CAÑON DEL RÍO VAL
Jaime, marido de nuestra compañera Ana, nos había invitado a guiarnos en una ruta de la que ninguno de nosotros habíamos oído; la del cañón del río Val, en tierras de Ágreda.
Así que el 26 de septiembre de 2015 acudimos a nuestra cita en el lugar de costumbre, la zona del Lago.
Nuestra primera sorpresa fue recibir a Feli, que venía con intención decidida de incorporarse al grupo de forma definitiva.
Salimos en dos coches ocupados por seis personas: Carmen, Julia, Maribel, Ana, Feli, Jaime y yo mismo además de otras tres personas invitadas por Ana.
Llegamos a Ágreda, la villa de las 3 culturas: cristiana, judía y musulmana a las 10 de la mañana.
Pie en tierra, echamos a andar desde la plaza Mayor, a pie de la iglesia de Ntra. Sra. de los Milagros, cruzando la villa hasta llegar al Camino de Petaroldan entre tierras de labor, teniendo a nuestra izquierda el cauce del río. Pasamos por zonas de moras y majuelos que aprovechamos que degustamos, además de frondosos nogales que habían dejado su fruto a sus para que pudiéramos degustar.
Fue sorpresa agradable encontrar en el final de nuestra ruta el Pozo de las Truchas con su bonita cascada. Allí repusimos fuerzas.
De regreso hicimos una pequeña variante a mitad del camino de forma que nos acercamos a la carretera nacional donde Tía Tula nos dio un pequeño susto ya que se salió a la calzada justo cuando llegaba un automóvil que a punto estuvo de atropellarla.
Pasamos por las huertas árabes, prácticamente abandonadas y pudimos charlar con un hortelano que trabajaba en su plantío de cardo rojo, este año un poco retrasado, según nos dijo, a causa de la climatología.
Tengo que lamentar -me he enterado días más tarde- que alguno de los participantes en la marcha tuvo la mala ocurrencia de arrancar dos bonitas calabazas de colgaban de una tapia cerca de un chorrón de agua. ¡Lamentable, muy lamentable! Si hubiese estado en ese grupo se lo hubiese recriminado.
Llegamos a Ágreda y, tras tomar una cañita de cerveza, regresamos a Soria.