Humedales del campo de Gómara – Lagunas del Cubo de la Solana
El día 7 de Marzo abandonábamos nuestra estupenda costumbre de caminar todos los sábados por “Estado de emergencia” así lo describíamos en nuestro relato de aquél día disfrutando del chorrón de Cabrejas antes de volver a casa.
Seis meses y medio después, volvemos a recorrer Soria, paso a paso, decidimos que necesitamos nuestra actividad senderista para enfrentarnos al SARS-COV.19, somos muy conscientes de las normas que tenemos que cumplir y las vamos a aplicar de forma escrupulosa en todas nuestras salidas, con la ventaja de que allí a donde vamos cada mañana del Sábado disponemos de un amplísimo espacio.
En esta mañana de sol y sombras nos acercamos al Cubo de la Solana a recorrer sus campos y humedales. Desde el pueblo nos dirigimos a la Ermita de la Virgen de la Solana que es realmente nuestro punto de encuentro y de partida de la ruta de hoy; bajamos de nuestros coches en una pradera verde, bien cuidada, con fuente y merendero y en cuyo centro se encuentra dicha ermita, un edifico de piedra con espadaña en ladrillo rojo y con dos campanas. La Virgen baja al pueblo para celebrar su fiesta y es devuelta a su santuario después, sobre el 17 o 18 de agosto, pero en mayo sus parroquianos le hacen otra visita.
Calentamos motores y ponemos en marcha nuestros entumecidos músculos con nuevos movimientos de piernas y caderas que Reme nos propone hacer y echamos a andar por un camino despejado, encontramos arbustos ya macilentos y encinas de vez en cuando y a lo lejos tierras de labor a las que poco a poco llegamos y las atravesamos por sus límites, pisando duros terrones. A lo lejos tres corzos corren velozmente entre la maleza y amparados por la distancia se paran en seco y se quedan observándonos un buen rato y nosotros a ellos, por supuesto.
De forma repentina cambia nuestro paisaje y atravesamos un bosque de robles jóvenes para salir de nuevo al descampado donde en primavera se encontraba y se encontrará la” Laguna Redonda”, hoy nos la imaginamos porque en esta época el agua se ha evaporado y en su lugar ha crecido una gran vegetación que hoy, en el estío, está agostada y amarillenta. Estas lagunas son de origen morrénico, se forman en épocas de lluvias, son superficiales y se evaporan en cuando llega el calor y aunque hoy son pasto y cobijo para los animales del monte, en primavera son un ecosistema muy especial y animado donde gran cantidad de especies coexisten criando, cantando y llevando a cabo sus ciclos vitales; anfibios y aves son las especies más representativas de estos humedales. Instamos a nuestra benévola dirección a volver aquí en primavera.
La siguiente no existente laguna es la de Guijosa, parece más extensa que la anterior y en ella hay un puesto de caza junto a una gran chaparra, algún tiro se oye a lo lejos mientras cruzamos esta gran planicie con especial cuidado de donde ponemos el pie porque la altura de la estopa no nos deja ver dónde pisamos.
Nos adentramos en otro bosquecillo, pero ahora su arbolado es mixto entre encinas y quejigos y vamos a parar de nuevo a un camino entre parcelas con interminables surcos.
Es hora de descansar y para ello nos esparcimos por las tierras unos, otros bajo las carrascas que delimitan el bosque que acabamos de atravesar para mantener distancia y quitarnos nuestra mascarilla para almorzar. Qué placer tomar nuestro bocadillo de nuevo en lugares insospechados y sencillos en plena naturaleza. Sin dejar un solo residuo en el lugar nos incorporamos de nuevo al camino y seguimos la dirección que nos marca la señalización hacia la Laguna Larga, la atravesamos con el viento azotándonos en la cara y entramos de nuevo en otro bosque otra vez de robles más crecidos y bajamos por una torrentera pedregosa para encontrarnos con el Mazos. Este río tiene unos 30km de longitud y nace en Sierra Llana en Villaciervos. La vegetación por aquí es más variada y va animando su colorido, hemos dejado atrás los ocres de los campos de labor y el follaje boscoso nos envuelve, tenemos que buscar al Río Mazos entre la frondosidad y lo encontramos estrecho y profundo, avanzando para muy pronto unirse al Duero.
Nuestros compañeros nos muestran una antigua calera cercana donde se calentaban las rocas calizas para deshidratarlas y obtener la cal. Seguimos disfrutando de encinas y quejigos, pasamos algún prado verde y salimos a una carretera que nos va a conducir al Santuario de la Virgen de Velacha cuya hermita (con h está escrito en su puerta) está situada junto a un gran Torreón llamado “El Castillo” y que hoy reconstruido y aclimatado se puede alquilar, según nos cuentan unos operarios que están en plena labor en él.
Velacha es hoy un despoblado que perteneció al municipio de Borjabad y antiguamente fue un caserío que se llamó Granja de Velacha, tuvo dos molinos harineros movidos por las aguas del río Verde (otro nombre del río Mazos).
Un trayecto corto de asfalto hasta entrar de nuevo en un bosquete por donde bajamos para encontrarnos con el Duero, dos bandadas de patos nos dan el aviso con anticipación de que tenemos el río cerca. Nos llegamos a su vera en una zona donde antiguamente una barca pasaba a la gente de orilla a orilla y nos asombramos por ver un angosto cauce al que hay que añadir la superficie del agua poblada por gran variedad de plantas acuáticas que crecen tanto a lo ancho como a lo alto. Verde en sus flancos y el sol reflejado en su superficie, dan ganas de darse un baño.
Seguimos caminando, entramos en una zona con el sendero bien marcado entre arbolado más espeso y voluminoso, los robles por aquí nos dan cobijo y nos quitan el aire. Unos extraños quad que llegan a gran velocidad por este estrecho sendero nos hacen echarnos a un lado rápidamente. En nuestro caminar se abren claros formados por perfectas praderas con encinares que parecen propiedad particular.
Nuestra siguiente parada es en un antiguo molino que se está reconstruyendo actualmente, con edificaciones cercanas ya reformadas; recorremos las instalaciones, hay frutales y junto al agua chopos añosos y restos de otros árboles que hoy son verdaderas esculturas naturales, entre ellos y la abundante vegetación de ribera nos metemos para descubrir una pequeña presa que antiguamente fue un lugar de baño ideal y donde recogemos alguna ramita de menta, en este entorno verde ya encontramos algún tono rojo Otoñal que tanto nos gusta.
De nuevo en camino después de pasar un rato en este lugar, ahora pisamos una pista de piedras sueltas por la que pasan varios coches. Según caminamos nuestra vista se dirige hacia la derecha para no perdemos el cauce del Duero que sigue su curso por las impresionantes y fructíferas tierras del Campo de Gómara. Con esta estampa sobre la mayor planicie cultivable de nuestra provincia, regresamos de nuevo al lado de la Virgen de la Solana, nos despedimos y nos vamos cada mochuelo a nuestro olivo, porque por ahora no retomamos nuestra buena costumbre de tomarnos una cañita todos juntos.
Nos quedamos, sin embargo, contentos y satisfechos porque según plasma nuestro video de la ruta de hoy, lo importante es:
Caminar que es lo que nos gusta
Pasarlo bien
Seguir conociendo lugares y rincones desconocidos
Disfrutar de la naturaleza haciendo ejercicio.
Soria, 26 de septiembre de 2020
EMI