Nuño, punto de encuentro habitual de nuestras quedadas. Son las 8,30 y, con alguna baja de última hora, el resto del grupo ya enfila hacia la vecina población, donde nos espera nuestro sherpa de hoy, José Antonio.

La mañana nos brinda una temperatura típicamente invernal: apenas superamos 1º C de temperatura cuando salimos del coche. Pero no nos sorprende; es lo habitual en estas fechas, como habitual resulta la ornamentación navideña de nuestro atuendo senderista en cada uno de quienes nos hemos declarado ya irredentos devotos de este tradicional evento navideño.

Con el ánimo enardecido por la ocasión que nos brinda un año más la oportunidad de celebrar la Navidad, emprendemos el camino hacia el, para nosotros, glorioso Pico Frentes, y no tanto por su altura o  descomunal belleza ecológica, cuanto por la significación sentimental de rememorar estas fechas, con la colocación de nuestro humilde Belén en las elevaciones montañosas más próximas, que nos recuerdan la bíblica expresión : “Gloria a Dios en las alturas….”

Y allí que nos encaminamos, bien pertrechados con los atuendos invernales para hacer frente a los rigores climáticos de nuestra tierra, pero sin mayores inconvenientes para nuestros objetivos que todo buen senderista persigue en su actividad: un camino, una meta, una ilusión cumplida….

Arrancamos desde  Fuentetoba por la ruta habitual, cruzamos algunas tierras de labrantío, que hoy amanecen hirsutas por efecto del hielo de madrugada, y pronto nos encontramos en una cómoda senda que nos conduce por el camino que llevará  a nuestro destino. Pero no es oro todo lo que reluce: la senda aparece despejada en sus inicios, pero enseguida encontramos  pequeños bloques de hielo de agua helada, producto de la correntía de algún arroyo de mayores dimensiones que  inunda el camino. Y el final de este cauce aparece helado por efecto de la menor velocidad del agua, pero a medida que vamos ascendiendo el flujo  se hace más vivo y el agua nos obliga a ir cambiando de orilla a orilla del camino-arroyo para hacer más fácil nuestra travesía por estas tierras  entre encinas y carrascas.

Por fin llegamos al origen de este arroyo, que no es otro que el manantial de la conocida como “Fuente la Romana”, hermoso y  caudaloso brote acuático, agua limpia que fluye entre la espesura del encinar que lo acoge como elemento de vida que nutre este paisaje.

Una vez hemos sobrepasado el citado manantial, continuamos por la moderada ladera que nos va elevando hacia la cima de nuestro familiar Pico. Pero en esta ocasión, nuestro sherpa, José Antonio, ha querido que conociéramos otros parajes, otros relieves, otros rincones menos transitados de este intrincado encinar. Ahora, nuestro ascenso se hace más sinuoso,  hasta convertirse en  descenso por espesas quebradas que conforman las estribaciones de la sierra. Y haciendo camino, nuestro sherpa nos conduce hasta la conocida como “Cueva de los cazadores”, porque, efectivamente, la oquedad que se hunde en la tierra forma una pequeña cueva, de corto y pronunciado descenso y de escasa profundidad en su interior, que ha sido (no sé si todavía es) lugar  de reunión de los cazadores para descansar, satisfacer las necesidades gastronómicas  y comentar las incidencias de su actividad cinegética. Algunos/as curiosos /as no se resisten a  bajar hasta el interior de la misma,  para conocer de cerca los secretos de este rincón, que los cazadores han cuidado con sumo mimo para su conservación y uso que le ha sido dado.

Seguimos nuestra ruta por este fecundo bosque de encinas, que en este tiempo muestran en todo su esplendor el fruto estrella que produce el árbol: la bellota. No somos los humanos los más proclives a consumir esta “delicatesen vegetal”, así que  comentamos entre nosotros que mejor la dejamos para los sacrificados cerditos que, con su consumo, enriquecen y dan valor (¡y de qué manera!) a su apreciada carne de los cuartos traseros.

En el camino, escuchamos una advertencia de otro de nuestros sherpas, Ricardo.  El trazado que seguimos no tiene ninguna indicación direccional, ni orientación que señale hacia donde nos dirigimos.  Nuestros guías conocen perfectamente por dónde nos movemos, y para ello disponen de los sistemas de orientación que les facilitan los recursos   del conocido sistema Wikiloc o programas telemáticos similares.  Pero si en otra ocasión, advierte Ricardo, nos adentramos por este terreno sin un sistema de orientación fiable, lo último que debemos hacer es caminar  en dirección sur para buscar una salida, porque nos encontraremos todavía más perdidos. Así que lo  mejor es dirigirnos hacia el norte, en busca de la luz de la altura, es decir, salir del intrincado bosque cuanto antes, que nos indicará, sin necesidad de otras aplicaciones más sofisticadas,  el punto de orientación para nuestra ruta. Parece un consejo trivial, pero no deja de ser un recordatorio del dicho popular de que “lo fácil es lo más seguro, cuando se tienen dudas”.

Continuamos entre la abigarrada  espesura del encinar que nos  cobija baja su ramaje protector y, entre subidas y bajadas del terreno, vamos observando algunos puntos más negros en el suelo: son la huella, todavía indeleble, de que por aquí se ha trabajado el “cisco”,  o carbón vegetal, mediante la quema de madera que se transforma en carbón y sirvió  de material energético para dar calor a las viviendas. Dicho de otro modo: la prehistoria de la calefacción  de radiadores por agua caliente, la encontramos en estos antiguos sistemas de obtener energía calorífica, mediante la transformación de la materia prima  obtenida en el mismo lugar de su crecimiento y desarrollo.

El siguiente punto de interés que visitamos es el conocido como “La Sima”. Se trata de una profunda oquedad de trazo  vertical, de difícil acceso (si no es para experimentados y preparados con medios adecuados), cuyo tránsito interior comunica con otra estructura  bastante más alejada de donde nos encontramos y que constituye una fuente valiosa de información para geólogos y espeleólogos. De esta forma vamos conociendo, aunque solo sea, como en este caso, desde la puerta,  rincones con encanto, además de su interés cultural y científico, de las  estribaciones que guarda la sierra de Cabrejas.

Ahora, sí. La subida empieza a notarse en las piernas porque lo hacemos de una forma más vertical. Nada que no podamos superar con sobrada solvencia, pero además, con la satisfacción de haber recordado lugares que en otra ocasión también conocimos  y ahora volvemos a rememorar con renovada ilusión.

Nos hemos adentrado ya en la ladera oeste del pico Frentes, tal vez el tramo menos “amable” del camino por el empedrado natural del terreno, que no facilita, precisamente, un caminar cómodo.  Lo conocemos y, por eso, tampoco nos coge de sorpresa. Sabemos que en poco tiempo alcanzaremos la cima. Y mientras caminamos en animada charla los pequeños grupos que vamos formando  la hilera de andantes hacia el mismo objetivo,  pronto avistamos el cilindro hormigonado que nos indica la máxima altura de esta familiar montañita que mira a Soria. Otros años, encontrábamos por las inmediaciones del lugar algún que otro pequeño Belén que rendía tributo a la Navidad. Este año, sin embargo, no hemos visto ningún icono navideño que se haya adelantado a nuestras intenciones.

Y desde aquí, nos dirigimos por la ladera este hacia la gruta que acoge el Belén del grupo, junto a la placa que recuerda a nuestro añorado amigo Julián. El pequeño hueco que se abre en la mole de piedra sirve,  un año más, para dejar la impronta navideña en esta altura que nos empieza a resultar familiar. Nuestras chicas van colocando con esmero y cariño cada uno de los elementos  de este entrañable retrato. Los demás,  las observamos con indisimulada satisfacción por sus cuidados detalles en la colocación de las piezas, mientras   vamos abriendo las mochilas para dar cuenta de los recursos gastronómicos que cada uno ha preparado para la ocasión.

Satisfechas las necesidades más elementales, viene el momento navideño por excelencia: brindar con champan (gentileza de José Antonio) y cantar los villancicos que ya son habituales en esta celebración, aunque este año nos ha faltado la turuta de Angel con la que entonaba el no menos popular villancico andino “El burrito sabanero”. Pero el repertorio es amplio, así que cualquiera que inicia un villancico es seguido por el resto del grupo a modo de una coral consumada.

 

Dejamos el Belen bien resguardado en la gruta que lo cobija año más, mientras iniciamos el camino de descenso hacia Fuentetoba. Es la misma ruta que seguimos  cuando vamos de regreso y, por conocida, nos resulta también  familiar. No hay nieve ni humedad en el camino, por lo que salvamos las dificultades añadidas que una generosa pendiente como esta presenta para el caminante.

Y casi sin darnos cuenta, una vez hemos atravesado La Mongía,  nos hemos plantado en el punto de partida, muy cerca de la cascada que lleva el nombre de la población y que, como casi siempre, luce hermosa, pletórica de agua en su caída y múltiples variantes verticales por las que derrama  la pureza cristalina de su caudal, sinfonía  de un canto a la naturaleza más salvaje y primigenia que produce este derroche fluvial.

Solo nos queda el consabido momento del descanso, acompañado de la cerveza o el vino, que festeja, una vez más, la satisfacción de un camino pateado  en la más genuina armonía grupal. Y lo hacemos, como no podía ser de otra manera, en el bar del polideportivo de Fuentetoba. Y desde aquí, emprendemos el regreso a nuestras casitas, con la satisfactoria sensación de haber dado cumplimiento, un año más, a una inmemorial tradición navideña.

 

 

….Y LLEGO EL DÍA DE LA RETIRADA DEL BELEN

 

Soria, 13 Enero, 2024

 

Todo principio tiene un final. También la Navidad. Y hoy, 13 Enero, toca subir de nuevo a nuestro coloquial Pico Frentes a recoger lo que hemos dejado al resguardo de la gruta, que en vísperas de  Navidad rinde  tributo a las ya pasadas y entrañables fiestas.

Hoy  hacemos el recorrido por la ruta más conocida y cómoda: tomamos la ladera este a la salida de Fuentetoba, para cubrir  algo menos de  5 Km. que nos separan de nuestro punto de llegada. Hemos tenido suerte con la temperatura  y, frente a los 6 grados bajo cero que marcaron los termómetros la anterior madrugada por estos pagos, hoy nos ha salido una mañana soleada y agradable  para la práctica senderista. Y como en la subida anterior, hemos de sortear las aguas de la fuente La Romana, que inundan generosamente  la amplia senda que nos conduce hasta alcanzar los falsos llanos que dirigen al Pico Frentes. El paisaje no ha cambiado mucho desde nuestra anterior subida: parte de este caudal de agua, aparece congelada cuando apenas presenta un flujo corriente, pero enérgica y caudalosa en las proximidades del manantial.

Seguimos ladera arriba, por el camino convencional  que hemos hecho ya en otras ocasiones. Sorteamos la verticalidad de la subida tomando la moderada franja por el este, para doblar a mitad de camino hacia la parte noroeste por un falso llano, caracterizado por un suelo empedrado y cubierto de material orgánico de ganado ovino que pasta por estas latitudes.

Nos vamos acercando hacia el punto  que marca la máxima altitud, pero un hecho inédito llama nuestra atención: según nos vamos acercando al cilindro geodésico, observamos la cabecita de un animal, que exhala un leve gemido, a modo de  llamada de socorro por la situación que está viviendo.  Nuestra sorpresa es mayúscula cuando nos acercamos y, entre unas matas espinosas y  pequeños matorrales, a escasos cien metros del punto más alto, nos encontramos con un corderito recién parido, que reclama nuestra atención y ayuda. Nos frotamos los ojos para comprobar que  es verdad lo que estamos viendo: un indefenso cordero, a quien aún le cuesta ponerse  en su posición cuadrúpeda, se esfuerza por sobrevivir a toda costa. Todavía le cuelga el cordón umbilical y es visible la placenta de la madre en su proximidad. Y surgen las preguntas y los sentimientos. Los sentimientos son unánimes, (no vamos a dejarlo allí), pero las preguntas son más numerosas: “¿Dónde está la madre? ¿Dónde está el pastor? ¿Por qué ha venido hasta aquí a parir la oveja, casi en lo más alto de la sierra? ¿A quién avisamos? ¿Llamamos al Seprona? ¿O mejor a algún pastor de confianza que pueda darnos alguna pista sobre cómo proteger al animal y salvarlo de una muerte segura? Porque, de no habernos cruzado en su camino, hubiera tenido una muerte por hambre, frío o, lo que es más probable, las colonias de buitres que campan señorialmente por los altos del pico, se hubieran dado un festín inesperado con tan tierno bocadito. Al fin, una llamada de Elisabel a un pastor conocido de su localidad, nos saca de dudas: será ella quien le entregue al recién nacido, a falta de conocer el verdadero dueño de su madre, yante la falta de otras evidencias sobre la pertenencia a su rebaño de origen. Reme ha dispuesto una bolsa de uso sanitario que lleva en la mochila y  sirve, como anillo al dedo, para resguardar y transportar al  tierno corderillo. Así,  lo acoge en su regazo y la expresión del animal parece transformarse: ahora nos mira con ojos de agradecimiento. Se ha borrado de su cara el ictus de auxilio que parecía demandarnos cuando lo encontramos indefenso y solitario en un medio para él hostil.

Va  a ser nuestro invitado de honor en la retirada del Belen, a la vez que, por unanimidad, lo declaramos la mascota del grupo y alguien se encarga de “bautizarlo”: se llamará Pasito, en honor al nombre del club senderista que lo ha acogido.

.Con la anécdota del día, trufada de innegables resonancias bucólicas, nuestras chicas van retirando el Belén, con la mirada complacida del resto del grupo, a la vez que vamos abriendo las mochilas para  hacer el consabido asueto. Esta vez no corre el champan, pero sí la bota de vino que no falta en ninguna ruta y algunos delicatesen que compañeros/as  distribuyen entre el grupo. Y, mientras tanto, Reme da calor y cariño a nuestra improvisada mascota, que cada vez parece encontrarse más a su gusto bajo sus cuidados. Una vez en el pueblo, será Elisabel quien se haga cargo de ella y la cobije en su casa, hasta la entrega a la familia del pastor con la que contactó inicialmente.

Nos disponemos ya a descender por la pendiente que nos acerca hasta el aparcamiento de los coches, que en esta ocasión se nos hace hasta más amable por la anécdota vivida.

Hemos cruzado ya el emblemático convento que corona este municipio, y una vez en la calzada de estacionamiento de los vehículos, no nos podemos resistir a girar obligada visita a la ya conocida y, no por ello,  menos admirada cascada del pueblo. Y aún nos queda tiempo para disfrutar del merecido descanso en el bar del `polideportivo municipal, mientras saboreamos una refrescante cerveza o el energético tinto que alegra el momento más relajado

Hoy haremos la comida post navideña del grupo en un conocido restaurante soriano. Otro hito ya tradicional  en los usos y costumbres de estos impenitentes caminantes por los campos y montes sorianos.

Y en cuanto a la suerte de nuestra mascota, sabemos por los mensajes que nos ha mandado Elisabel, que ya disfruta de una madre adoptiva y ha sido bien acogida por el resto del rebaño  como un miembro más de esta familia ovina.

A las fechas que escribo esta crónica,  nos encontramos ya en plena cuesta  del mes de Enero. Pero nuestra cuesta más emblemática, la subida al Pico Frentes para colocar y retirar el Belén navideño, nos ha dejado el dulce sabor de la usanza navideña mejor ritualizada en nuestro sentimiento.

 

Agnelo Yubero

               

5 Comments so far:

  1. Precioso y detallado relato de nuestras andanzas y tradiciones. Unas rutas ya emblemáticas de las que disfrutamos mucho, del andar, del pico frentes y de nuestra comida para celebrar la navidad. Que este nuevo año este lleno de cosas buenas y felicidad para ti compañero Agnelo.

  2. Otra crónica para el recuerdo de una ruta y día estupendos!! Gracias Angelo.
    ( Pequeño Cordero… En esta ruta
    por partida, doble.. )

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Posted by: soriapasoapaso on