En el Revinuesa.
15 de junio de 2019.
En nuestras dos últimas rutas hemos superado los 2.000 m y desde el Tres Provincias, Urbión y el sorprendente Zurraquin hemos divisado montañas y horizontes impresionantes que se extienden desde Burgos y La Rioja, hasta nuestra provincia.
En esta ocasión no abandonamos la Serranía norte Soriana, pero nos quedamos a los1150 m porque en esta mañana primaveral en lugar de otear y mirar a la lejanía, nos apetece escudriñar una esquinita, un triángulo verde que hemos visto desde las cimas y que ofrece una estampa famosa, junto a su fiel Zurraquín, cuando se le observa entre las patas del pétreo elefante de Urbión. Nuestra ruta discurre por el valle fluvial del Revinuesa hasta llegar a su nacimiento.
Pasamos el despoblado de Santa Inés, seguimos una pista forestal dejando la subida a la Laguna Negra a nuestra izquierda; nos da la impresión de que este camino forestal ha sido restaurado hace poco, posiblemente para reparar los desperfectos causados por los rigores invernales. Tras conducir por ella unos tres Km. aproximadamente aparcamos nuestros coches en la entrada de un camino agreste de montaña por el que vamos a comenzar nuestro circuito senderista, en un entorno natural cargado de sorpresas.
Como hoy tenemos la suerte de contar con Alberto en nuestro recorrido, el disfrute va a ser mayor porque él llamará nuestra atención sobre muchos detalles que nos pasarían desapercibidos sin su compañía y nos explicará los pormenores de la naturaleza.
Lo primero sobre lo que Alberto llama nuestra atención es la diferencia de tonos verdes del bosque porque por un lado observamos un verde oscuro que aporta el pino albar y por otro vemos un verde vivaracho y reluciente con el sol , que aporta el haya; estamos ante un bosque mixto de ambas especies en el que parece que el pino prefiere el sol y es el rey de la altura mientras que el haya se queda a la vera del Revinuesa, prefiere la zona mas húmeda, sus frondosas copas forman una cúpula que da lugar a un sotobosque fresco y umbrío. Son especies complementarias que se ayudan mutuamente y esto hace que estos bosques sean mas resistentes, mas estables y además mitigan mas el cambio climático porque procesan mas CO2.Complicidad, compenetración y ayuda mutua entre especies que da lugar a un ecosistema fascinante y muy resistente del que los senderistas disfrutamos en cualquier época del año y hoy nos toca verlo con su flamante atavío primaveral verde, lozano y florido
Aprendemos que el pino Albar también florece, podemos ver pequeños brotes en las puntas de sus ramas, entre sus agujas que son los amentos florales.
Nuestro camino se vuelve un arrastradero de madera o un cauce de agua desecado, no sabemos su origen, pero si sentimos que la dificultad en el desplazamiento según el MIDE sube a 3 puntos; piedras y rocas componen principalmente nuestro sendero pero además está cubierto de resecas ramas y troncos de pinos y hayas que nos dificultan bastante el tránsito por él, pero allá vamos ayudados por nuestros bastones no hay obstáculo que no podamos salvar.
Vamos subiendo la montaña y la compensación a nuestro esfuerzo es que nos vamos acercando al río. Ahora intentamos caminar junto a su barranquera y lo saltamos una y otra vez. El torrente va saltando entre piedras, su potencial ahora lo tiene en su fuerza, erosiona y socava el terreno por el que pasa, sinuoso, meándrico va modelando el paisaje y nosotros lo vamos disfrutando a cada paso que damos aunque nuestra marcha va siendo cada vez mas escabrosa porque la pendiente va acentuándose.
Sin embargo al ir subiendo la ladera y al ir ganando altura aparecen las cascadas por lo que nos olvidamos del esfuerzo físico que sentimos cuando vemos estos saltos de agua. Uno de ellos nos llama especialmente la atención y nos entretenemos un buen rato haciéndonos fotos sobre una gran roca plana que ha formado la cascada, además tenemos al lado un fabuloso serbal, según nos hace notar nuestro experto guarda forestal y el sol se cuela entre los pinos llegando a nuestras caras.
Otra ventaja del ascenso y otra recompensa para los caminantes es que nos vamos arrimando al Zurraquín, ya que desde el fondo de la vaguada en el que nos encontramos, levantamos la vista para contemplar la pared caliza y vemos el conglomerado pétreo de su vértice, distinguimos las lascas pingadas y vemos la aguja que cuelga sobre el valle, en la que algunos de nuestros compañeros se encaramaron hace una semana.
Las hayas nos han abandonado en el ascenso, solo nos quedan los pinos que son mas pequeños y con formas retorcidas o mellados por la intemperie, crecen en cualquier parte y de cualquier forma, por ejemplo, nos sorprende un ejemplar cuyas raíces están sobre la tierra y se asemejan a una gran araña que estuviera descendiendo por la ladera; también hay algún acebo y encontramos en la espesura del bosque bloques de roca erráticos, en uno de ellos hay una placa recordando a un senderista que murió en este lugar.
El río cada vez es mas estrecho, el bosque se corta bruscamente y aparecemos en una vega, en una llanura alubial abrazada por grises muros morrénicos, un brazo desciende desde Urbión y el otro desde el Zorraquin protegiendo al recien nacido Revinuesa. Nos asombramos y sobrecogemos, nos quedamos atrapados por este herboso y mullido seno que compone la hondonada glaciar donde nace el Río que venimos siguiendo.
Estamos en la vertiente Este de Urbión que todavía tiene una cinta blanca de nieve; el río tiene su origen de la Laguna Larga que se encuentra un poco mas arriba del valle y como frente a nosotros distinguimos un reguero de agua que baja por la ladera, nos imaginamos que ese es el desagüe de la laguna glaciar y a partir de ahí un riachuelo va circundando el valle y va horadando una gran brecha en él, en algún tramo el escuálido arroyo es profundo y su agua es cristalina y pura y aunque a alguna se nos ha ocurrido descalzarnos y bañar nuestros pies en él, desistimos de tal idea porque hacerlo sería como profanar algo puro y limpio.
Hoy la pradera es un humedal, probablemente por las recién fundidas nieves invernales por lo que tenemos que buscar un lugar mas seco subiendo un por el ribazo del Zurraquin y aquí almorzamos con este espectáculo natural frente a nosotros. Nos sentimos muy afortunados de poder ver un paisaje como éste, exuberante de belleza y tranquilidad, un estímulo que nos llena de energía positiva.
Pesarosos, abandonamos el valle siguiendo el curso del agua nuevamente y en este primer tramo de descenso vamos a caminar por la margen derecha del caudal para recorrer la falda del Zurraquin cuya pendiente esta salpicada de antiguas morrenas que allá en la época glaciar se iban moviendo lentamente con el empuje del hielo y que hoy están estancas y cubiertas de vegetación. Además de las morrenas en la escarpada pradera encontramos también grandes moles de granito unas solitarias y otras formando conglomerados y entre ellas hoy destacan los arbustos floridos como la retama que aporta su amarillo o los rosales silvestres que aportan sus flores blancas, si se mira con detalle en el suelo también vemos pequeños frutos rojos silvestres. Al lado del río las plantas herbáceas también han florecido y pequeñas campanillas y violetas adornan el verde Otra planta que observamos recién nacida es el helecho de un verde suave y tallo corto todavía, dentro de poco serán muy altos y harán el acceso a este lugar mas difícil. El descenso por el monte es rápido a excepción de los tramos con más dificultad en los que tenemos que prestar la máxima atención y poner el mayor cuidado y aún así las ramas y piedras nos juegan alguna mala pasada.
En el camino de vuelta vemos otras fuentes de agua que descienden por el bosque y van enriqueciendo el caudal principal.
Encontramos en el camino majuelos llenos de flores e incluso unos nansarones o perrochicos al borde del sendero; echamos un último vistazo al bosque al agua y a las rocas que son los elementos que marcan el carácter de esta tierra y dejamos al Revinuesa en su barranco que siga su curso hasta Vinuesa donde no hace tantos años fue una gran fuente de riqueza y alegría para los Visontinos porque movió molinos, proporcionó pesca , fue lugar de fantásticos juegos y baño para los niños, fue área de espectáculo cuando en primavera se bajaba a ver el “deshielo” e impresionaba y asustaba por su fuerza y su caudal que llegaba a tapar los ojos del puente. También provocaba alguna inundación de vez en cuando y por esto en los años 90 fue ensanchado y modificado su cauce y ya dejó de ser el mismo río, desaparecieron las truchas asalmonadas con pintas rojas en la piel, las bogas que subían a desovar en
primavera, desaparecieron las pozas profundas donde nos bañábamos y hasta desaparece su caudal en semejante anchura de lecho que ahora tiene a su paso por el pueblo. Corto recorrido de 12km, vertiginoso descenso entre abruptos territorios de montaña, río exclusivo de Vinuesa que acaba uniéndose al Duero cuando éste se remansa en el pantano y desde hoy para Soria Paso Paso un compañero de ruta a cuya vera se puede hacer senderismo del bueno, de calidad gastando bota y calorías y haciendo que la fatiga desaparezca cuando paramos respiramos hondo, escuchamos y miramos a nuestro alrededor.
Emi
Emi
Muy bien, Emi. En tu línea habitual: fina observadora y mejor relatora de lo que ves por el camino.
Me ha encantado Emi, una crónica llena de detalles