De Fuentetoba al Alto de Lutero, pasando por la cueva Pachón. 3 junio 2023

Las tormentas protagonizan la meteorología esta temporada primaveral por lo que cambiamos la alta montaña a donde se pretendía ir este sábado por los riscos de la Sierra Llana, que es el cordal meridional de la Sierra de Cabrejas.
Vamos dejando a nuestra espalda nubes negras amenazadoras en el horizonte norte cuando empezamos nuestra ruta saliendo de Fuentetoba por zona de huertas cercanas al pueblo hasta llegar a un camino de tierra donde vemos campos de cultivo; frente a nosotros los muros calizos grisáceos y blanquecinos que culminan la montaña a la que vamos a subir y cuyas faldas están cubiertas por un manto de diferentes tonos de verde; pensamos que por fin van llegando las anheladas lluvias que sientan tan bien a praderas, sembrados, huertas y flora salvaje.

Pronto este relieve escarpado y exuberante que cubre hoy la montaña pasa a ser nuestro centro de atención, porque salimos del confortable camino para acometer un potente ascenso por el “barranco del sabucar “en busca de la zona rocosa que corona la montaña y tenemos que hacer como el gallego, agachar la cabeza mirando al suelo que pisamos e ir paso a paso ascendiendo cada cual a su ritmo: así pues no perdemos detalle del pavimento calizo que es como un gran mural de formas, texturas y colores : entre el verde de las plantas rastrojeras aparecen florecillas multicolores, llaman la atención los pendientes de la reina de color fucsia y manojos de florecillas azules, los diferentes tipos de cardos muestran sus flores con unos colores vivos también, las aliagas pinchan como demonios porque están empezando a renacer sus púas, al levantar un poco la vista vemos los rosales silvestres llenos de pequeñas rosas y hay un olor maravilloso a espliego y principalmente a tomillo que nos va embriagando y ayudando a respirar mejor en el duro ascenso.


Ya al lado de la pared rocosa, comenzamos a disfrutar de las vistas sobre Fuentetoba, de los campos sembrados aledaños y del cielo, con una bruma oscura que desciende en forma de tormentas lejanas. Una gran colonia de buitres están tomando el sol en el borde del precipicio mientras vamos ascendiendo hacia sus nidos y al subir pisamos un camino más abrupto hasta llegar a una zona que Agnelo llama “terreno caprino” porque tenemos que ponernos a cuatro patas para pasar entre rocas y a partir de aquí subir otro repecho para llegar a una gran meseta kárstica a cuyo filo vamos a ir caminando; los buitres se lanzan a volar a nuestro paso y seguimos andando hasta llegar a un extremo de la planicie llamado el ” alto de Peña Cruz “que está regentado por una solitaria encina de copa redondeada en la que también hay combinación de verdes oscuros y claros porque está reponiendo sus hojas; desde el punto geodésico de esta modesta cumbre empezamos a bajar por terreno caprino nuevamente para encaminarnos hacia la cueva pachón, al cobijo de los farallones primero y mas tarde sobre terreno inclinado con exuberante vegetación de nuevo, nos llama la atención una gran planta espinosa con forma redondeada que parece un cojín “de la suegra”, según Chus, o alguna otra que tiras rojas que no sabemos identificar.


Mientras subimos al abrigo de la cueva, un gran búho o un pájaro similar sale volando de alguno de sus agujeros asustado también por nuestra presencia. El suelo de los alrededores de la cueva Pachón tiene una tierra negra con aspecto fértil y productivo y en esta caverna en la que antaño debió de haber un aprisco ganadero tomamos el almuerzo cómodamente sentados entre rocas como si estuviéramos en un gran balcón desde el que controlamos el páramo de Villaciervos, atravesado por la N 122.
De vuelta en la altiplanicie, en la parte superior de la cueva, vemos que ahora la tormenta viene por el sur y pronto avistamos una cima al final de un calvero en posición oriental al que unos cuantos nos animamos a subir asumiendo el reto que nos marca nuestro sherpa de que hay que hacerlo a buen ritmo para después dar caza a los compañeros que ya empiezan el descenso.
Conseguimos el objetivo de llegar a lo alto del Lutero (1348m) mientras oímos truenos en la lejanía por lo que poco nos entretenemos en la cima y nos abalanzamos ladera abajo sin abandonar el ritmo ligero para enfilar el camino de la “cuesta de la reina” que es estrecho, pedregoso y abrupto, pero lo tenemos flanqueado por miles de florecillas blancas al principio, aparece la gama morada después o al amarillo marcado por el diente de león más adelante; porque irremediablemente seguimos mirando al suelo, no sabemos si es porque está muy bonito o porque tenemos miedo de tropezar. En esta ladera nace el río Mazos, pero tampoco hoy tenemos la suerte de ver su surgencia ya que en la ruta anterior (diciembre de 2020) paso lo mismo. Se nos muestra los restos de una antigua

cantera de la que se extraía tierra blanca y Félix y Chano recuerdan que próximo a este lugar había unas pozas precisamente con arena blanca donde ellos se bañaban cuando eran niños. Los compañeros que bajaban primero dan una vuelta por esta zona mientras que los que bajamos del Lutero seguimos nuestro paso apresurado hasta llegar nuevamente al camino de tierra que nos lleva al pueblo y es aquí donde ya echamos el ojo a nuestros compañeros. Ya más tranquilos viendo el pueblo y al resto del grupo volvemos la vista atrás y divisamos de nuevo las extensas laderas del macizo con sus típicos frentes de filones de roca caliza por cuyas planicies hemos caminado hoy y la tormenta que se va acercando, puntual sobre las 14h, según la predicción meteorológica de esta mañana.
Entramos a Fuentetoba por una zona fresca llena de arbolado, vegetación y un animado río bajo un puente de madera que nos hace aumentar el deseo de tomarnos un aperitivo fresquito y descansar porque las piernas llegan un poco flojas. Desde el bar de la piscina vemos allá arriba la encina solitaria en dónde hemos estado y nos sentimos contentos y orgullosos por haber conseguido un día más el empeño pasopasero de llegar allí donde no nos imaginábamos que podríamos llegar.
Emi

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Posted by: soriapasoapaso on