AZUD DE BUITRAGO. 12 DE MARZO DE 2016

Soria, 12 de marzo de 2016

Érase una mañana fría, fría y fría, el invierno daba sus últimos coletazos, el próximo finde ya se sabe, comienza la primavera, aunque aquí en Soria, lo primero que aprendí al llegar fue, que en este lugar no había más que dos estaciones, la del invierno y la del ferrocarril, y ésta última cualquier día le echan el candado, pero bueno vamos a lo nuestro que se ve está yendo la olla a otra parte, con la semana tan revoltosa que hemos tenido, tuvimos que aplazar la ruta que teníamos programada y echamos mano de la reserva, así que nos pusimos en marcha para tal evento, así que nos juntamos en el lugar de costumbre, Gema, Julia, Emi, Maribel, Ana Bernal, Ana María, Reme, que se incorporaba al grupo, Agnelo, Ángel y Rosi, bueno a ésta la he puesto la última porque ha llegado en esa posición a la línea de salida de la ruta, y hemos tenido que darle un tiempo de cortesía.
 


Nos dirigimos en dos vehículos dirección Valonsadero “La Casa del Guarda” donde realmente empezábamos a caminar, con una temperatura de -2 grados, soplaba una brisa que aún hacía más frío el ambiente,  y un sol que anunciaba una mañana de lo más bonita dimos por iniciada la caminata, y que después superó con creces la previsión que habíamos hecho.


Monte de Valonsadero con una extensión de 2.793 Has., no hay persona que venga de fuera y no se vaya encantado de este lugar, lugar que no sería posible la realización de las fiestas de San Juan tal y como las conocemos actualmente, celebrándose unos eventos, que de no existir este paraje difícilmente podrían realizarse,  zona natural de esparcimiento y lugar de utilidad pública desde 1862, este lugar dice la historia que fue un regalo del rey Alfonso VIII, a la ciudad de Soria,  anteriormente había pertenecido a una poderosa familia la familia “Molina Parra” que allá por el año 720 la donó a la ciudad de Soria, la primera referencia escrita que se tiene de la regulación del uso de los pastos, masa forestal y caza, data de 1256, cuando Alfonso X otorgó su fuero a Soria. A principios del siglo XX había en Valonsadero 44 ganaderos sorianos y más de 1.100 reses


Íbamos camino del Puente del Canto, construido sobre el río Pedrajas y que según unos, data de la época romana, y otros entre los siglos XVI y XVII, aquí nos encontramos con un manantial junto al puente recuperado recientemente, allí nos dirigían nuestros pasos entre robles y chopos y con escarcha, haciéndose más visible a lo  largo del camino donde a Lorenzo no se le permite entrar, camino por algunos tramos embarrado, pero sin ninguna complicación, en el mencionado puente las fotos de rigor para el recuerdo y continuamos nuestra marcha hacia la siguiente parada que no era otra que la Casa de la Ciudad.


La Casa de la Ciudad, que sin duda conoció tiempos mejores, ya que ahora está totalmente en ruinas, se desconoce su año de construcción pero fue la primera casa del monte de Valonsadero que se hizo para los guardas, posteriormente se construyó la que hoy conocemos como la casa del guarda,  lugar de obligado viaje,  para disfrutar del campo acompañado de un porrón de cerveza, con chorizo y torreznos.


Seguimos camino adelante hasta nuestro objetivo que no era otro que el Azud de Buitrago, entre robles y rediles nos presentamos en la gran pradera del Raso de la vega de Baturio, de ahí empezamos el descenso hacia el río Duero, con el ganado vacuno a ambos lados del camino, y nos encontramos con el punto intermedio de nuestro recorrido, ya que desde aquí teníamos que hacer el camino de regreso por el mismo que habíamos venido.
 


Azud o embalse de Campillo de Buitrago, aquí comienza el canal de su mismo nombre, y que fue puesto en servicio en el año 1976, para el riego de 500 Has., tiene una longitud de 36,5 Km.
 


Con la fotografías de rigor para la posteridad, dimos paso a lo mejorcito de la mañana, bocatas, frutos secos, frutas, la famosa tortilla de patata “SORIA PASO A  PASO” obra de nuestro chef,  Sr. Yubero, y la bota elemento indispensable en cualquier evento y actos de sociedad campestre que se precie.


Una vez que dimos buena cuenta de las viandas que llevábamos, procedimos a continuar el camino, que no era otro como ya se ha comentado que volver por el camino andado, así llegamos a la Casa del Guarda, donde unas cañas para unos, copas de vino para otros, y mosto y cafés para el resto, dimos por concluida nuestra excursión de este fin de semana, que aunque no era la programada, quedamos satisfechos según el sentir general de los asistentes.
Ángel

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