De San Pedro Manrique a Vea.10 de abril 2021

 

Lo habitual es que nuestras rutas tengan un recorrido circular para así conocer territorios diferentes llegando a un mismo punto de encuentro, sin embargo, el camino por el que hoy vamos a transitar es único, es de ida y vuelta sin otro remedio, es un acceso estrecho y escarpado que nos va a llevar a Vea, un despoblado, hoy algo poblado. Esta ruta lineal por el territorio más despoblado de nuestra provincia nos va a permitir demostrar que ir y venir por el mismo camino, muchas veces, no es lo mismo.

Nos sentimos afortunados porque, aunque el fin de semana lo dan lluvioso, esta mañana del 10 de abril la información de AEMET, que es enviada al grupo puntualmente al principio de la mañana, nos dice que va a chispear un poco en la zona de S. Pedro Manrique sobre las 13h, por lo que allá vamos un grupo de senderistas preparados para la caminata y para la lluvia por si la previsión falla. Nos cuesta un poco atravesar el Puerto de Oncala (1447m) porque la niebla está espesa y bien aferrada a la C-115.

 

Llegamos al centro comarcal de Tierras Altas y desde su plaza bajamos hasta la depuradora de agua donde aparcamos y empezamos a caminar. Si miramos hacia arriba vemos la figura inconfundible de “la ermita de la Virgen de la Peña” donde se prepara la gran hoguera de S. Juan y los sanpedranos pasan las ascuas; esta fiesta está declarada bien de interés cultural desde el año 2005 y en el 2008 fue declarada también de interés turístico internacional, siendo la única de la provincia con tal distinción. Las Móndidas con sus cestaños proporcionan poesía y color a famosa y renombrada fiesta.

En este lugar nos enganchamos al Río Linares que acaba de nacer en el puerto de Oncala y vamos a hacer nuestro recorrido senderista sin perderlo de vista porque seguimos su rumbo hacia la Rioja; este afluente del río Alhama llegará hasta Villarijo donde abandonará Soria y poco después se fusionará con el Alhama para juntos llegar al Ebro. Aunque para ser justos hay que contar que es el Alhama el que se une al Linares y no viceversa ya que el río que hoy protagoniza nuestra ruta es más largo y caudaloso que el Alhama.

Al salir del pueblo cruzamos algún arroyo como el del Legajo que desciende de la población y el de Valdeavellano. Cerca del camino y junto al agua van apareciendo numerosos molinos que empleaban la energía mecánica de la fuerza del agua para moler trigo, uno de ellos es llamado” el del agua”, otro” el de la peña”, después del cual se gira hacia el sureste en una gran roca, y “el de la central”.

También hay explotaciones ganaderas y alguna zona de cultivo con algún frutal que ya está en flor,  las aliagas  ya  resaltan en la aridez del terreno con sus viva floración amarilla, por ahora son las únicas notas de color que observamos en nuestro camino porque éste se va haciendo cada vez más abrupto y en cada revuelta del sendero nos aparece un paisaje nuevo; poco a poco nos vamos adentrando en el corazón de la Sierra de Alcarama (viene del árabe y quiere decir orgullo y dignidad)  que se extiende hasta la Rioja y a los fans del Señor de los Anillos nos parece que vamos camino de Mordor entre montañas  de escasa altitud, descarnadas, mostrando sus estratos, unos lineales pero otros inclinados o casi verticales, como si una fuerza  del interior de la tierra les empujara hacia arriba, la niebla que  sube desde las hondonadas que hay entre las cordilleras que se unen en ángulo, también contribuye a crear el ambiente sobrecogedor de la tierra negra que Tolkien refleja en su libro.

No hay pérdida, incluso hoy no nos importa que nuestro guía no vaya en cabeza, no hay equivocación posible, ni cruce de caminos en el que dudar, el abrupto sendero sigue el GR 86, marcado con baliza roja y blanca y por él vamos avanzando ligeros con un profundo barranco a nuestra derecha y paredes rocosas a nuestra izquierda; el trazado del camino sube y baja por la ladera a capricho de la orografía.

Nos acompañan dos sintonías, la del agua cuando el estrecho sendero nos obliga a acercarnos al río y la de las aves: trinos, gorjeos, gorgoritos, arrullos, graznidos, reclamos…pensamos que los alados están ya eufóricos con la llegada de la primavera y en la lejanía no puede faltar el cuco.

Cambiamos repentinamente el paisaje y pasamos en unos pocos metros de una zona árida de matorral a un umbrío bosque como si hubiéramos cruzado una puerta y nos adentrásemos en otro mundo. Los pinos que repueblan la zona están llenos de las bolsas de seda que forma la procesionaria, podemos observar la gran abundancia de envolturas blancas colgadas en las copas de los pinos desde muy lejos y también examinamos alguna desde cerca y vemos varias procesiones de la depredadora oruga atravesando el camino.

 

Un rato después de pasar por del Molino de la media legua, cuyos restos nos parecen un auténtico complejo, atisbamos unos tejados rojos difuminadas entre la niebla y empezamos a bajar por el barranco de Fuente Pino donde de nuevo entramos en una zona boscosa pero esta vez vemos corpulentas encinas acompañadas de altas estepas; vamos de cabeza al Río Mayor, que es otro nombre del Linares para atravesarlo pisando sobre piedras, ya que el puente que da acceso a Vea lleva años destruido. Hoy está en reconstrucción posiblemente por los actuales moradores del abandonado pueblo que han dejado a su alrededor ropajes y una hucha en la que se pide ayuda monetaria para su recuperación. Nos encanta una tirolina que hay también como posibilidad de atravesar el río.

Vea lo encontramos húmedo y frío porque la niebla sigue apalancada junto a los tejados, dos cuencas vacías en la torre de la Iglesia de la Virgen de los Remedios, son la imagen que lo resume todo. Aquí se celebraban las fiestas de San Lucas y en un muro de su hoy derruida iglesia hubo una famosa leyenda escrita por un vecino llamado Marcos León quien el 21 de octubre de 1962, escribió.” Se va terminando el pueblo, ya se ha terminado la fiesta que no se si habrá más años porque desaparece un 90% de los vecinos”.

 

Los edificios están encaramados en una pendiente, allá al fondo dónde el río sigue su camino se oyen martilleos, alguien debe estar trabajando. Recorremos sus calles estrechas viendo el interior de las casas por los grandes boquetes abiertos en sus paredes, entre piedras, ladrillos y maderas vemos las estructuras internas, intentamos adivinar de qué estancia se trata una cocina, habitación…la mayoría de las casas tienen dos pisos. El barrio de abajo está muy enmarañado, la naturaleza va tomando posesión de todo lo que va quedando abandonado asique subimos a un nivel superior que podría haber sido la plaza del pueblo para hacer nuestro momento de descanso y tenemos la oportunidad de dar los buenos días a una señora que entra en una de las casas ya que desde el año 2018 el pueblo cuenta con 7 personas.

La niebla nos cala hasta las entrañas mientras almorzamos, pensamos en lo duro que tenía que ser vivir aquí, pero este pueblo fue próspero viviendo de la ganadería ovina y de la agricultura, el camino que acabamos de hacer era muy transitado hacia los molinos y hacia San Pedro Manrique, pero Vea  nunca vio llegar carretera con la que poder comunicarse, ni agua a sus calles, ni  luz a sus casas y los Sorianos sabemos y sentimos  aún hoy que el abandono tiene una inercia maquiavélica , cuanto más atrasado quedas con respecto a otro lugar, menos posibilidades tienes de que te caigan nuevas inversiones, lo que a su vez alimenta el abandono.

Se observa desolación, se siente melancolía y mucho respeto cuando abandonamos el “peñascal donde el diablo no pudo entrar”. Cruzamos de nuevo el río y nuestra compañera Carmen lo hace en la tirolina, ayudada por una cuerda que atraviesa de orilla a orilla también.

Dejamos nuestro donativo al pie del puente para que los nuevos pobladores lo empleen en lo que precisen y retomamos el mismo sendero escabroso, ahora de vuelta, nos esperan los mismos 7 km.  pero la vista es diferente y asombrosa como lo ha sido a la ida, además la niebla sigue por ahí por los hoyos del valle del Linares y de vez en cuando aparece empujada por corrientes de aire ofreciendo un espectáculo increíble. Saludamos a un grupo de personas que se dirigen también a Vea, según nos cuentan, pero nosotros tiramos de estereotipo y pensamos que bien podrían ser habitantes del lugar que vuelven a su casa., ya que llevan un “estilo hippie”. Son casi las 14h cuando se cumple la previsión de AEMET, comienza a lloviznar, aceleramos el paso porque ya nos queda poco trayecto para llegar nuevamente a San Pedro Manrique donde nos refrescamos con una cervecita y nos tomamos un riquísimo pincho de torrezno en el Motores.

El cielo se despeja camino a Soria, pero no nos importaría una tarde lluviosa porque nuestro plan inmediato es comer después de una ducha relajante y echarnos una siestecita.

Emi

 

 

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Posted by: soriapasoapaso on