Aventura por San Román de Cameros. 22 de Octubre de 2022.
Hoy nuestras botas pasopaseras dan un gran salto desde el puerto de Piqueras hasta el “Collado de Sancho Leza” desde donde comenzamos la bajada al valle del Río Leza. Como ya nos imaginábamos la LR 250 es angosta y curvilínea y nos va introduciendo en la serranía del Camero viejo hacia nuestro inicio de ruta que es uno de los pueblos más importantes de esta comarca cuyo nombre es San Román de Cameros, ya que, entre otros servicios, cuenta con un Centro Médico Comarcal. Ya circulando por el valle vamos cruzando pequeñas localidades como Laguna de Cameros, Cabezón de Cameros y Jalón de Cameros y nos damos cuenta de que el ganado campa a sus anchas por estas carreteras poco transitadas.
San Román nos sorprende: Como buen pueblo de montaña tiene una cúspide que es la torre de la iglesia de “La Asunción”. A partir de aquí una vistosa falda hecha de calles escalonadas, desciende por una pronunciada pendiente y ya, al primer vistazo, nos llama la atención la arquitectura típica camerana, que se caracteriza por grandes casas con tres o cuatro pisos coronados por las solanas cuya función era la conservación y secado de diferentes tipos de alimentos de la huerta, tales como pimientos, ciruelas o nueces.
Por lo pronto nos tomamos un riquísimo café en el centro social del pueblo que ya está abierto y con clientela y aquí Esther y Maribel encuentran un acogedor rincón para leer un rato.
Guiados por nuestro compañero Jesús que es natural de aquí, iniciamos la ruta subiendo por el pueblo y pisando calles empedradas, pero no de forma aleatoria si no haciendo formas y dibujos, parecen mosaicos.
Vemos murales adornando calles y callejones y el monumento al emigrante con el que se quiere rendir homenaje a las personas que se fueron a América, pero no se olvidaron de su tierra y la favorecieron en muchos aspectos, como fue el caso de los hermanos Diego y Simón de Agreda, que fueron mecenas de la escuela de S. Román y que proclamaron ya en el siglo XVIII que la escuela es un lugar de aprendizaje, de descubrimiento y de libertad. La plaza dedicada a D. Simón de Agreda es el antiguo patio de la escuela, que hoy es un lugar destacado en el pueblo, con la estatua del homenajeado y con otro mural que representa uno de los medios de vida de la zona que es el ganado. Esta persona notable, nos cuenta Jesús, fundo esta escuela GRATUITA en 1789 y fue naviero, economista, escritor y político.
Un vistazo al pueblo desde el mirador de “El Solano” y llegamos a un lavadero al que se accede por un jardín con un olivo, llamado “del Chorrote”, cuya restauración dice ser un homenaje a las abuelas, madres y hermanas, ya que era un lugar de reunión únicamente femenino.
Nos dirigimos hacia el cementerio y a lo lejos, en la montaña, distinguimos la Torre de la iglesia del pueblo de Santa María, abandonado y posteriormente afectado por un incendio; vamos rodeando S Román por la parte de arriba y en la vaguada, desde el mirador del antiguo “Juego de Pelota”, vemos nuestro siguiente destino, que es el pueblo de Velilla. Para llegar, transitamos las empedradas y empinadas calles y tras pasar por zonas de huertas y frutales llegamos a un paraje de paseo llamado “El Tinte”, porque aquí se tintaban tejidos de la lana de las ovejas trashumantes que llegaban hasta este valle antiguamente.
Atravesamos por un puente con el cauce del Leza totalmente seco para llegar a Velilla, que es un pueblo casi deshabitado, que en su día fue municipio autónomo, pero que ahora pertenece a San Román. Una cantidad considerable de sus casas están restauradas en forma de casa rural para disfrute de la tranquilidad y la relajación que ofrece este lugar.
Sin embargo, esta mañana Velilla está muy poblado, no somos los únicos que quieren recorrer el pueblo y sus rincones, entre los que se encuentra otro lavadero restaurado, ya que un gran número de fotógrafos, cámara en pecho están en plena acción y de lo que estamos seguros es de que van a conseguir unas instantáneas preciosas.
Cada loco con su tema y a los senderistas nos llega el momento de subir la ladera del cerro de Santa Bárbara, es una senda exigente que va ascendiendo paralela a un arroyo, subimos rodeados de un maravilloso arbolado otoñal, al fondo oímos un poco el río, hay algún caballo en la ladera contraria. Este camino está balizado por tejas numeradas que preludian lo que vamos a ver en el top, una tejera antigua.
Dos ojos negros y vacíos que hace siglos estuvieron llenos de fuego para calentar el horno donde se terminaban de solidificar las tejas, nos hacen pensar en el duro trabajo que suponía transportar la arcilla hasta aquí en caballerías, amasarla y cocerla, en una época en la que eran aprovechados al máximo los recursos naturales próximos, en este caso para construir sus viviendas.
Otro punto importante en esta cumbre es una gran encina que sobresale de entre el resto de arbolado, así como un roble quemado que no distinguimos.
Ya en el mirador del cerro de Santa Bárbara extendemos nuestra visión hasta La Rioja, vemos todo el relieve interno del valle con montañas bajas de formas suaves y homogéneas. A nuestros pies el pueblo que protagoniza la ruta de hoy alzado entre los barrancos de Santa María y Vallejuelo con la Iglesia de la Asunción guardando el caserío; vemos las laderas montañosas peladas donde aún se distinguen bancales donde antaño se cultivaba. Lejos, pueblos entre las montañas, cuyos nombres Jesús nos va explicando. Este mirador es la zona escogida para descansar porque a los pasopaseros nos gusta almorzar con buenas vistas
Deshacemos el camino y bajamos por el ascenso anterior para encontrar las gafas de sol que Julia ha perdido y de nuevo en Velilla nos recreamos un poco más paseando, viendo otras perspectivas y esta vez nos fijamos en su puente de piedra con un solo arco y en el patio de la derruida iglesia de la Purísima Concepción.
Una lluvia de hojas nos cae al abandonar el pueblo, miramos orgullosos desde el llano la cumbre donde hemos almorzado y entramos de nuevo en S. Román de Cameros donde nos espera Primitivo Santolaya (tío de Jesús) que nos recibe con una gran sonrisa y con una llave grande y pesada que custodia la iglesia parroquial de la Asunción y que nos va a mostrar con mucho orgullo.
Es un templo del S. XVI con una única nave con cuatro capillas laterales decoradas con retablos, algunos de ellos traídos de las iglesias de los pueblos de alrededor hoy deshabitados como el de la Virgen del Rosario trasladado desde Velilla. En el centro destaca el retablo Mayor esculpido e en madera de nogal y recubierto en dorado cuyo autor es el escultor Juan José Ortega. El altar hospeda a la Virgen del Val que procede de una antigua ermita y que es la patrona del pueblo, también está San Sebastián, patrono del pueblo y la Asunción de nuestra Señora a la que está dedicada la parroquia.
A los pies de la nave, se encuentra el coro que cuenta con una sillería también de nogal de estilo neoclásico, cada asiento tiene labrado un símbolo de la Virgen y en el centro de la sillería vemos un relieve policromado de la Inmaculada. La parte central del coro es un facistol también de madera de nogal y como joya acústica un armónium de 1891 que Primitivo hace sonar para nosotros. La barandilla frontal del coro es de forja muy elaborada y tampoco nos deja indiferentes.
Nos despedimos de nuestro anfitrión que no acepta nuestra invitación de tomar un vermut porque se encuentra algo acatarrado para seguir empapándonos de S. Román con sus casonas como una del siglo XVIII que perteneció a una familia de escribanos famosos los Sáenz de Gaona a cuyos pies se encuentra una fuente donada por D. Diego de Agreda.
Muchas de las fachadas están blasonadas con escudos y Jesús nos muestra la casa donde nació otra persona prestigiosa que fue D. Manuel-Antonio García Herreros y Sáenz de Tejada que entre otros cargos importantes fue procurador general del Reino y diputado de las Cortes de Cádiz. En este pueblo hay un archivo del muy noble y antiguo solar, señorío y villa de Valdeosera, que junto al solar de Tejada son unas de las instituciones nobiliarias más antiguas vigentes en la actualidad. Su antiquísimo origen se remonta a los privilegios de noblezas concedidos en el siglo IX por el rey Ramiro I de León a don Sancho Fernández de Tejada para él y sus descendientes por línea de varón o de mujer, en reconocimiento de su fidelidad y sus gestas en la Batalla de Clavijo (año 844), nuevamente concedidos y confirmados por los monarcas desde el s. XV hasta la actualidad.
Otra tradición de nuestro grupo es tomarnos la cerveza post ruta y para ello volvemos al centro social, pero está vez no a la sala de lectura si no a la terraza donde nos refrescamos y charlamos.
Circulamos de nuevo hacia el centro del valle para asomarnos a la vertiginosa garganta que forma el río Leza, junto al Torrejón que es un gran peñón al filo de la carretera que marca la entrada a los miradores. Pasamos un buen rato asomándonos aquí y allá, sin descubrir el fondo del cañón, pero disfrutando de sus paredones calizos que parecen que descienden a un mundo sin fin en el que no hay agua tampoco.
De regreso, pasamos por Soto de Cameros donde se hacen unos mazapanes de soto exclusivos y riquísimos, pasamos por Terroba y nos despedimos de San Román, para seguir conduciendo un buen rato camino de Hornillos para subir al yacimiento de icnitas de “La Pellejera” donde se encuentra el rastro mas largo encontrado en La Rioja de estas huellas pétreas. Hay gran diversidad de formas, se han registrado pisadas tanto de herbívoros como de carnívoros. Un dinosaurio marca el lugar donde se puede ver la gran losa donde se encuentran las pisadas y las fotos con él son obligadas.
Salta la alarma en el grupo porque Agnelo comunica que su coche va escaso de gasolina ya que no contaba con estos recorridos extras, por lo que hay que pensar en alguna solución ya que no hay gasolineras por la zona. De momento la decisión es dirigirnos a comer a “Pradito Gil”.
Pradito Gil es un recóndito lugar dentro del hayedo de Monterreal y para llegar allí cogemos una pista desde el pueblo de Ajamil, cuyo recorrido se nos hace muy, muy largo; pasamos por lugares donde es probable que no se cuele un rayo de sol nunca. Comemos el segundo bocata sobre las cuatro de la tarde en este pradito entre hayas junto al refugio llamado” la caseta del tío Acisclo”. Aunque el día es caluroso el ambiente bajo hayas es fresco y sin posibilidad de siesta nos vamos de paseo por el hayedo. La excursión es corta porque ya estamos algo cansados y sobre todo porque tenemos la preocupación de la escasez de gasolina del coche de nuestro compañero, a pesar de todo este último baño de bosque es un remate maravilloso de ruta.
El sherpa toma la decisión de conducirnos hacia la gasolinera más cercana y para ello nos ponemos en marcha por” rutas de moteros” hacia Muro de Cameros, atravesamos el Puerto de la Rasa y pasamos al valle del Iregua para descender hasta la N111, cerca de Villanueva de Cameros donde la gasolinera está abierta según Google. Afortunadamente es así, la urgencia es resuelta y la tranquilidad llega al grupo.
Nuestro deseo era tomar un café en el bar de este pueblo, pero no hay ni un huequecillo donde aparcar nuestros coches por lo que seguimos camino a casa.
Ha sido un día completo y fantástico con senderismo, paisajes, historia, arte y arquitectura, bosques, montañas, abismos, amistad, buen humor y sobre todo gratitud para nuestro nuevo compañero que nos ha llevado a conocer su cuna de la que se siente orgulloso. Ciertamente solo hemos echado de menos el agua en el paisaje camerano.
Emi
Muchas gracias, Emi.
Has hecho un relato de la visita a San Román de Cameros y buena parte del Camero Viejo, de forma dinámica, alegre, detallada y fidedigna, que hace que los que fuimos protagonistas podamos revivirla tal y como fue, y los que no pudieron venir, por una u otra razón, puedan admirar el viaje casi como si hubieran estado.