CERRO DE SAN CRISTÓBAL
28 de noviembre.
Días de mucho frío en nuestra tierra, pero no podíamos perder el hábito de salir cada sábado a andar; por eso decidimos hacer una ruta corta y cercana a la ciudad.
Nos reunimos en el antiguo fielato, a la entrada de la ciudad por el puente del Duero, almacén de grano convertido en un espacio de referencia para los viajeros. Consta de dos plantas: la primera cuenta con sala de proyecciones, cafetería y aseos, mientras que en la segunda planta se ubica un centro de interpretación de la historia de Soria y de las márgenes del Duero, una sala de exposiciones y otra de uso polivalente.
Partimos Maribel, Rosi, Emi, Ana de la Hoz y su hijo, Carlos, Ángel, Julia, Gema y Ángel con las prendas de abrigo suficientes para afrontar la fría mañana y el viento que seguro nos iba a soplar en la cima del Cerro San Cristóbal, adyacente a la sierra de Santa Ana.
Cruzamos el puente medieval sobre el Duero, para adentrarnos por el paseo de San Prudencio, al abrigo del lienzo de la muralla (precioso en cualquier época del año) y custodiados por una gran hilera de castaños hasta llegar a la zona de recreo del “Soto Playa”, al que accedimos por el puente y desde aquí cruzamos a San Polo, el antiguo monasterio templario, hoy de propiedad particular.
Llegamos al puente de hierro, ese que ha quedado en desuso por haberse cerrado las líneas de ferrocarril que comunicaban Soria con Zaragoza y Pamplona.
Junto a una pequeña explanada a nuestra izquierda, justo pasado el puente, sale el camino de ascenso que nos llevará a la cima objeto de nuestra salida. Aunque el recorrido es sencillo, el pequeño esfuerzo necesario calienta nuestros cuerpos; no obstante, el viento azota nuestros rostros.
Una vez en la cima, a 1.246 m de altitud, la vista que se nos ofrece es espectacular.
Hacia el Norte, el monte de Las Ánimas, donde Gustavo Adolfo Bécquer sitúa sus leyendas sorianas El Monte de las Ánimas y Rayo de Luna.
A nuestros pies, el Duero a su paso por Soria, enmarcado por las ruinas del monasterio de San Juan de Duero, monumento del románico en el que destaca su claustro por su original arquería; el cerro y parque de El Castillo, destruido por el General Durán para que no pudiese ser reocupado por los franceses en la guerra de la Independencia; y al fondo el Pico Frentes, las sierra de Urbión y Cebollera, limitando nuestra provincia.
En el cielo, el azul soriano con algunos cúmulos y algún que otro buitre que nos vigila desde lo alto.
Desde aquí a la cima de la sierra Santa Ana a 1268 m de altitud, un paso.
Sobre la cima, pequeñas construcciones que se asemejan a los antiguos castros celtíberos que algún asiduo visitante se ha entretenido en construir.
Al abrigo de uno de ellos, descansamos y reponemos fuerzas con los bocatas que portábamos en nuestras mochilas. Y de aquí, el regreso por donde habíamos ascendido, habiendo pasado una grata mañana de compañerismo.