PUESTA BELEN PICO FRENTES, DICIEMBRE 2021

 

 

 

Emulando el lenguaje de nuestras entrañables fiestas sanjuaneras, bien podríamos afirmar que nuestro grupo andarín  ha introducido en su actividad  senderista ciertos usos y costumbres, que se repiten con rigor y precisión en determinados momentos del año. Uno de ellos es la puesta del Belén en el Pico Frentes cuando se acercan las fiestas navideñas. Antes lo hacíamos en la parte más alta del cerro vigía de Soria, muy cerca del punto geodésico que marca la máxima altura de la  elevación montañosa; ahora lo colocamos un poco más abajo, al amparo de una gruta excavada sobre la pared vertical donde quedó  instalada la placa que recuerda a nuestro amigo Julián. Sitio ideal, por otra parte, resguardado de las inclemencias meteorológicas que azotan  estas tierras durante la temporada invernal.

La mañana del 18 de Diciembre ha amanecido clara y soleada, aunque se deja sentir en el rostro el ambiente gélido que marca  el termómetro por debajo de los 0 grados. Las inmediaciones de la cascada de Fuentetoba es nuestro punto de encuentro y comienzo de la ruta. Y allí hemos acudido los entusiastas de la ruta que, un año más, rinden testimonio de fidelidad a esta extendida y humanista costumbre, teñida de raíces religiosas, cual es la de colocar el Belén en montañas, valles o ríos y que  proclama el acontecimiento  histórico que dio  origen al nacimiento de una nueva cultura, nuevas creencias, nueva religión.

Y como es costumbre también, nuestro presi reparte entre los asistentes el típico gorro de Navidad para dar ambiente y color a la peculiaridad que tiene esta ruta y, de paso, recordarnos que entramos de lleno en las  celebraciones navideñas.  Tenemos muy presente la actual situación sanitaria y sin dejar de tomar las medidas exigidas, no queremos que el rigor impuesto por las condiciones pandémicas suponga merma en la alegría y buen humor con que afrontamos esta jornada.

Ajustamos las mochilas y nos calamos los simpáticos y coloridos gorros navideños, situados ya a los pies de la espléndida cascada de Fuentetoba, que dejamos para una visita más pausada al final de nuestra ruta.

Vamos dejando atrás las viviendas de la urbanización y enfilamos por una marcada senda ascendente, ocupada en su parte más central por el arroyo de agua que emana de la Fuente de la Romana, cuya cadencia, armoniosa y cristalina, vamos sorteando con escasa dificultad en los tramos más pendientes, porque donde el camino se torna más llano el agua ha  formado bloques de hielo, como efecto de las ya citadas bajas temperaturas que castigan de madrugada estas latitudes.

El sol de la mañana, el silencio del valle, la estampa otoñal del paisaje, con sus encinas diseminadas a lo largo del recorrido o sus llanuras yermas de vegetación que cimentan nuestro familiar Pico Frentes, conforman la imagen de aproximación al  lugar de culto navideño, a medida que nos acercamos a nuestro destino. Reina el buen humor y la charla animada sobre cualquier tema de actualidad que surge al ritmo de nuestros pasos  orientados a la corona del morro montañoso.

Tras una suave aunque prolongada pendiente, nos encontramos ante una reconfortante meseta llana, que  permite hacer un pequeño alto en el camino para aspirar el más puro oxígeno que  brinda esta escarpada sierra soriana. Y hay quienes, seducidos por la aparente bonanza que ofrece el sol limpio de la mañana, se desprenden de las prendas más invernales, con la sana intención de hacer más confortable la marcha y acomodar la temperatura corporal a la ambiental.  ¡Vana ilusión! La luz solar aporta brillo y luminosidad a nuestro camino, pero ronda en el ambiente un invisible y silencioso viento frío que nos recuerda que el invierno se hace sentir a estas horas de la mañana, pese a  nuestro bien intencionado deseo de remedar el ambiente estival.

Nuestro itinerario hasta la cumbre del Pico no la hacemos en línea recta, sino en una especie de zig-zag para hacer más confortable el recorrido, que parte desde una latitud occidental, para ir acercándonos hasta la parte más elevada y septentrional. Nuestros sherpas, y en particular José Antonio, morador de estas latitudes, se conocen bien los  variados vericuetos  para hacer la ruta agradable, dinámica,  de variada y asumible dificultad.

Hemos dejado atrás las pendientes inevitables de acceso a cualquier cumbre y ahora caminamos por un falso llano, caracterizado por el suelo pedregoso que corona la larga cresta o  penacho que se estira a lo largo del Pico.  Por allí ha pastado  algún rebaño de ovejas, a juzgar por los restos orgánicos diseminados por el suelo. Pero en el camino donde crecen algunas encinas, una compañera del grupo ha observado un pequeño detalle, que traslada al resto: a ras del suelo y cubierto por la rama más rasera de una encina, alguien ha colocado un diminuto Belén sobre una especie de cestita de cerámica de diminutas dimensiones: apenas 3 cm. de diámetro y escasos 2 cm. de profundidad. Y en el interior, los tres motivos básicos de todo Belén, donde cada figura ofrece unas minúsculas medidas, hasta resultar original y atractiva esta composición “artística”. Alguien se ha adelantado a nuestras intenciones y ha dejado testimonio silencioso, pero elocuente, del espíritu navideño que en lo alto de la montaña rinde tributo a la Navidad, y sugiere el canto que oyeron los pastores hace dos mil años: “Gloria a Dios en las alturas”.

Este hallazgo casual nos trae a la memoria, casi de forma automática, otra simpática anécdota de hace algunos años, que tuvo como protagonista a nuestro recordado Julián. El no pudo subir con el grupo en la fecha prevista y lo  hizo un día antes en solitario. Escondida bajo una encina, próxima al vértice geodésico, dejó oculta una botella de cava para disfrute colectivo. Cuando calculó que  andaríamos ya por los alrededores del lugar, hizo una llamada telefónica a uno de los nuestros, preguntando si habíamos encontrado una bolsa blanca bajo una encima. Nadie había visto nada y pedimos nos informara  qué contenía esa bolsa que tanto interés tenía dar con ella. El insistió en que prosiguiéramos con la búsqueda y nos apuntaba algunas pistas sobre el  lugar exacto de la colocación. Al fin la bolsa apareció y conocimos el motivo generoso de este pequeño juego, que no era otro que  celebrar con nosotros  en la distancia el anticipo navideño. Algo parecido ocurrió también este año, a lo que me referiré más adelante.

Nos hemos plantado ya en las inmediaciones del punto geodésico.  Foto de rigor en tan especial lugar  a cargo de nuestro especialista en fotos grupales, Ricardo, convenientemente equipado con  los elementos que la ocasión requiere: trípode, móvil bien sujeto, función retardada de la instantánea para dar cabida a todos los componentes y tiempo para la adopción de gestos y posturas más favorecedores de la imagen personal…. Ya hemos inmortalizado el momento. Desde esta privilegiada atalaya, ahora podemos disfrutar del paisaje que se nos ofrece, mientras nos afanamos por identificar en esta  colorida postal, que se extiende hacia el oeste de las tierras sorianas,  los distintos puntos y núcleos de población, hasta donde nuestra vista alcanza. En una perspectiva más cercana, aparece con nitidez el pueblo de Toledillo. Un poco más a la izquierda, Cidones  es fácilmente identificable. Si orientamos la mirada en dirección este, apreciamos la espigada y esférica forma de las inacabadas cúpulas de la energía del todavía incierto PEMA. No muy lejos de allí, una larga y pronunciada mancha de color plateado nos dice que allí se instaló inicialmente una fábrica de rosas, hoy reconvertida en la comercialización de otros cultivos con fines medicinales a partir del cannabis. Podemos divisar también el color rojizo del tejado de la recién estrenada prisión provincial. Y en una perspectiva más lejana, en dirección noroeste, se perfilan algunos puntos de interés de nuestra geografía soriana más próxima, como las ruinas del castillo de Hinojosa o la silueta elevada de la ermita de la Virgen de los Milagros de El Royo. Y, cómo no, en el enclave más occidental desde nuestra perspectiva, aparece una larga y sinuosa masa de agua, que nos recuerda que el pantano  de La Cuerda del Pozo sigue ahí, aportando paisaje, riqueza y actividad lúdica a los afortunados que disfrutan (disfrutamos) del mismo.

La postal se completa con una línea gruesa que atraviesa de este a oeste esta visualizada postal, y que nos es otra que la N-234.

Hemos coronado  el pico y disfrutado del paisaje desde lo alto de su cumbre. Vamos a descender unos metros para situarnos en el lugar exacto donde colocaremos nuestro entrañable Belén. Y ahí está la gruta silenciosa, en cuya cavidad formada por la erosión de la piedra, depositaremos el conjunto navideño.

Sin embargo, una sorpresa nos depara este  escondido rincón: en el interior, Angel  encuentra una bolsa de plástico azul que contiene una caja rectangular primorosamente envuelta en papel de regalo, y con una inscripción en la misma bien visible: “Sois los mejores, Soria Paso a Paso”. Se  trata de una tentadora y nutrida caja de bombones. Sin duda, quien ha dejado este detalle, conoce al grupo y conoce el sitio al que íbamos. Y comienzan las cábalas sobre quien pueden ser el generoso donante. Ángel tiene la fundada sospecha de que tal vez sea un hijo de Julián, que sabía de antemano  iríamos a colocar junto a la placa de su padre el clásico Belén. Tal era su convicción, que no dudó en llamarle para agradecerle  tan generoso detalle. La sorpresa viene cuando este le dice que él no había colocado los citados dulces. Comienza entonces todo tipo de “buenas” sospechas sobre el desconocido autor del obsequio. Mientras tanto, Ángel se afana por repartir los bombones y agradecer al “amigo invisible” su bonito gesto. Tal vez, algún día podamos agradecer personalmente a nuestro donante su gesto altruista. Pero hoy, aún desconocemos su identidad.

Comentada sobradamente la anécdota, comenzamos la instalación de las figuras navideñas. Nuestras mujeres del grupo  adoptan toda clase de precauciones para que resulten indemnes a las posibles adversidades climáticas  y podamos conservar sin problemas nuestro preciado tesoro navideño hasta la próxima ocasión. No faltan los villancicos y los dulces navideños, mientras comentamos, reímos y disfrutamos de este hermoso momento que anticipa la Navidad, a la vez que la soleada mañana nos acompaña y se alía con los propósitos que  une y reúne cada sábado a este consolidado grupo.

Con el buen gusto que nos han dejado los bombones y la satisfacción de haber depositado nuestro granito de arena al espíritu navideño, iniciamos el camino de descenso hasta la urbanización, en este caso por otra ruta más corta y de no excesiva dificultad.  La pendiente está limpia de hielo, agua o nieve y resulta fácilmente practicable. Recordamos otras bajadas en condiciones menos fáciles y nos congratulamos de esquivar los peligros encontrados  por estas fechas.

Hemos llegado al lugar de aparcamiento de los coches, pero nos queda pendiente una detallada mirada a la ya conocida, divulgada y espléndida Cascada de  Fuentetoba.  Aunque habría que utilizar el plural, porque lo que encontramos es un conjunto de multicascadas, formando una especie de estructura piramidal, donde cada torrente tiene su caudal, cadencia y verticalidad voluminosa, que hacen del lugar un maravilloso espectáculo natural de agua cristalina y transparente. Me explica José Antonio el motivo de la  pureza y claridad de este agua: en muchos kilómetros a la redonda apenas hay campos de cultivo que utilicen el regadío para  fines agrícolas, lo que propicia que el agua pluvial quede almacenada, incontaminada, en lo que podríamos llamar depósitos subterráneos, cuya surgencia se hace visible allí donde el terreno presenta algunas fallas, que, una vez rebasado el nivel freático de las aguas  superficiales, emergen de las capas más profundas, conservando la limpieza que presentan  en estado puro. Los detalles técnicos son más complejos, pero no es este espacio para elaboraciones  más propias de otros estudiosos del tema. Nos quedamos con la visión de esta maravilla de la naturaleza, siempre activa, deseada y bien conservada, cuando no hay intervención humana que desvirtúe su esencia natural.

Hemos acabado la ruta y enfilamos hacia la capital. Pero antes, algunos optamos por apurar una cervecilla en un conocido establecimiento a la entrada de Soria. En este caso, y para agradable sorpresa (¡otra más en el día!), la invitación corre a cargo de Mª Jesús y José Luis que, de esta forma, celebran  con nosotros que han sido abuelos por primera vez. ¡Salud para los nuevos abuelos y larga vida al nieto (o nieta)!

Finalmente, solo me queda desearos que, a estas alturas de la Navidad, hayáis tenido y sigáis disfrutando de unas estupendas fiestas navideñas, libres de sobresaltos y vividas en la alegría de los reencuentros familiares, a pesar de la situación de todos conocida. Y a l@s compañer@s que se recuperan de alguna disfunción o problema de salud, mi más sincero deseo de que tengan una pronta y rápida recuperación, para que más pronto que tarde podamos disfrutar de su compañía en nuestras deseadas y animadas  rutas sabatinas. Que el Niño-Dios bendiga al grupo.

¡Feliz Navidad, amig@s!

 

Agnelo Yubero

One Comment so far:

  1. Me encantan nuestras buenas costumbres pasopaseras y tus relatos. Feliz Navidad para tod@s y como muy bien has expresado yo también deseo una rápida recuperación a nuestras compañeras.
    Gracias Agnelo

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Posted by: soriapasoapaso on