LAS CUEVAS. Cañón del Río Izana y la Villa romana de La Dehesa
20/11/2021 Ruta realizada por C.D. Soria paso a paso
Con las primeras luces de la mañana nos dirigimos a Las Cuevas, al aparcamiento del Museo de la Villa romana de La Dehesa, donde está fijado el punto de encuentro para iniciar la ruta que, este sábado, reúne a 23 senderistas.
Tomamos carretera y manta y enseguida llegamos a Las Cuevas, otro trecho de carretera y tomamos el desvío hacia la derecha, hacia Inodejo; durante unos km haremos el mismo recorrido que los romeros que van a la ermita para la concurrida romería de la Virgen de esta advocación.
Vamos por pista forestal durante gran parte del camino, entre bosques de carrasca y encina. Materia prima para hacer cisco, la quema de madera era la actividad principal de la que vivían los pueblos de la Sierra de Inodejo cuando el cisco y el carbón era el combustible principal en hogares e industria. El recuerdo de este oficio se ha convertido en la actualidad en reclamo turístico y el segundo fin de semana de marzo se celebra por todo lo alto.
También durante la noche de las animas hay una fiesta muy especial, vecinos de Las Cuevas y visitantes salen de la plaza del pueblo y van en procesión por el monte, en un recorrido marcado por luces espectrales, las señales con forma calavera colocadas en los riscos y las sombras que dibuja la tenue luz de las linternas. Los asistentes buscan un lugar para ver el espectáculo, monjes con antorchas y la lectura de la leyenda de Bécquer, mientras tanto, una pira de madera se va quemando lentamente, hasta que se transforma en las ascuas que algunos valientes atravesarán con los pies descalzos y enérgicos pasos, solos o con alguien sobre sus espaldas.
En nuestro caminar pasamos ante una alargada huella de cenizas y arena, al pie de un risco y frente a unas rocas dispuestas como asientos.
Después encontraremos más lugares donde se hacía cisco, que ha ido dejando su oscura huella dibujando amplios círculos.
Cuando llevamos como 7 km. llegamos ante una pequeña laguna, donde se nos acercan un par de perros de caza, el cazador también está por allí. Por lo menos ya nos ha visto, la caza es uno de los factores de riesgo en nuestras rutas. Poco después se escuchan disparos.
Buscando un buen lugar para almorzar cruzamos el cauce seco del Izana y nos repartimos por la falda de un cerrillo.
Seguimos por el cauce, este cañón es muy complicado cuando el río lleva agua, así que hay que aprovechar la época invernal para caminar por su lecho. Los grandes riscos flanquean el paisaje donde la encina sigue siendo protagonista con algunos robles y sabinas, hasta que la vegetación de ribera hace su aparición con los chopos que han cubierto la tierra de hojas secas.
Ahí donde se unen los riscales de ambos lados, vemos la lejana espadaña de una ermita, no parece fácil llegar hasta ella.
Cito a Ricardo Zamora “… inaccesible por las tres partes con grandes despeñaderos, y levantadas rocas, y por la otra parte que mira al Oriente, y tiene entrada fácil, corren unas ruinas, y señales del muro, que antiguamente cerraba el sitio, con que quedaba hecho un fuerte y casi inexpugnable Castillo”.
No ha sido del todo inaccesible y llegamos a la cumbre donde se asienta, en una pequeña explanada, la ermita de los Santos Mártires, título adquirido a raíz del descubrimiento 1477 de una arqueta con huesos y un pergamino que los hacía proceder de los mártires romanos Sergio, Bachio, Marcelo y Apuleyo. Anteriormente al hallazgo la ermita estaba bajo la advocación de San Cristóbal y se levanta sobre un castro celtibero, cantera también para su construcción.
Blas Taracena, documentando sus excavaciones en 1924, nos habla de las ruinas de una antigua fortificación y una muralla muy gruesa donde se encontraron restos cerámicos de barro moreno del tipo céltico de los siglos VI y IV antes de Cristo. También se descubrieron viviendas rectangulares, algunas de ellas con la típica habitación subterránea o cueva para guardar los alimentos, similares a las numantinas. Estas viviendas estarían dispuestas en torno a una calle de 2,50 m de anchura, con aceras muy bajas y empedradas con piedras menudas.
Procedente de la época romana podemos ver, incorporada a la ventana de la ermita, parte de una estela funeraria con una inscripción dedicada a Valeria Titulla y su hija pequeña, encargada por otra hija.
Este cerro es una verdadera mina arqueológica, en 2009 se halló un ara que fue reutilizada con otras piedras, para facilitar el drenaje de un área donde mana frecuentemente el agua.
Altar que veremos expuesto en el museo, al cual llegaremos tras un descenso notablemente más cómodo y siguiendo la pista forestal que nos lleva a las Cuevas de Soria.
De allí nos dirigimos a la moderna instalación que protege y musealiza la Villa tardorromana de La Dehesa. Hasta la hora en que tenemos fijada la visita guiada esperamos unos minutos en el vestíbulo, en el que no faltan entretenimientos, tienda, paneles informativos…
La villa La Dehesa de Cuevas de Soria fue descubierta al construir un cobertizo en la dehesa del pueblo, a orillas del río Izana, como muestra llevaron unas pequeñas piezas de colores al recién creado Museo Numantino, cuyo director Blas Taracena supo ver la importancia de esas teselas propias de mosaico y en 1928, con José Tudela, iniciaron una excavación patrocinada por la Diputación que, dada la importancia de los hallazgos, también compró el terreno en 1929. Se trataba de una de las primeras villas romanas excavadas en la Península y la primera en ser excavada en su totalidad.
En 1944 trasladaron dos mosaicos al Museo Arqueológico Nacional, uno de ellos sigue expuesto en la actualidad. Las excavaciones se paralizaron durante años, retomándose entre 1982 y 1987 bajo la dirección de María Mariné y hasta la fecha se han venido realizando actuaciones de conservación.
Durante los años 2004 -2006 se realiza el proyecto para cubrimiento del yacimiento y en 2012 se inaugura el museo que vamos a visitar.
Al entrar podemos admirar diversas representaciones de la Magna Mather, figura tomada como representativa de la puesta en valor de las principales villas romanas de la provincia: La Dehesa de Cuevas de Soria, Los Quintanares de Rioseco de Soria y Los Villares de Santervás del Burgo.
Nos detenemos ante la maqueta de la Villa que nuestra guía nos comenta detenidamente.
También nos va a explicar algo muy interesante, se ha descifrado el monograma que se repite en mosaicos y zonas relevantes de la Villa, es el nombre de la familia propietaria de la villa, IRRICO nombre gentilicio de origen celtibérico de la familia de más relieve en la zona, que mantuvieron costumbres y dioses celtíberos a pesar de su plena romanización.
Podemos observar en el centro la I entre dos R enfrentadas y a los lados la C, cerrando el monograma con la O.
El nombre de esta familia, seguramente dedicada a la explotación agropecuaria, era ya conocido por diversas inscripciones encontradas en la zona, anteriormente mencioné el ara que se encontró cerca de la ermita de los Santos Mártires y que podemos admirar aquí en el museo.
Se trata de un altar labrado en piedra arenisca (75 x 36 cm) con corona y base que sobresalen del fuste, en cuyo campo epigráfico, distribuido en 5 renglones, puede leerse: Titus Ir/rico Ru/fi f(ilius) Ebu/ro v(otum) s(olvit) / l(ibens) m(erito), e interpretado como “Titus de los Irricos, hijo de Rufus, agradecido, cumplió merecidamente el voto a Eburos”. Eburos era un dios celtibero, asociado al jabalí.
Entramos al yacimiento por una pasarela desde donde tenemos una excelente perspectiva de los 4000 m2 del recinto. Es de planta rectangular cuyas estancias están organizadas entorno al peristilo, patio ajardinado rodeado por un pasillo con columnas y dominado por el impluvium, estanque rectangular que recogía el agua de la lluvia.
Desde nuestra plataforma vemos la zona destinada a las salas termales o baños, con la bañera y los hornos exteriores del sistema de calefacción que nuestra guía nos explica.
Después pasamos sobre estancias de cuya suntuosidad dan fe la cabecera absidial que preside todas ellas y suelos cubiertos en su totalidad por bellos mosaicos de motivos geométricos, algunos muy bien conservados, como el primero que vemos, con el monograma como motivo central, en otra estancia el monograma aparece profusamente, entre otros pequeños motivos decorativos.
Entre una estancia y la siguiente se diseñó un estrecho pasillo, para ubicar las puertas y evitar que éstas se abrieran directamente al peristilo y con ello a las inclemencias del clima, especialmente al frío de estas latitudes.
Destacan dos amplias estancias, especialmente la central que mide 150 m2 y posee cabecera en exedra semicircular, se la denomina Aula Magna. No se conocen sus funciones, aunque tendrían que ver con la vida pública de la familia, reuniones, rituales… Su mosaico está cubierto.
La guía nos explica la forma de restaurar y conservar los mosaicos, incluso en superficies hundidas, en otros se puede ver la malla utilizada para este fin, por ejemplo, en el pasillo de columnas, dicho mosaico tiene una particularidad, sus motivos decorativos formados por cubos parecen tener volumen, como modernas figuras 3D.
Las estancias de la zona izquierda estarían destinadas para uso de labores domésticas y al personal de servicio; son mucho más simples, sin decoración y con salida directa a la calle, sin atravesar el peristilo.
Bajamos al yacimiento, donde vemos de cerca algunos mosaicos y especialmente la zona termal donde se nos muestra de forma ingeniosa y simple, mediante un espejo, los detalles de la bañera como su desagüe y las teselas que cubrían su superficie.
Pasamos por un despejado espacio de exposición y ante la zona ajardinada que en la actualidad también cumplen una importante función. Comenta nuestra compañera Alicia que desde ambos actuaron los miembros de la Coral, de la que formaba parte. Sin duda, un marco maravilloso para escuchar Opera y Cantos Gregorianos, así como disfrutar de todas las actividades culturales que se realizan en los Museos de la Mather Magna.
Son más de las tres de la tarde cuando concluimos la visita, y esta jornada tan completa y plena de sensaciones y aprendizaje.
Ana María Abajo.
Muy interesante como siempre Ana, aprendemos historias interesantes con tus relatos. Gracias
Muy interesante como siempre Ana, aprendemos historias interesantes con tus relatos. Gracias