RIO LOBOS: ALGO MAS QUE UN CAÑON…..

 

Soria, 8 Octubre, 2022

 

Somos senderistas, que amamos el noble y saludable oficio de recorrer caminos en busca del conocimiento y admiración  que la naturaleza nos proporciona cada vez que salimos al campo o a la montaña. Y en nuestros variados y extensos recorridos, encontramos rutas que destacan por su vegetación, su gama de colores que acrisolan las especies arbóreas o los espinosos arbustos  que perfilan su contorno ambiental; otras, asombran por el paisaje variado y agreste que contrasta sus llanuras con otras  crestas más elevadas; no faltan las que muestran el lado más salvaje y admirado  de la naturaleza, en forma de elevadas moles pétreas que han cincelado cañones, barrancos, simas  o desfiladeros; y si además  nos ofrecen el complemento que proporciona el cauce de un río o el vuelo de un buitre, podemos decir que nos hallamos ante una prodigiosa obra natural, que se deja querer, admirar, disfrutar, sentir  su olor, acariciar con la imaginación su textura o,  sencillamente, fundirnos en su entorno y formar parte de ese cuadro pictórico que los elementos naturales han creado para nuestro deleite y contemplación.

Todo lo expuesto hasta aquí sería un compendio de lo que ha sido la ruta que hoy hemos pateado por la parte más elevada del Cañón del Río Lobos .

Sabido es que uno de los parajes más emblemáticos y visitados  de nuestra provincia es el Cañón del Río Lobos. Pero hoy el cañón lo hemos dejado a nuestros pies o, si se prefiere, bajo la mirada que otea su belleza desde un imaginario dron que escudriña su objetivo por la posición privilegiada  de su elevación sobre el terreno que vigila y controla. Ese ha sido hoy uno de los atractivos de nuestra ruta: contemplar la perspectiva del Cañón desde lo alto de las pétreas murallas que lo protegen  para visualizar con detalle  la llanura que enmarca el bello trazado de este singular rincón. Pero, además, transitamos un terreno que  nos ofrece la posibilidad de ir conociendo una serie de simas o grietas que se han formado en el macizo rocoso de su entorno, como si estos accidentes naturales quisieran ocultar otros secretos que alberga tan mítico paisaje. Es como contemplar este núcleo horadado en algunos trazos de su tejido, aspecto que nos mostrará que la naturaleza también presenta puntos débiles en su estructura pétrea, pero no por ello menos didácticos para nuestro conocimiento.

Hoy el grupo se ha reducido respecto a otras salidas habituales: podemos contarnos con los dedos de una sola mano hasta completarla. Así que el desplazamiento no presenta muchos problemas: un solo coche (el de Angel) nos sirve para trasladarnos al punto de partida de la ruta sabática.

Son las 8 de la mañana y desde nuestro habitual punto de concentración, enfilamos por la N-234  hasta  cruzar  la localidad  de San Leonardo de Yagüe, para dirigirnos a las afueras de la vecina  Casarejos, donde el wikiloc del  sherpa señala el comienzo de la ruta.

Un poco antes de las 9,00 ya estamos preparados para  iniciar el periplo campestre programado por nuestro guía. Nuestra compañera Reme se encarga de dirigir unos cortos ejercicios de calentamiento que tonifican nuestros músculos. Ajustadas las mochilas, acomodada la ropa a la temperatura de primera hora de la mañana (no superamos los 9º) y desplegados los bastones, asentamos nuestras botas sobre el cómodo suelo que nos ofrece de inicio una pista forestal con una pequeña subida, aunque a la postre será un trayecto poco exigente por la suave orografía del terreno.

Y lo primero que apreciamos es encontrarnos inmersos en el corazón del sabinar que se extiende por esta zona. La cuesta inicial pronto la dejamos atrás para adentrarnos por una cómoda llanura, donde un sol incipiente se cuela entre las redondeadas  formas de las sabinas o los enhiestos y altivos pinos. Y con él sentimos el olor que desprende este correoso árbol, capaz de sobrevivir en los suelos más difíciles y abruptos, a la vez que nos llega el inconfundible halo que emana  la humedad de la tierra, fruto de las escasas lluvias recientes que han regado estos caminos. Nos conforta la pureza del aire, que parece ensanchar y mejorar nuestra capacidad pulmonar cada vez que inhalamos el oxígeno que destila el bosque.

Sabinas, enebros, encinas, quejigos  y una cada vez más numerosa forestación de pino negral envuelven nuestros pasos, mientras nos vamos acercando a la primera de las simas hoy visitadas. Se trata de la conocida como “Sima El Torcajón”. Convenientemente protegida por un vallado de madera, nos informa en su cartel explicativo de las precauciones y recomendaciones a seguir para proteger este espacio visto desde el exterior, junto al dibujo cartografiado de la misma, fechado en 1982. Desde nuestra posición de observadores, podemos apreciar una alargada grieta que  se abre en la superficie, de unos 30 metros de longitud, por 5 ó 6 en su parte más ancha. Aventuramos de forma jocosa la profundidad de la misma por el rudimentario método de arrojar una pequeña piedra al interior y comprobar si oímos el sonido al tocar  fondo. No oímos ningún ruido, así que desistimos calcular los metros que ha recorrido la piedra lanzada a las entrañas de la sima.

Seguimos nuestro camino, confortados por la bonanza climática que nos depara esta otoñal mañana de Octubre, mientras nos vamos acercando a otra de las simas marcadas con el nombre técnico de “CJ-3”. En este caso, encontramos en el exterior y sin protección vallada, solo el poste de soporte del cartel explicativo, mientras que éste, y por razones desconocidas, se encuentra aparentemente fijado en el interior de la pared de la cueva, en una posición arriesgada para acercarse a leer la información que proporciona. Incluso, hay otro cartel informativo  a más profundidad, no legible desde nuestra posición, que, suponemos, se trata de información   técnica para los amantes y practicantes de la espeleología. Por lo demás, presenta un aspecto más reducido que la anterior en su parte externa, y cubierta de una espesa vegetación, donde predomina el arraigo del pino negral.

Continuando nuestro trayecto, hemos llegado hasta otra pequeña abertura sobre la tierra. Es la “Sima del Mirador”. A su alrededor no hay ninguna protección ni cartel explicativo de sus características, espacio, profundidad, etc. Su aspecto exterior es de reducidas dimensiones, así que, sin otros atractivos que contemplar, enfilamos nuestros pasos hacia la parte más alta del macizo que se extiende por el cañón, conformada por distintos miradores de este a oeste y de norte a sur, desde donde  tenemos una visión panorámica de la suntuosidad de este espacio, mientras podemos observar la senda más concurrida de este paseo, que transcurre desde el “Puente de los siete ojos” hasta la ermita de San Bartolomé, paralela al lecho del río Lobos, aunque desde nuestra perspectiva todo parece indicar que baja muy escaso de caudal, consecuencia de la indeseada sequía que merma la riqueza   hídrica de nuestros parajes. Y allí, en las alturas, frente a una colonia de buitres apostados plácidamente en  otro mirador que se alza en el extremo opuesto al que nos encontramos, aprovechamos para hacer el esperado descanso, acompañado  del no menos  deseado bocadillo reparador de energías. Hemos elegido un lugar soleado, pero, sobre todo, capaz de cautivar la mirada ante la belleza paisajística que proporciona esta privilegiada atalaya natural.

Y tras el asueto gastronómico, reanudamos la marcha en busca de nuevas grietas que nos hablan de profundidades horadadas en este enclave rocoso, así como de las causas que las han propiciado, como es el caso de la siguiente que visitamos, signada con el nombre de “Sima MZ-21”. En su cartel explicativo indica que esta se ha formado por efecto de las diaclasas, nombre técnico para designar la fractura de la roca que no va acompañada de deslizamiento de los bloques que se forman, excepto una mínima separación transversal. Son estructuras de deformación frágil de las rocas, muy frecuentes en la naturaleza, distintas a lo que conocemos como fallas, que sí proporcionan deslizamientos de los bloques que separan. La información que nos proporciona el panel nos da ocasión para conocer un aspecto relevante de estos fenómenos y enriquecer, aunque solo sea muy sucintamente, nuestro bagaje cultural  de la naturaleza que admiramos.

Todavía no hemos agotado la lista de cavidades por conocer. Y andando por estos parajes menos visitados del Cañón, llegamos hasta la última de las simas, bautizada con el nombre de “Sima de las Taínas”. Una detallada explicación técnica  aparece en el cartel informativo de la misma. Desconocemos el motivo del nombre, pero cercana a ella, hemos dejado atrás un par de tainas de considerables dimensiones, alguna todavía en aparente buen estado de uso, que sirven o han servido para guardar el ganado lanar que por estos pagos han pastado. Y otras de las que solo queda algún reducto ruinoso de lo que fueron sus paredes. Solo es un apunte anecdótico, sin más pretensiones etimológicas.

La pista por la que transitamos se hace cada vez más amable en su trazado y pavimento. Nos vamos acercando a nuestro punto de origen, no sin antes detenernos a observar un  extenso mapa-cartel informativo sobre el Parque Natural del Cañón del río Lobos, que nos informa de los puntos de interés y su ubicación de este extenso y privilegiado paraje en la zona occidental de nuestra provincia.

Mientras nos aproximamos al cercano municipio  de Casarejos, vemos que el bosque ha dejado también lugar  para el uso de tierras de labranza, a estas alturas ya recogido el grano y creemos que preparadas para la próxima siembra. Y junto a estas tierras, un sencillo y, a la vez, coqueto refugio para usos recreativos y, sobre todo, gastronómicos. Se le conoce como “Caseton de Casarejos”. Construido sólidamente en piedra de sillería, ofrece en su  interior una cocina baja y bancada de material de construcción adosada a la pared, mientras en el exterior un porche cubierto, equipado con mesas y bancos de madera,  protege los eventos y concurrencia que se dan cita en el lugar.

Nos vamos acercando al final de la ruta y los últimos metros los hacemos por la  carretera asfaltada que comunica las localidades vecinas  de esta zona pinariega.

Y ya acomodados en el coche para el regreso, por motivos familiares propongo hacer la parada y tomar el refrigerio de fin de ruta en  Cabrejas del Pinar. Propuesta que es aceptada de buen grado por el resto. Sin embargo, no encontramos en el municipio quien debería ejercer de anfitrión del grupo, que se hallaba en un cercano paraje del pinar cabrejano, donde se celebraba la CabForest o Feria Forestal de la Madera. No obstante, hizo honor a su condición, advirtiendo al establecimiento que estábamos invitados a la consumición. Detalle que agradecimos unánimemente, como no podía ser de otra forma.

Un poco antes de las 15,00 h. estamos en la capital, con el regusto de  haber oteado lugares, parajes, perspectivas menos conocidas de un enclave emblemático de nuestro terruño.

 

Agnelo Yubero

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