QUEJIGARES DE GÓMARA-NÁJIMA  14/11/2020

 

Este sábado vamos a conocer un paraje que ya en principio nos sorprende porque caminaremos entre bosques de encinas y quejigos, a pesar de dirigirnos a los campos de Gómara, sinónimo de extensos campos de cereal y, en estas fechas, de los surcos abiertos para la sementera, de los diversos marrones de las tierras recién labradas o en barbecho, del verde incipiente de los ya sembrados…, y el horizonte siempre diáfano.

Hemos acudido 18 senderistas a la ermita de Ntra. Sra. de la Cabeza el paraje es precioso, está ubicada en una explanada rodeada de una extensa y agradable arboleda con su merendero y fuente, lugar muy cuidado y al parecer frecuentado, no sólo los días de la romería que allí tiene lugar.

Enseguida iniciamos la marcha siguiendo los pasos de nuestro presidente y hoy guía, José Antonio, que nos va a mostrar parte de estos casi desconocidos Quejigares de Gómara y Nágima pertenecientes a la red natura 2000. Propuesto como LIC en 2004 para su protección y conservación.

En dicha propuesta se detalla información ecológica, usos del suelo, tipos de hábitat, fauna etc. así como la siguiente descripción del medio en el que hoy nos vamos a mover:

-El LIC propuesto como Quejigares de Gómara está situado al SW de la capital soriana. Constituye un espacio natural compuesto mayoritariamente por bosquetes de quejigo y encina.

-Calidad e Importancia: Es una de las masas más extensas y excelente representación de los quejigares sorianos. En la zona nidifica el águila real y existen ejemplares de Canis lupus (Lobo).

-Vulnerabilidad: Las amenazas están relacionadas con las reforestaciones forestales, los parques eólicos. Posible construcción de vías de comunicación.

Pero mejor conocer directamente este bosque mixto, las hojas de ambas especies arbóreas son muy similares, aunque ahora en otoño se diferencian perfectamente por su color, perenne y siempre verde la encina, caduca y en este momento ocre la del quijigo.

Así que comencemos a caminar entre los verdes oscuros de las encinas y los amarillos de los quejigos. Poco después de pasar el puente del río Nágima vemos a lo lejos el viejo molino de Serón con un frontón desmochado, el edificio está abandonado pero durante un tiempo fue un lugar de ocio para los jóvenes del contorno. Nos cuentan José Antonio y Reme que además del frontón había una piscina y también celebraban verbenas, pero ya solo quedan ruinas, ya es historia.

Y anteriormente hubo otras historias, más lejanas en el tiempo pero que aún se recuerdan, de cuando el molino realizaba la función para la que fue construido, historias de la guerra civil y de la posguerra, de las señales con trapos blancos y negros tendidos que avisaban a los agricultores cuando llegaban los que iban a confiscarles el trigo y la harina.

Continuamos nuestra ruta que nos lleva durante unos kilómetros por un cómodo camino, hasta que nos metemos por el monte y después de un pequeño ascenso nos encontramos con una maravilla, una atalaya medieval recortándose contra el cielo azul y rodeada de encinas, está casi en ruinas pero aún conserva su prestancia.

Es la Atalaya de Bliecos o Torre del molino, nos dicen en la web Castillos de España lo siguiente:

Esta atalaya pertenece seguramente a alguno de los sistemas de vigilancia y control territorial organizados por el califato de Córdoba en la Marca Media en el s. X o comienzos del XI.

Torre circular de 6 m de diámetro con muros de aparejo de mampostería bien careada y sillarejos dispuestos en ocasiones en opus spicatum de 1 m de espesor sobre una base más ancha, de 1,7 m. en un escalón que sólo se muestra en el interior. A la altura del primer piso, marcado por este escalón, hay un orificio que debe de ser la entrada original. Conserva 8 m de altura, pero no la coronación original.

A merecido la pena subir a verla, pero hay que volver al sendero abierto en el bosque y seguir un itinerario que pronto se va a dividir, el grupo es consultado y unos continuarán siguiendo el camino y  otros subiremos al Cerro Pinilla. Los quejigos se quedan atrás, solo hay encinas, incluso éstas empiezan a escasear. La subida no es dura pero con las mascarillas cuesta bastante más así que como vamos a una buena distancia los unos de los otros, algunos optamos por apartarla.

Vemos dos rapaces que alertadas por nuestra presencia huyen del Risco Pinilla. Cuando llegamos el panorama que divisamos es único, a un lado los campos de cereal brindando los colores de esta fase agrícola,  un tapiz elaborado con toda la gama del marrón; rodeando estos campos extensas y espesas masas verdes de encinar y ocres de los quejigales.

Además de la increíble panorámica, aunque no lo hemos visitado, en Cerro Pinilla podemos encontrar un castro celtibero.

Caminamos por el monte durante un buen trecho, a veces por zonas intricadas en las que es muy fácil perder el contacto visual. Estamos en pleno bosque entre oscuras encinas con sus bellotas ya maduras, los líquenes confirmando la pureza del aire también forman parte del ecosistema de este bosque y no sólo están envolviendo las ramas, hoy descubrimos una especie de liquen u hongo salpicando el suelo como piedrecillas blancas pero con una textura blanda. Poco después pasaremos sobre una mullida hojarasca parda, es de los quejigos que comienzan a perder su hoja.

También encontramos árboles secos de gran porte y figuras fascinantes. Aunque quienes realmente han estado disfrutando de de los árboles centenarios han sido los compañeros que optaron por continuar la ruta siguiendo el camino.

Alcanzamos a la cota máxima de altura de la ruta (1107 m.) cerca de unos corrales y desde allí ya se va descendiendo. Como a un km de distancia los compañeros nos esperan en la explanada del refugio de cazadores, un lugar estupendo para tomar el almuerzo, con una caseta bien cuidada, una fuente e incluso una mesa y bancos de piedra, y un poco más alejada una charca de aguas transparentes.

Reponemos fuerzas, que todavía nos quedan unos seis kilómetros por delante y volvemos al sendero, aunque se camina perfectamente, está húmedo y han quedado marcadas las huellas de los animales que han cruzado por aquí muy recientemente.

Pasamos frente al Cerro Pinilla y podemos apreciarlo en toda su extensión y bajo otra perspectiva. ¿No os parece su cresta una sierpe? Quizá protectora ancestral del castro celtibero, de encinares y quejigales, de sus mamíferos, aves y reptiles, de los arroyos y fuentes.

Siempre fue un lugar de importancia comunitaria pero, como se comentó anteriormente, ya está reconocido como tal y protegido desde su calificación como LIC (Lugares de importancia comunitaria. Son zonas de Europa designadas de interés comunitario por su potencial contribución a restaurar el hábitat natural, incluidos los ecosistemas y la biodiversidad de la fauna y flora silvestres.)

Los ríos, arroyos  y fuentes son una parte vital de este bosque y desde la caseta de cazadores venimos paralelos a uno de ellos, el arroyo del Campillo o de Pinilla, del cual mana el agua de una fuente que lleva el mismo nombre que el cerro y que el arroyo, la Fuente de Pinilla que abastecía de agua a Tejado hasta aproximadamente el año 1940, aunque tenían que venir con caballería a recoger el agua porque el pueblo está bastante alejado, también iban a por agua al Molino que hemos visto anteriormente.

Desde la fuente quedan como 3 Km. para llegar y el paisaje va cambiando, el cauce del río Nágima no está muy lejos se divisan choperas que aún conservan sus copas doradas, al inicio de la ruta también vimos arbolado de ribera pero con sus ramas ya desnudas.

El cielo que ha estado tan despejado se ha ido nublando y ya ha caído alguna gota pero, por suerte, apenas se dejan notar y terminamos la ruta ante la ermita de Ntra. Sra. de la Cabeza sin que descargue la lluvia.

El templo e imagen tradicionalmente han sido objeto de gran devoción, con peregrinaje en sus romerías. Siendo muchos los que también venían a tomar las aguas de la fuente que, según cuenta la tradición popular, manan bajo el templo y a las cuales se les atribuyen propiedades para curar el dolor de cabeza.

Una vez más, se une la devoción hacia una imagen mariana y su santuario con la proximidad de antiguos castros celtiberos. Y ya sabemos que en Cerro de Pinilla existen restos de esta cultura que convertía determinados bosques en lugares sagrados, que han sido posteriormente respetados y reverenciados.

Y en este lugar tan especial concluye esta sorprendente y bonita ruta otoñal a los Quejigares de Gómara y Nágima.

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Pero el relato va a continuar con la visita a dos interesantes pueblos del entorno, que Soria paso a paso ya visitó. Iniciando el viaje de vuelta, Reme nos habla del convento recientemente restaurado que hay en Bliecos, a Almudena y a mí nos encanta la idea de visitarlo y allí dirige el coche; Ricardo y Chus han tenido la misma idea.

Nada más llegar llama la atención la original escultura de un monje regordete, de tamaño y colorido natural, que lee sentado bajo una gran encina. Hay un tocón a la altura justa para fotografiarse o hacer silenciosa compañía a este monje que tiene un gran parecido con Beethoven.

Muy cerca está el convento y Reme nos cuenta a los cuatro cómo fue el proceso de su restauración, nos habla con mucho cariño del antiguo párroco de Bliecos y pueblos de alrededor, don Florentino García Llorente (recientemente fallecido) muy querido por todos los que le conocían y un hombre muy interesado en la cultura en general y que ésta llegara a todos. Además de sus muchos quehaceres pastorales le gustaba escribir y pintar y a él se debe la restauración de las iglesias que estaban a su cargo y lo mismo hizo con este antiguo convento, en su día, dependiente de Santa María de Huerta. Conozcamos algo de su historia:

La iglesia parroquial de San Millán de la Cogolla estaba vinculada al monasterio de Santa María de Huerta desde 1229, cuando el arzobispo de Toledo Rodrigo Jiménez de Rada donó a este monasterio, Boñices, Bliecos y la casa solariega de su familia los Hinojosa, donde él se crió y que había heredado de su madre, hermana de San Martín de Finojosa, primer abad de Huerta. La donación se realizó con la condición de que siempre estuvieran atendidos pastoralmente por un monje del monasterio cisterciense y así se mantuvo hasta la desamortización de Mendizábal.

De aquellos tiempos quedaron algunas edificaciones como la Casa Prioral, que es el edificio de amplia fachada que domina el lugar. Durante mucho tiempo estuvo dividido en viviendas particulares y con su restauración ha quedado nuevamente unificado y listo para ser sede del museo que proyectaba D. Florentino.

Dispone en su parte posterior de un patio, cerrado con una verja que  nos permite ver su interior, siendo otro de sus lados una edificación con puerta con arcada y un par de ventanas de aspilleras, también hay otros dos ventanales en arco divididos por una columnilla, que aunque son nuevos van acordes con el edificio y quedan perfectos… Es interesante pero las miradas se han ido directamente al centro del patio, al viejo pozo recién recuperado y flanqueado por las esculturas de dos monjes en actitud de coger agua, que como la del monje de la encina son obra de Miguel Ángel Rodríguez, cuyo trabajo seguiremos admirando en Nomparedes.

Las calles y jardines de este pueblo, perteneciente al Ayuntamiento de Tejado,  se han convertido en un museo al aire libre, exponiendo verdaderas obras de arte elaboradas con las piezas de los aperos de labranza y otros materiales reciclados. Encontramos arboles, coloridas y grandes flores metálicas, espigas elevándose hacia el cielo, una figura femenina de cabello ondulado, preciosos girasoles y un caballito de Soria,  un ciempiés y un lagarto, jardines asombrosos, muros por donde serpentean dragones …    Y tantas otras esculturas que quedan sin mencionar y  sin fotografiar.

También la pintura mural tiene su espacio en los muros de las casas y en las grandes puertas de las cocheras.

Trabajos en cuya ejecución han colaborado los vecinos, la iniciativa de Miguel Ángel ha tenido buena acogida entre los ellos y continuidad para que su pueblo sea un referente cultural.

El artífice de todo esto, que sigue trabajando y derrochando creatividad, está en el pueblo y charlamos un rato con él, cuando marchamos vemos que el fiero guerrero con armadura y penacho sigue guardando la entrada de Nomparedes.

 

Ana María Abajo

2 Comments so far:

  1. Precioso Ana, muchas gracias. Una ruta impresionante y Bliecos y Nomparedes merece la pena visitarlos, hicisteis muy bien parando a verlos. Tuve la suerte de estar en otra ocasión en esos pueblos haciendo ruta y Miguel Angel y su esposa nos dieron hasta un gran piscolabis en el bar del pueblo. Me han encantado las vistas desde la Pinilla y tu descripción de ellas y si, parece una serpiente la montaña.

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Posted by: soriapasoapaso on