HAYEDO DEL RAZÓN

 

Este sábado vamos disfrutar de los colores otoñales del cercano hayedo del Razón. Siguiendo las coordenadas que nos han enviado al whatsapp del grupo nos reunimos al comienzo de la pista que lleva hacia el Aula de la Naturaleza, no muy lejos está la entrada al Chorrón, vemos un panel  con información sobre el Monte Razón  y una pradera utilizada como estacionamiento y que sin duda, paulatinamente, quedará ocupada por aquellos que visiten este paraje frecuentado para disfrutar de un tramo del curso del río Razón y de un salto de agua que desagua en una poza en los que darse un chapuzón en sus siempre frías aguas, que aunque sólo llevan 12 km desde su nacimiento han recibido el aporte de diversos barrancos.

 

Pero hoy no está en nuestro itinerario, continuamos por la pista del Camino del hayedo formando una respetable caravana de 11 coches hasta el punto de partida, antes de la pandemia hubiéramos venido repartidos en 5, el número de coche se ha visto notablemente incrementado como medida de seguridad, adoptada de manera individual, como hacemos siempre para los traslados, puesto que no es misión del club lo relativo a este tema, siendo conductores y pasajeros quienes previamente decidimos con quien vamos.

 

Estacionamos en un punto en que la pista se bifurca, preparamos mochilas y bastones y partimos 22 senderistas por el ramal de la izquierda, siguiendo los pasos de Ángel, que una vez más toma las riendas de la ruta.

 

Es una pista flanqueada por distintos ejemplares arbóreos como pinos, robles rebollos y quejigos en distintos momentos de maduración con su hoja ya seca o aún verde y, por supuesto, hayas cuyo número se va elevando hasta convertirse en un extenso bosque cobrizo, hermoso y esplendido; aunque las hojas hayan perdido su brillo y lozanía el hayedo sigue encandilando, grabándose en la retina la uniformidad de grupo, rota por esos viejos troncos añosos cubiertos de musgo.

 

Otra parte muy importante del paisaje son las altas y finas ramas de

retama cuya época de floración tiene que ser espectacular, dada su profusión como también la hay en los brezos, verdes y pletóricos, y helechos, ya secos.

 

Y, por supuesto, no podemos olvidar mencionar y recrearnos con la gran variedad de especies micológicas que producen nuestros bosques, que tanto atractivo tienen para los seteros como para los fotógrafos.

 

Es un ascenso cómodo por pista y senderos, sólo dificultado al tener que vadear un riachuelo en dos ocasiones.Una vez cruzado el último, tras subir una cuesta llegamos a una pradera donde se puede ver un curioso ¿aprisco? de piedras colocadas en círculo.

 

Al ir ganando altura el hayedo ya ha dejado paso al pinar y nosotros también hemos cambiado los senderos por el monte, que tiene una buena pendiente y cuya subida tiene como recompensa un almuerzo en un agradable claro del pinar, además de oxigenarnos y olvidarnos por unos minutos de las mascarillas.

Almuerzo con distanciamiento social y sin compartir café, chocolate o galletas como solíamos, lo que sí podemos hacer es cantar el cumpleaños feliz a nuestra compañera Reme.

 

El lugar elegido para almorzar es uno de los puntos más altos de la ruta (1605 m)  y está junto a la pista que nos llevará de regreso, reiniciamos nuestro caminar y pronto tendremos a nuestra izquierda  la Sierra Cebollera, unas vistas impresionantes de los tupidos pinares del entorno.

Conforme descendemos el pino albar cede el relevo a las hayas cobrizas que con el musgo de un intenso verde señoreando por troncos y por rocas originan paisajes ante los que hay que detenerse unos momentos y contemplarlos.

 

Marchamos en dirección SE y los helechos no están tan secos, algunos amarillean y también los hay aún verdes, el brezo abunda y sus matas crecen por doquier.

 

Encontramos también un tilo centenario, que está catalogado como monumental.  A medida que vamos descendiendo las hayas vuelven a dejar espacio a otros árboles como los robles y pinos que siempre hay alguno.

 

Llegamos por el ramal de la derecha al punto donde iniciamos la ruta para concluirla, hemos caminado y disfrutado de casi 12 Km increíbles.

 

Algunos nos quedaremos en el Royo, el pueblo de adopción de nuestra compañera Mila, que nos ha invitado a ver una exposición micológica.

 

Pero primero hay que tomar los refrescos y cervezas de final de ruta, podemos hacerlo en el exterior del restaurante Cintora, que nos obsequia con una tapita y Reme nos convida a una segunda tapita por su cumpleaños.

 

El Royo celebra la decimonovena edición de sus jornadas micológicas con la exposición mencionada anteriormente, fuimos a visitarla por turnos. Mila, ejerciendo de anfitriona, se encargó de acompañarnos hasta el salón Municipal del Royo (como curiosidad saber que este topónimo no se debe al rollo medieval que hay en el pueblo, sino al terreno rojizo o royo del entorno).

 

La inauguración es a las 17:30, siendo las 12 la hora de recepción de ejemplares, nuestro agradecimiento por permitirnos visitarla fuera de horario. Se veía ya todo preparado, siendo muy completa la selección de hongos y setas y acertada la forma de presentarlas, recreando el entorno en que suelen crecer y especificando en cada una sí es tóxica o comestible y en este caso su valoración culinaria. Sin duda una información interesante, didáctica y amena, además de echar unas risas fotografiándonos en un divertido fotocall setero que seguro ha sido todo un éxito.

 

Ha sido un día realmente bonito, hemos disfrutado de paisajes muy distintos, de los colores y del ambiente otoñal, del sol y de una estupenda temperatura  y, como siempre, de la mejor compañía.

 

       Ana María Abajo       31/10/2020

 

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