COVALORIA Y EL ABUELO 05/06/21
Volvemos a caminar por tierras de Cabrejas del Pinar, pero hoy queremos visitar un escarpado y recóndito rincón de la Sierra que da nombre al pueblo y en nuestro devenir vamos a pasar por bosques, praderas, fuentes, refugios y cuevas.
Cabrejas tiene dos fuentes, la Romana y otra con abrevadero y varios caños que hoy es el punto de encuentro pasopasero y de partida del grupo hacia la senda de las cabras que nos va elevando según avanzamos por ella; Almudena calcula que las calorías que hemos tomado en el desayuno ya están quemadas al finalizar este escarpado sendero y llegar al mirador de Maldifrades.
La mañana es ideal para desde este balcón verde admirar la inmensidad y el pueblo de Cabrejas disperso alrededor de los maltrechos restos de la torre del homenaje de su castillo medieval. Esta zona era la entrada principal desde el valle del Duero hacia las montañas pinariegas, forma parte de la ruta de Almanzor y por lo tanto fueron transitadas por huestes tanto califales como cristianas; en estos momentos no estamos pensando en moros y cristianos ni en batallas, pero todos nos quedamos un rato un poco en shock, sin poder apartar la vista de semejante paisaje hasta el punto de que tenemos que acelerar el paso cuando salimos del ensimismamiento para seguir a nuestro guía. Caminamos un buen rato al filo de la cumbre que sigue siendo un mirador maravilloso desde el que, en esta mañana privilegiada en claridad, podemos ver el valle del Duero, las montañas que lo rodean, los pueblos que lo habitan y el brazo del pantano que entra y forma la playa Pita, distinguimos hasta el Puente Brillos.
Sabinas bajas y flores, muchas flores multicolores con olores primaverales nos acompañan hasta llegar al punto geodésico de “Cabeza Gorda” (1323 m)
estamos en la parte occidental de la Sierra de Cabrejas y nuestra vista no se puede apartar del horizonte.
Comenzamos a descender el cerro hasta llegar a un humedal que tenemos que saltar y seguimos bajando y bajando, nos tenemos que desmontar por algún pequeño obstáculo rocoso del camino y vamos entrando en un bosque mixto de sabinas y pinos y carrasca que desciende ladera abajo, pero nosotros cogemos un camino hacia la derecha siguiendo un gran paredón rocoso entre el que algún osado árbol se abre camino.
Un gran campo de carrascas truferas y una pequeña laguna se ven en la hondonada, pero lo que atrae nuestra atención en este momento es un gran anfiteatro rocoso en cuya superficie descubrimos a lo lejos la embocadura de la cueva de Covaloria, antes de llegar, se pasa por otra pequeña caverna llamada “de los murciélagos”, pero éstos se han trasladado a vivir a la más amplia y
confortable cueva de Covaloria porque en cuanto nos acercamos a ella empiezan a desprenderse del techo volando en el interior de la oscuridad, los observamos un rato y los gravamos en video, probablemente hemos alterado su descanso y la verdad es que no les queremos molestar.
Nos espera un buen reto para bajar desde aquí al refugio donde queremos almorzar ya que tenemos que llegar al final del talud sanos y salvos, poniendo los cinco sentidos en dónde colocamos los pies porque éstos se deslizan solos por la falda de la montaña y clavando bastones como frenos. Julia decide directamente pasar a modo tobogán para así sentirse segura. A pesar del apuro y la concentración que requiere el descenso, podemos sentir que estamos en un viejo sabinar, aquí los ejemplares de juniperus son enormes y sus troncos muy gruesos, deformes, secos muchos y la mayoría recubiertas por un gran espesor de líquenes.
Empezamos a oír y sentir un sonido que no encaja nada en estos lugares, escuchamos el tamborileo de música fuerte porque el refugio está ocupado por un grupo de jóvenes con sus coches. Almorzamos a ritmo de botellón y tras un corto descanso, retomamos nuestro camino a cuya vera se encuentra “la Fuente Las Heras”, que es un surtidor directo desde la tierra.
Ya caminamos por el Enebral cuando nos encontramos con EL ABUELO creado y mantenido por Felipe García. Se trata de un refugio-merendero construido en torno a un gran enebro y con todo un mundo a descubrir en sus alrededores y paredes: Pequeñas hornacinas con santos, vírgenes, leyendas, historias y reliquias de cazadores y” el cocino” una pequeña cocina rústica a la que no le falta detalle. Disfrutamos como niños en este paraje tan peculiar que hoy está precioso por su verdor y lozanía y además las enebras que custodian al abuelo son unos ejemplares fantásticos también.
Cuando abandonamos la zona nos tropezamos con el alcalde de Cabrejas y tras una pequeña charla seguimos por un camino por el que las sabinas van disminuyendo en número, el horizonte se va despejando y el calor comienza a apretar, pero tenemos la suerte de que han aparecido nubes que son de gran ayuda para aplacar el sofoco. Tras pasar por debajo del mirador del Pico, asombrosamente nos vemos inmersos entre trigales verdes, la zona próxima al pueblo está dedicada al cultivo
El reloj de la torre de la Iglesia de San Millán da una campanada, que repite al poco, es la una del mediodía cuando entramos de nuevo en Cabrejas del Pinar, viendo su efímero chorrón a lo lejos hoy sin agua, pero a cambio las huertas de los lugareños están espectaculares.
Definitivamente nos encanta Cabrejas del Pinar, el pueblo, las rutas que se pueden hacer en sus alrededores y el bar” La Plaza” donde nos tomamos un apetitoso vermut con chorizo, salchichón y cecina, mejillones, anchoas y aceitunas.
La parte más importante de un pueblo son sus pobladores y tras varias rutas por pueblos vacíos hoy tenemos la suerte de charlar con cabrejanos y conocemos a uno muy especial que es el hermano de Agnelo que además nos invita a una segunda cervecita.
Se siente la llegada del verano asique en la próxima ruta nos vamos a la montaña a ver si nos hacemos un par de cumbres antes de acabar la temporada.
Emi
Majestuoso relato Emi!!! Que capacidad para plasmar toda la ruta como si la estuviera haciendo otra vez… Gracias!!!