CELEBRANDO LA NAVIDAD EN PICO FRENTES
Soria, 17 Diciembre, 2022
Ya es una clásica del grupo: la puesta del Belén en el Pico Frentes, junto a la placa que recuerda a nuestro compañero Julián. No podíamos faltar y, un año más, hemos subido hasta el entrañable y familiar Pico Frentes para rendir culto a la Navidad. No somos los únicos; en años anteriores hemos visto belenes testimoniales en otros puntos de este emblemático peñasco. Igualmente, en la sierra del Urbión, los pueblos pinariegos de sus alrededores suben hasta lo más alto de sus cimas, con nieve , hielo o niebla, para mantener el espíritu navideño, que, desde los años 50 del pasado siglo, se ha hecho ya tradicional este ascenso, que simboliza la entonación del “gloria a Dios en las alturas” .
Antes de las 9,00 nos encontramos ya en las proximidades de la cascada de Fuentetoba. Nos ha amanecido un día blanco y resplandeciente: el sol se une a nuestra fiesta y aunque la mañana todavía muestra los rigores de una severa escarcha nocturna, la bonanza climatológica será una aliada de nuestra ruta. La hemos hecho varios años, por lo que pocas novedades nos depara en lo concerniente a descripción paisajística o nuevas sensaciones no descritas anteriormente. Pero no faltarán la anécdota graciosa o el comentario jocoso en las variadas y prolongadas conversaciones, mientras nos disponemos a enfilar la senda que conduce hacia el punto geodésico de nuestro familiar pico. Y, como todos los años, no falta el reparto de componentes ornamentales navideños antes de ponernos en marcha (gorros, coronas de estrellas, barbas blancas, etc.), que Reme distribuye entre los asistentes, “hasta donde llegue”, como ella dice, amén de otros originales atuendos, como el sombrero de inspiración anglosajona que luce Ricardo, y que remata con unas simpáticas patitas de animal, en lugar de las clásicas estrellitas o lacitos, más propios de la decoración navideña.
Dejamos atrás las últimas viviendas de la urbanización y enseguida nos adentramos por el bajo monte próximo a Fuentetoba, para encontrar las primeras encinas que bordean este espacio. Alberto, nuestro experto y asesor medioambiental, nos recuerda que el fruto de este árbol, la bellota, está ahora en su mejor momento para ingerirla. A lo que, de forma más o menos irónica, convenimos que no es costumbre extendida tomar un aperitivo de bellotas, aunque sí echamos en falta la crianza de ganado porcino por estos pastos para que el producto tuviera un mejor y más aprovechable rendimiento en alimentación ganadera.
Pronto abordamos el reconocido camino que va ascendiendo hasta la cumbre. Y lo que en condiciones normales es una senda cómodamente transitable, en esta ocasión la encontramos convertida en un arroyo alimentado por las aguas que generosamente brotan de la conocida fuente “La Romana”. Ello nos obliga a ir sorteando, de forma relativamente fácil, el caudal que cubre el suelo hasta llegar a la citada fuente, donde podemos contemplar el borbotón de agua que emana del subsuelo, consecuencia de las deseadas y beneficiosas lluvias de los últimos días.
Hacemos la subida, como de costumbre, a media ladera, aunque podríamos optar por un camino más corto, pero con una pronunciada pendiente, que dejamos para el regreso. El trayecto se hace cómodo y amable, por cuanto apenas notamos la elevación del terreno que vamos ganando metro a metro, incluso atravesamos espacios llanos que relajan nuestro caminar y nos permite conversar distendidamente de los temas que cada uno transmite al grupo. Y así, Esther, a pesar del fuerte resfriado que le aqueja, no ha querido perderse este año la cita con el Pico Frentes por estas fechas. Y Almudena nos cuenta curiosidades y sensaciones del reciente viaje que ha hecho a Egipto, junto a otras compañeras del grupo, y algunas anécdotas e incidentes surgidos durante el mismo. Y entre sus impresiones, la fascinación que ejerce al visitante la historia y cultura de un país milenario, que hablan de una inteligencia poco común de esa época, con obras artísticas y arquitectónicas inmortales para admiración de sus visitantes.
Y mientras escuchamos a Almudena, a corta distancia de nosotros divisamos la figura de un elegante perro mastín que nos mira quieto y sin ademán agresivo. Alguien del grupo, conocedor/a del comportamiento canino, advierte que viene en son de paz y así lo recibimos. No nos defrauda y enseguida el altivo can se muestra cariñoso también con nuestras muestras de amistad. Suponemos que ha estado (o sigue estando) de guardián de un rebaño de ovejas que hemos avistado a cierta distancia, pero alejado de nuestro camino.
Vamos consumiendo kilómetros. Ahora por el suelo pedregoso y la penillanura de Los altos de la Celada que nos acerca al vértice de este paraje montañoso. Camino con Miguel, nuestro benjamín del grupo, que me informa de la jornada que tendrá que hacer esta noche en la residencia de “Los Royales” y su plan de trabajo cuando llegue. Y asegura que no es igual realizar una marcha senderista antes de hacer una jornada nocturna de trabajo, que enlazar este tipo de jornada con una ruta de las nuestras. Opinión que es compartida posteriormente por Rosi (a la que recibimos con evidentes muestras de satisfacción cuando se ha presentado en Gaya Nuño, porque no la esperábamos y, tras un largo período de convalecencia, se incorpora a nuestras rutas), puesto que ella, confiesa, hizo esta segunda opción en alguna ocasión, pero no tiene intención de repetir. Decisión comprensible y razonable.
Y poco después coincido con José Antonio y Ángel, que me comentan algunas iniciativas que han debatido en la junta de Gobierno para proponerlas a la Asamblea el próximo mes de Enero, con el fin de hacer más eficiente la salud económica del club y, si es posible, incrementar la participación de sus componentes en las rutas. Pero esta es ya otra crónica que no tiene cabida aquí.
A lo lejos divisamos el poste geodésico que indica el punto de máxima altura (1375 m.) Y allí parada obligada para la ritual fotografía del grupo que Ricardo, cámara en ristre y su trípode extensible, coloca cuidadosa y profesionalmente sobre el mejor asiento fotográfico para recordar, un año más, nuestro paso por esta estribación montañosa.
Todos sonrientes y satisfechos por plasmar nuestra imagen en la insuperable cámara de Ricardo, tomamos un corto camino descendente que nos llevará al pie de las paredes que bordean el Pico Frentes. Y en este breve descenso, podemos contemplar un suelo saturado y casi alfombrado de excrementos de ovejas que han pastado por este contorno, lo que hace lamentar a una compañera del grupo, en un tono humorístico y festivo, no disponer de una bolsa de plástico, de considerables dimensiones, para recoger parte de este preciado fertilizante biológico y esparcirlo por su huerto doméstico. “Otra vez será….”, le consolamos a nuestra compungida compañera.
Estamos en una cortante y rocosa pared del Pico, rincón escogido en los dos últimos años para instalar el Belén, y comentamos la anécdota del año pasado: en el mismo lugar encontramos una generosa caja de bombones, con una elogiosa dedicatoria de un desconocido donante, que nos entretuvo haciendo cábalas sobre el autor de la misma. La incógnita la resolveríamos dos meses después, cuando hicimos una ruta por Morón de Almazán y en lo alto del castillo nos esperaba un regalo similar y casi idéntica dedicatoria. No fue difícil averiguar que el autor de ambos regalos era un compañero de esta localidad, que hizo de guía por los dominios de su municipio. Chema nos sorprendió gratamente en ambas ocasiones.
Y acomodados en el lugar, debatimos si hacemos primero el almuerzo y ponemos luego el Belén o viceversa. Optamos por la primera solución…menos Gema, que se afana en ir colocando las pequeñas piezas del Belén en un hueco de la roca, a modo de pequeña cueva horadada en la misma, no sin antes añadir un toque de humor: y es que los componentes navideños los ha trasladado Mª Jesús en una caja, con el logotipo de una conocida multinacional de reparto de paquetería. Ante el jocoso comentario de Gema por este hecho, Chus responde resignada:” ¡hija, la que tenía a mano!”. Pero, además, a mano también ha tenido la destreza de confeccionar una original estrella de Belén, con los colores y el logo del club, que queda instalada en lo alto de la cueva natural. Y allí, al ladito del Belén, la placa impoluta clavada en la pared, que nos recuerda a Julián.
Y mientras Gema va consumando su obra, el resto hemos tomado asiento sobre las salientes piedras del suelo que facilitan un más que confortable acomodo campestre para ocuparnos del bocadillo. Lo que hacemos con la satisfacción que da el descanso y las viandas de todo caminante. No falta la bota, como tampoco podían faltar los delicatesen navideños que se reparten por uno y otro lado: Mercedes nos sorprende con un exquisito turrón que ha elaborado ella misma, como muestra de su aprendizaje en un curso de cocina, panadería, repostería y…algo más. Siempre en tono de humor y excelente camaradería, le preguntamos si en lugar de un curso ha hecho un máster, a juzgar por lo exquisito del producto que nos ofrece. Y Almudena reparte unas barritas de turrón, que llama” ducaditos”, porque son estrechas y alargadas, del tamaño de un cigarro, aunque tienen geometría cuadrada. Y, cómo no: insustituible la degustación de sidra (el champan lo dejamos para situaciones más sedentarias) que Elisabel reparte generosamente a todos, mientras Alberto abre una bolsa de biscotes o exquisitas galletas de variados sabores que hacen las delicias de quienes las probamos.
Y como colofón de nuestra presencia en este lugar de culto navideño, acompañamos el fin de fiesta con los villancicos del particular repertorio que canta el grupo, acompañados de la turuta que hace sonar Ángel con maestría y su peculiar versión, cuando canta, del popular villancico venezolano “Mi burrito sabanero”. antes de emprender el regreso, no nos resistimos a contemplar las colonias de buitres que posan plácidamente sobre las cimas de los pináculos roquedos que se elevan por la cara más meridional del Pico Frentes. Después, los veremos en sincronizado y masivo vuelo planeando sobre nuestras cabezas.
Hacemos la vuelta por el camino más corto y más pendiente, aunque exento de riesgos por heladas, nevadas u otras situaciones climatológicas, hasta llegar a la Monjía, desde donde nos dirigimos a los pies de la cascada que recibe el nombre del municipio. En esta ocasión, se nos muestra exuberante y pletórica de agua y belleza natural, por la misma razón que hemos citado para el caso de la fuente “La Romana”: las lluvias recientes la han dotado de su elemento natural en grado magnánimo, hasta el punto de que su espectacular caída desde 20 metros de altura le confiere una singular belleza por la forma piramidal que muestran sus distintos vertidos, acrecentada en la limpia y cristalina agua que se remansa a los pies de su derrame. Y en este ambiente de aguas transparentes, encontramos la nota anecdótica del día: una pareja de chavales jóvenes, ante nuestra sorpresa, no han resistido la tentación de sumergirse en las frías aguas en una de las balsas naturales formadas a los pies de la cascada. Y Ángel, que ha captado la imagen en su móvil, le ha dado un título irónico y sugerente: “dos de Bilbao”.
Dejamos la cascada, absortos en la contemplación de esta explosión de riqueza paisajística espontánea, y nos dirigimos al bar del polideportivo del pueblo a completar nuestra jornada con una tranquila y relajada conversación, ante la cerveza o la copa de vino que sirve de pretexto para asegurarnos un rato distendido de descanso, antes de emprender el regreso a la capital.
Arriba ha queda nuestro testimonio a la Navidad. El próximo 7 de Enero iremos a recogerlo. Hasta entonces, ¡feliz Navidad a todos/as amigos/as, compañeros/as del grupo y felices días en compañía de los vuestros! Un abrazo.
Agnelo Yubero
Ruta especial y emotiva para los pasopaseros, cómo os he echado de menos. Gracias a tus palabras he participado en ella y en vuestras conversaciones. Feliz Navidad Agnelo.