RETIRADA BELEN DEL PICO FRENTES, 2022
Soria, Enero 2022
Cumpliendo el rito de todos los años, hoy, 8 de Enero 2022, hemos vuelto a subir al Pico Frentes a recoger el Belén que, en la antesala de las fiestas navideñas, dejamos en este significado peñasco montañoso, rindiendo nuestro particular tributo a la Navidad.
La mañana presenta características similares a la que tuvimos en la anterior subida: ambiente soleado y un fino viento gélido que nos recuerda que estamos en época invernal. Y como es habitual en nuestros desplazamientos a este pico, tomamos la salida desde las cercanías de la cascada de Fuentetoba, para hacer un trayecto de sur a norte, aunque no en línea recta, sino bordeando el camino que transita en dirección occidental. Evitamos así la pronunciada pendiente del ascenso por la vía más corta, a la vez que alargamos la ruta en consonancia a nuestros objetivos senderistas.
Atravesamos las últimas viviendas de la urbanización y tras un pequeño paso por alguna tierra de labranza, enfilamos una marcada senda que conduce a las proximidades del pico. El camino resulta conocido y solo el arroyuelo que forma el vertido de la fuente “La Romana” nos hace mover de derecha a izquierda para evitar el agua que todavía no se ha helado, a consecuencia de las bajas temperaturas de madrugada.
Caminamos en animada conversación sobre temas recurrentes y de actualidad. El sol a nuestra espalda ejerce de benéfico antagonista frente al aire frío que, todavía débil, sentimos de frente, cual incómodo protagonista de nuestros pasos. Ningún inconveniente, por otra parte, para nuestras intenciones. Nos hemos enfrentado a situaciones climáticas en peores condiciones.
La subida se hace amena y, hasta cierto punto, es una estampa que ocupa un lugar preeminente en nuestro álbum senderista. Probablemente, ninguna otra ruta hemos hecho con tanta frecuencia como esta.
Llegamos al llano precursor de la larga cresta que enfila hacia la cima. En esta ocasión, al contrario de lo sucedido en la marcha anterior, nadie osa desprenderse de ninguna prenda que nos protege de las bajas temperaturas. Ya sabemos que el sol lo llevamos de acompañante saludable, pero el viento, que ahora se nota con más empuje, nos advierte que pesa más el protagonismo climatológico del invierno que las bondades del astro rey.
Hemos cubierto algo más de la mitad de la etapa. Alguna compañera comenta en tono jocoso que, la falta de entrenamiento reciente en las caminatas y el exceso de los delicatesen navideños, le empiezan a hacer mella en las piernas. Pero ello no le impide caminar con soltura y sin perder el ritmo grupal.
El suelo pedregoso de este altiplano nos resulta conocido y, a la vez, anticipo de la proximidad a nuestro objetivo. Pero antes, no podemos por menos de recrearnos, una vez más, en el paisaje que divisamos desde este observatorio natural, que no por familiar deja de sorprendernos cada vez que pisamos estos suelos. En lo más cercano a nuestra mirada, y en perspectiva perpendicular, la nítida imagen de Toledillo. Un poco más hacia el norte, en línea recta y parcialmente envuelto entre pinos y arbustos, el caserío que conforma el barrio soriano de Pedrajas. Y siguiendo la misma dirección, asoma el municipio de Santervás, igualmente protegido entre la vegetación arbórea de esta zona. No son los únicos núcleos de población, paisaje o lugares de interés que podemos contemplar (en crónicas anteriores ya hemos hecho otras descripciones de este marco geográfico), solo es un apunte de la espléndida fotografía tomada desde esta atalaya montañosa, tan enraizada y cercana a nuestra ciudad.
Nos vamos acercando al enclave que marca la máxima altura. Y comprobamos que no estamos solos: otro grupo de senderistas aparecen en las proximidades del pico, con la misma intención que nosotros: retirar el Belén que dejaron los días previos a Navidad. Y ya situados junto al cilindro geodésico, observamos un pequeño Belén en la base que sirve de peana al indicador de altura, un tanto maltrecho por las condiciones climáticas a que ha estado expuesto, no obstante las evidencias de protección de quien/es se esmeraron en conservarlo a salvo.
Y a escasos metros de allí, al amparo del ramaje de una encina y en su base, encontramos otro Belén, igualmente de dimensiones reducidas, pero mejor conservado que el anterior. Nuestro querido Pico Frentes se ha convertido en un lugar de culto para honrar la Navidad y dejar testimonio de quienes, desde lo malto de las montañas, amamos ésta señalada celebración universal.
Es costumbre que la fotografía grupal de rigor la tomemos junto al vértice del pico. En esta ocasión, sin embargo, y para no repetirnos, hemos optado por dejar presencia de nuestro “paso a paso” en el sitio exacto donde permanece todavía nuestro entrañable Belén. Y allí nos dirigimos. No es larga la distancia a recorrer, pero sí un tanto incómoda, dependiendo del lugar elegido para descender unos pocos metros. Y es que el corto camino es una sucesión de escalonadas piedras, no siempre acomodadas para una bajada limpia, lo que obliga a adoptar alguna (no muy estricta) precaución para no dar con nuestros cuerpos serranos en el suelo.
Y ya nos hemos plantado en la gruta que alberga nuestro testimonio navideño. Ahí está. Indemne a las adversidades climatológicas y conservando todas las figuras y detalles que, primorosamente, colocamos en su día. Con una salvedad: en esta ocasión, no ha habido sorpresa ni ninguna caja de bombones de donante anónimo para festejar nuestra llegada. Todavía desconocemos el autor de este generoso obsequio que el pasado 18 de Diciembre encontramos en el mismo lugar que ahora nos hallamos.
María Jesús es la primera que se dispone a recoger, con esmerado mimo y cuidado, las figuras de nuestro portal de Belén, empezando por las más diminutas para evitar cualquier olvido o descuido en su retirada. Y mientras lo hace, secundada por otras compañeras del grupo, un indisimulado ambiente de resignación flota en el ambiente: se acabaron las fiestas navideñas y nos enfrentamos a la más prosaica y fría realidad de los meses de invierno. Al primero de ellos lo calificamos con el poco reconfortante apelativo de “la cuesta de Enero, donde pondremos a prueba la consistencia de los propósitos o intenciones que hemos hecho para este nuevo año. Y, cómo no, también pensando en la ilusión que generan algunas actividades de la vida que se alejan de la rutina diaria. Y entre ellas, nuestra cita senderista de cada sábado, que nos proporciona nuevos estímulos, otra mirada a nuestra tierra, cuando no nuevos conocimientos y paisajes con encanto de otras geografías allende nuestro terruño; en definitiva, otras expectativas y satisfacciones que compartimos como grupo en el sencillo hecho de caminar, conocer, admirar, aprender…,lo que la naturaleza nos pone delante.
Ya hemos recogido las figuras navideñas. Y ahora llega el momento de sacar los bocadillos y hacer la deseada pausa gastronómica. El viento que hemos traído nos da una tregua y el sol se ha convertido en nuestro mejor aliado para que este momento resulte agradable y relajado. Pero falta todavía la imprescindible foto del grupo. Ricardo, nuestro declarado fotógrafo oficial para estos menesteres, dispone los elementos necesarios: despliega el trípode, lo ancla en el suelo, coloca el móvil sobre el soporte del mismo y ajusta el sistema de retardo de disparo para darle tiempo a que él mismo pueda colocarse junto al resto de los fotografiados. Unos segundos y ya tenemos la imagen de nuestra presencia en este emblemático paraje. Pero algo no ha ido del todo bien. Así que, su criterio nos dice que hay que repetir la instantánea. Sin problema. Y ahora sí. Al segundo intento la cámara ha recogido nuestra mejor sonrisa o pose, a satisfacción del fotógrafo.
Como siempre que hacemos la deseada pausa, no faltan los elementos compartidos: la bota de vino, ya clásica, y que Ángel quiere marcar con el logotipo del grupo (a lo que el dueño no se opone en absoluto), el turrón blando que todavía conservaba Chus Gómara entre sus excedentes navideños o las nueces que reparte Enedina, constituyen también parte del menú degustado colectivamente.
Mientras ponemos en acción nuestro sistema digestivo, podemos observar con total nitidez, al oeste de nuestra posición, el blanco níveo de un conjunto de construcciones de uso industrial que resaltan sobre el paisaje. Se trata del polígono industrial de Carbonera, junto a la N-122.
Damos por finalizada nuestra pausa ritual y, una vez ajustadas las mochilas y empuñados los bastones, iniciamos el descenso hacia el punto de partida. Tomamos el camino más directo y solo algún tramo presenta pequeñas dificultades por lo resbaladizo del terreno, que se complica con su trazado más pendiente. Poca cosa y una dificultad fácilmente superable. En nuestro camino nos cruzamos con caminantes que, solos o en pequeños grupos, se dirigen también al familiar Pico Frentes.
Y en poco tiempo, nos hemos plantado ya en las inmediaciones de “La Monjía”. Estamos casi a un tiro de piedra de la base de la espectacular cascada de Fuentetoba. En esta ocasión no nos detenemos para admirarla. Ya lo hicimos en el primer recorrido. Así que tomamos los coches y nos dirigimos a Soria, no sin antes acordar que nos reuniremos en una conocida taberna del polígono industrial de Soria para apurar una cervecilla o un vinito, antes de comer. En esta ocasión, y como anécdota del día, podemos decir que nos hemos juntado todos los que hemos hecho la ruta. Es la ventaja de formar un grupo reducido: resulta más fácil poner de acuerdo a diez personas que a un colectivo más numeroso, lo más habitual en nuestras salidas. Y si la anterior subida tuvo como colofón la invitación de Mª Jesús y José Luis para celebrar el nacimiento de su primer nieto, ahora son Mª Jesús y Ricardo quienes nos invitan a la celebración del cercano cumpleaños de ella. ¡Felicidades a ella y larga vida al matrimonio!
Nos despedimos hasta el próximo sábado, sin conocer todavía cuál será la ruta a descubrir, pero seguro nos proporcionará la satisfacción que encontramos en cada una de ellas.
Agnelo Yubero
Gracias nuevamente compañero andarín por tu detallada descripción de la ruta.