Aprovechando que el río Pilde pasa por la hoz de Orillares

 

Hoy es 21 de enero, día de Santa Inés, la temperatura es bajo cero y el caudal de agua por el Río Lobos, al atravesar el puente de los siete ojos, es muy abundante; al paisaje se unen bloques de nieve en las cunetas de la SO-934, pero afortunadamente la carretera está limpia. Nuestra ruta hoy comienza y termina en Orillares, pueblo rayano con la provincia de Burgos.

Para conocer algún dato sobre este pueblo enclavado entre pinares Sorianos y Burgaleses, solo he de mencionar que es llamado también “Orofares” que significa lugar de la orilla, y que está agrupado en el ayuntamiento de Espeja de S. Marcelino que  a su vez pertenece a la Comarca del Burgo de Osma .Aunque el  punto del eje alrededor del cual vamos hoy a rutear es el cuco cañón del río Pilde, vamos a recorrer  cerca de 14 km pasando por variopintos paisajes desde bosques de pinos a bosques de sabinas, pasando por dehesas y acabando en tierras de labor.

Son sobre las 9h cuando una vez aparcados coches caminamos por un camino forestal que desde el pueblo asciende en suave pendiente, vemos acuíferos cerca del pueblo y poco a poco nos vamos viendo rodeados de pinos que han sido saneados en sus ramas inferiores por lo que ha quedado una pista ancha y estupenda para caminar en el pinar. Como era de esperar empiezan a aparecer trozos de pista con nieve y otros con hielo por lo que tenemos que estar especialmente atentos a la superficie que pisamos, por otro lado, nos hace ilusión pisar nieve ya que hace mucho tiempo que no la veíamos en nuestras rutas.

Escondido en la profundidad del pinar encontramos “el chozo de la Barga “que es un refugio de los muchos que hay distribuidos por estos pinares, hoy abierto y en buen estado de conservación.

Seguimos camino por pista nuevamente y seguimos empapándonos del bosque de pinos que nos rodea y enseguida topamos con un segundo refugio pinariego este llamado del “Risquezo” que es similar al anterior y que también se encuentra abierto para poder ser usado en cualquier momento. Dejamos nuestra firma en el mantel de nieve que hay sobre una mesa aledaña a la construcción y continuamos el descenso por senderos emboscados y nevados a tramos en cuyas márgenes descubrimos algún almizcle congelado y perfectamente aprovechable para un buen guiso .

Cambiamos de paraje porque llegamos al llamado” la Dehesilla” donde existe un tercer refugio con este mismo nombre. En el dintel de todos estos albergues de montaña se encuentra un relieve con el escudo que es el emblema de los trabajadores forestales y cuyos símbolos son un zapapico y un hacha entrelazados con orla vegetal y timbrado por la corona y quien entre a ver el interior y sea observador verá  en un rincón de la chimenea un nido de pajarillos.

La dehesa está pletórica de agua con arroyos que la recorren por toda su superficie y aunque nos encanta ver el campo con tanta agua, después de la tremenda sequía que ha sufrido, esta situación nos complica  encontrar un sitio medianamente seco para sentarnos y reponer fuerzas, por lo que rompiendo normas, retiramos una valla y entramos en  zona ganadera para dirigirnos a los pies de un pinar donde nos parece puede ser un lugar más seco . Al segundo bocado de nuestro bocata aparece frente a nosotros una gran vacada que también pretende almorzar en este lugar porque resulta que su comedero está a un paso de aquí y el amo las está esperando con el tractor lleno de paja; asique mugen y mugen  desesperadas y como no sabemos que hacer, unos nos subimos monte arriba y otros piensan que no hay problema que las vacas pueden pasar delante de nosotros, la situación no se solventa, vacas y senderistas en “stand by”, sin saber que hacer

El ganadero tiene que venir a advertirnos que nos retiremos de la zona y así lo hacemos de forma que en cuanto nos alejamos, los animales van a la carrera hasta su almuerzo; el nuestro se ha quedado a medias y no hemos tenido tiempo de estrenar la nueva bota pasopasera con el emblema del grupo  que ha donado Yolanda, ni de tomar el café.

Reanudamos ruta por la pista forestal nuevamente y el sol nos ofende a la par que nos calienta al subir por ella y según la bajamos disfrutamos de la visión frontal de la serranía donde se encuentra La Pinilla, vemos la gran cordillera nevada contrastando con el cielo azul.

Ahora nos espera un corto tramo de carretera, un chute de bosque directo en vena, retirando ramas y caminando” sin camino” y un buen ascenso en el que notamos que cambiamos de paisaje porque nos empezamos a topar con sabinas y la montaña es caliza en su base, pero acolchada en su superficie por el musgo. En la cima hay varias tainas derruidas y en el descenso divisamos en la lejanía una recta pared erguida al lado del pueblo de Guijosa que es el único resto que queda del Monasterio de S. Jerónimo que fue muy importante en los siglos XVI y XVII, pero la desamortización de 1835 hizo que la comunidad Jerónima lo abandonara y a partir de ese momento fue expoliado.

Al pie de la montaña encontramos un antiguo molino cuya maquinaria está conservada en su interior y curioseamos por una ventana para verla, la entrada de agua  del molino está enladrillada y ésta se remansa formado una lagunilla de agua transparente ;seguimos caminando  a contracorriente porque el río que fue fuente motriz de este molino es ya el Pilde y tras pasar por la “fuente de las mozas” entramos en el mundo  encajonado y lleno de recovecos kársticos moldeados por el río  y aunque alguna  compañera echa de menos el no poder entrar en las cuevas al pasar la corriente por ellas, disfrutamos de lo lindo haciendo fotos por todos los rincones  y

agujeros, bajo la vigilancia continua de grandes buitres. Otra de las denominaciones de este lugar es “el capricho del Río Pilde” ya que es un torrente intenso y corto que nace en el arroyo Mimbre en el límite de Espeja de San Marcelino, esculpe estos farallones calcáreos, riega la vega de Guijosa y desemboca en el Arandilla, que a su vez tributa al Duero.

Al partir a primera hora, el pueblo estaba solitario, ahora en la Iglesia de Santiago Apóstol parece que se celebra un concurrido entierro.

En nuestras mentes se quedan mensajes que hemos leído por las calles como el que nos alienta a mantener limpia la naturaleza “No mates mas que el tiempo. No saques mas que fotos y no dejes más que huellas” y el que nos inspira diciendo que “Hay lugares donde uno se queda y lugares que quedan en uno” y en todos los pasopaseros se queda la gran generosidad que muestran la mayoría de los miembros del club, unos compartiendo rutas y guiándonos para disfrutarlas, otros encargando una bota superbonita con los emblemas del grupo y otro llenándola de vino semanalmente.

Emi

 

 

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Posted by: soriapasoapaso on