UN BELEN DE ALTURA (ACUNADO DE RECUERDOS Y EMOCIONES)

 

 

                                               Soria, 12 Diciembre 2020

 

No pudo ser la fecha adelantada inicialmente  (5 de Diciembre) por la adversidad climatológica del día. Pero hoy, 12 Diciembre, sí. Hoy hemos vuelto a hacer historia  cumpliendo  con un rito que anuncia la proximidad de esta entrañable Navidad, tan arraigada en nuestra historia, nuestra cultura, nuestra proyección humana y religiosa y, en este caso, marcada por el recuerdo de quien no ha podido subir con nosotros hasta el cercano y familiar Pico Frentes, para testimoniar el acontecimiento universal que permite  encuentros y despierta añoranzas, sentimientos, deseos  de paz y felicidad  en nuestras relaciones humanas y creencias religiosas: colocar nuestro particular Belén en esa cercana atalaya, que vela nuestros pasos y agradece nuestra presencia en su altivo territorio.

La fecha programada en un principio, aunque más temprana que otros años, tenía un motivo señalado por nuestros gestores de la actividad para todos  conocido. Pero empecemos desde el principio.

Un cielo de color  gris-plomo nos recibe poco antes de las 9 de la mañana en las inmediaciones de la cascada de Fuentetoba a quienes no hemos  faltado a esta cita anual. El sonido envolvente del agua llega hasta nosotros, aunque dejamos la admiración de esta belleza natural para el regreso. Es hora de asegurar la presencia de quienes se han inscrito en la ruta, ajustar y comprobar el equipamiento propio de la marcha (mochilas, bastones, calzado, etc.) y, cómo no, repartir los ya tradicionales adornos navideños en forma de gorros ”papa Noel” y otros elementos decorativos, a modo de cornamentas de animales que arrastran pesados trineos cargados de regalos  navideños. Obsequio de José Antonio, hasta donde llegan las existencias. ¡Gracias, presi!

Además de los dieciocho participantes del grupo, nos acompañan los hijos de nuestro recordado  Julián, Mª Paz, César y Nanín, que quieren compartir con nosotros este día que evocamos la figura de su padre.

Iniciamos el ascenso hacia el altozano en dirección este,  por una marcada y  ascendente senda inicial, que vamos recorriendo mientras los tejados de la urbanización de Fuenbtetoba nos observan perplejos al situarnos por encima de sus altivas techumbres y engalanadas rejas de los edificios que dan carácter y prestancia a esta coqueta y bien cuidada pedanía de Golmayo.

Como en toda ascensión, el ritmo de la marcha es desigual para cada participante. Hay quienes, con su zancada larga y vigorosa, marcan el paso hacia el objetivo de nuestra meta, si bien, no siempre acertado: el distanciamiento del grupo a veces supone  volver hacia atrás  por haber escogido la ruta inadecuada. No es ningún inconveniente: la rectificación se hace rápida y sin consecuencias para el desarrollo grupal de la subida.

Sin embargo, en esta ocasión, no todos los participantes de inicio llegarán hasta la cumbre prevista: una de nuestras compañeras, a poco de empezar la ascensión, siente una indisposición y tiene que ser auxiliada. En este caso, surge la solidaridad de grupo y generosidad individual de quien asiste a la compañera indispuesta, representada en la persona de Marivi, que se queda con ella y la acompaña hasta su casa de Fuentetoba, para su recuperación definitiva. El incidente, por lo que nos informan después, no reviste gravedad y la afectada se recupera favorablemente bajo los atentos cuidados   de Marivi, que, además de enfermera, no duda en prestar su ayuda a quien lo ha necesitado.    Un ¡hurra! por ella.

La ruta transcurre con normalidad, siempre en sentido ascendente, aunque no  exigente en exceso por la orografía del terreno, pero manteniendo un esfuerzo constante que hace del grupo una serpiente multicolor en su configuración hacia la cima, dadas las características del terreno y la normal desigualdad en el ritmo que  cada uno imprime a su marcha.

El ambiente plomizo que con que ha despertado la mañana va dando paso a un azul del cielo cada vez más nítido, aunque ello no impida que un indisimulado y pertinaz viento del noroeste refrigere nuestras mejillas y nos recuerde que el otoño no brinda las bondades del sol estival, sino el rigor de la estación que precede a la más severa situación invernal.

En esta subida  apreciamos el terreno árido y pedregoso que cubre las inmediaciones del Pico Frentes, con sus cambios de desnivel por momentos, el tránsito por falsas vaguadas y,  cuando vamos ganando altura y giramos la mirada hacia el punto de partida, las vistas de la bella austeridad que caracteriza nuestra tierra, salpicada de arbustos diseminados por  la ladera de la colina que atravesamos o los cultivos herbáceos de espontáneo crecimiento en estas arenosas y calizas  tierras. No hay una senda marcada hacia nuestro destino. Herederos y depositarios  del pensamiento de uno de nuestros grandes poetas, vamos haciendo camino al andar. Y ese camino nos dirige  a nuestro objetivo, sabedores que  en la meta fijada  volveremos a revivir  ilusiones, emociones y  recuerdos de personas y tiempos pasados.

Hemos recorrido algo más de 3 Km.  y nos encontramos ya frente a la gruta donde quedó fijada el año pasado la placa que mantiene la presencia de Julián por estos pétreas colinas. Y al lado, la pequeña oquedad sobre la pared vertical que albergará nuestro belén testimonial, coronado por la estrella que marca la dirección al portal del recién nacido. Ha sido deseo de sus hijos que  sus cenizas permanezcan en estos parajes: una parte será depositada en la tierra cercana a su placa y otra  esparcida al viento, desde lo alto de la roca que guarda su memoria. Con el propio bastón del caminante, Alberto se encarga de excavar un hoyo en la tierra, a modo de simbólica sepultura, mientras Mª Paz le hace entrega de una cuidadosa cajita, bien protegida, que guarda las cenizas que quedarán depositadas bajo el suelo de esta emblemática cumbre del Pico Frentes, en tanto que José Antonio lanza al aire  desde lo alto de la roca otra parte de las cenizas. El espíritu de Julián vaga ya  en libertad con el viento que acoge su recuerdo, a la vez que permanece unido a la tierra que él amó y por la que sentía pasión. Querías seguir caminando por esos montes y con esos buenos amigos que encontraste en tu camino y que tan buenos ratos pasabas con ellos”, le recordaba emocionada su hija Mª Paz, en el mensaje de despedida que le dedicó allí mismo. Y es verdad que Julián disfrutaba con nosotros y nos hacía disfrutar con sus ocurrencias, su bonhomía, su fino sentido del humor… Era momento de reproducir anécdotas vividas junto a él y, entre otras, las últimas ocurridas en el mismo Pico Frentes y por el mismo motivo que nos congregaba en estas fechas allá arriba. Una de ellas fue hace tres años, cuando subió al Pico un día antes que nosotros (no pudo hacerlo con el grupo por razones familiares) y dejó a buen recaudo una bolsa blanca a los pies de una encina, próxima al punto geodésico que se erige en lo alto del pico, y donde él sabía que nos reuniríamos para colocar el belén. Nadie conocíamos  la existencia de esta bolsa. A media mañana, y cuando  consideró que ya estaríamos celebrando la implantación del belén, se puso en contacto a través de las redes con algún compañero para preguntarle si habíamos encontrado una bolsa  al pie de la encina. “¿Qué bolsa?” – preguntamos incrédulos-. Nos dio las indicaciones exactas para localizarla y, efectivamente, allí había una bolsa blanca que guardaba…..¡una botella de cava! Quiso hacerse presente de esa manera, como testimonio de su adhesión en la distancia a nuestra alegría compartida.

La otra anécdota tuvo lugar el último año que pudo subir con el grupo. En esta ocasión nos sorprendió con la entrega de una serie de instrumentos fabricados en cartón (guitarras, trompetillas, timbales, etc.) haciéndonos saber que pertenecían a la orquesta sinfónica de Nomparedes, que había actuado recientemente junto a la coral de Suellacabras  y había conseguido su cesión de estas “instituciones” musicales para el desarrollo solemne de nuestro acto en lo alto del Pico. Así era Julián: socarrón, ingenioso, original…

Con estas sensaciones, tomamos posiciones para hacer el indispensable refrigerio de toda ruta: bocadillos, fruta, café caliente…asoman de las mochilas que guardan el reservorio que repone la energía gastada del caminante. Y aunque la situación del momento  y las restricciones impuestas por la maldita pandemia no nos permitan compartir otras viandas habituales, no podemos prescindir del obligado brindis comunitario por los lazos de camaradería y amistad que unen a este grupo: nuestro presi nos ofrece sidra y cava para brindar  en este acto, con prometedores deseos de que el próximo año nos encontremos de nuevo en estas fechas, celebrando con más libertad y menos limitaciones nuestra sintonía con el ambiente navideño que impregna este acontecimiento,  tan querido y deseado para todos los que formamos este grupo.

Emprendemos el camino de regreso. Por supuesto, no será tan corto ni  por el mismo itinerario que hemos traído. Tomamos la dirección más oriental que conduce hacia Fuentetoba, como recurso senderista que permite dar más amplitud y distancia a nuestra ruta, pero, a la vez, motivado por el interés de nuestro guía en mostrarnos, una vez más, un rincón muy peculiar de esta ladera del emblemático pico que dejamos atrás: la cueva de los cazadores. Caminamos monte  a través, por el denso  y abigarrado bosque de encimas y carrascas, salpicadas de algún que otro quejigo que se ha colado entre sus congéneres vegetales y guiados por el wikiloc que maneja José Antonio, para conducirnos hacia la citada cueva .

El suelo que pisamos es cómodo y la pendiente moderada para caminar a la sombra de los arbustos que dan vida a este terreno. Y en escasos kilómetros andados nos hemos plantado ya en la escondida galería que servía de refugio y apoyo logístico a los cazadores que perseguían sus presas por estos pagos. Es una hondonada formada por el desprendimiento del terreno, que ha dado origen a una oquedad amplia y diáfana, a la cual se accede fácilmente por una moderada rampa, para terminar bajo la bóveda natural que forma  la roca, factible tanto para hacer una hoguera que pueda  atemperar el rigor del clima, como conservar viandas o refrigerios en su interior. No han tenido mal gusto los cazadores que eligieron este lugar para  satisfacer sus obligadas exigencias cinegéticas.

No faltan las fotos de este rincón  y continuamos hacia nuestro punto de partida. Pronto salimos a una amplia senda, siempre por la vertiente oriental en dirección a Fuentetoba, de fácil pisada, salpicada de un hilo de agua que riega mansamente el suelo por efecto de las últimas lluvias, hasta que topamos con la conocida “fuente romana”, de apariencia modesta, pero que en esta ocasión muestra todo su vigor emitiendo un potente chorro de agua, que anega por completo la ruta sobre la que caminamos. El tramo del camino  se hace intransitable y durante un corto tramo  tenemos que buscar la orilla menos afectada para continuar nuestra andadura hasta las proximidades de la urbanización.

Y ya divisamos las primeras viviendas del núcleo urbano. Nos queda por visitar la joya natural de Fuentetoba, que es su cascada. Y su irrupción,  en este tiempo, es imponente, altiva, magnífica, rebosante de pujanza y vitalidad. Pero, además, no se conforma con ser ella solo el centro de atención y a su pies, donde la espesa de cortina de agua  besa el suelo, se han formado otra serie de “cascaditas”, primorosamente repartidas a lo ancho de la toba, cual si de un cuidadoso diseño se tratara para admirar la belleza de este fenómeno natural en su manifestación más espontánea. Hermoso espectáculo hídrico, que da paso al remanso tranquilo y transparente de sus aguas en el arroyo que las recoge, para hacerlas circular hasta su curso final. No hemos podido llegar en mejor momento para disfrutar esta  delicia que ofrece la toba, de la que deriva el nombre al municipio.

Hemos llegado al final de nuestra actividad. La mañana fuentetobeña  nos despide con un sol radiante y una sonrisa en  cada uno de nosotros por el ejercicio cumplido: en el Pico han quedado las figuras del belén y la figura del  amigo que se fue. Regresaremos a recoger los iconos religiosos, mientras el icono de Julián permanecerá atento y vigilante para proteger nuestro testimonio a la Navidad.

 

Agnelo Yubero

 

4 Comments so far:

  1. Gracias Agnelo, se te echa de menos a tí y a tus relatos. Pues si emociones y recuerdos muy entrañables con Julián en el Pico Frentes: “los del paso a paso la ha preparao buena”.
    Siempre estará en nuestros corazones.

  2. Gracias Agnelo, se te echa de menos a tí y a tus relatos. Pues si emociones y recuerdos muy entrañables con Julián en el Pico Frentes: “los del paso a paso la ha preparao buena”.
    Siempre estará en nuestros corazones.

  3. Gracias Agnelo, se te echa de menos a tí y a tus relatos. Pues si emociones y recuerdos muy entrañables con Julián en el Pico Frentes: “los del paso a paso la ha preparao buena”.
    Siempre estará en nuestros corazones.

  4. Muchas gracias Agnelo, he disfrutado mucho con la lectura de tu relato y de tu prosa tan emotiva y caracteristica.

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Posted by: soriapasoapaso on