Las Necrópolis de La Revenga, La Cerca y Cuyacabras

 

Ruta realizada por el Club de Senderismo Soria Paso a Paso.

 

Nos hemos reunido 12 senderistas este 21 de septiembre, la ruta prevista al Circo y Lagunas de Neila es espectacular pero a lo largo de la semana se preveían lluvias y tormentas, aunque según la última información meteorológica de la mañana las precipitaciones van a ser muy escasas, de forma que decidimos iniciar el viaje a la provincia de Burgos.

Ya en la carretera, conforme nos acercamos, la niebla se va espesando y ahí sigue cuando iniciamos la ruta por pista forestal, aún cerca del aparcamiento encontramos las primeras lagunas, la niebla continua siendo la protagonista y apenas las podemos ver, estando la visibilidad tan mermada los sherpas proponen una ruta alternativa que tienen preparada para realizarla próximamente, votamos por ésta y según deshacíamos el camino la niebla se iba diluyendo en esta zona baja y dejando ver un paisaje bello y misterioso.

Pero la situación arriba no sería la misma, de manera que decidimos no arriesgar y continuar hacia El Comunero de Revenga ubicado entre las Sierras de Urbión y Neila.

Al llegar llama la atención La Casa de la Madera con sus troncos apilados, que dotan a este edificio multidisciplinar de un diseño original y totalmente integrado en el paisaje, que también se puede contemplar desde un mirador al que se accede a través de una torre de cristal.

 

 

Vemos, sin detenernos, la ermita de Ntra. Sra. de la Revenga y el casona comunal (siglo XVIII). Los municipios de Canicosa de la Sierra, Quintanar de la Sierra y Regumiel de la Sierra desde 1581 comparten jurisdicción sobre este terreno que perteneció a los monasterios de San Millán de la Cogolla y San Pedro de Arlanza. Cada año, uno de los tres municipios administra los bienes y propiedades comunales y se encarga de preparar la fiesta, una tradicional romería  y, como en tantos de nuestros pueblos de pinares, la pingada del mayo.

Pasado un espacio recreativo se halla una importante necrópolis declarada como zona arqueológica conforme a la Ley de Patrimonio Histórico Español del 29/04/1974 que dejamos para visitar al finalizar la ruta porque ya hay un nutrido grupo de turistas. (Necrópolis situada a 1117 m. sobre el nivel del mar.)

Dejamos atrás la explanada y a pocos metros nos adentramos en un magnifico robledal, cuyos ejemplares  nos irán acompañando a lo largo del camino, dejando en nuestra retina fantásticas imágenes de troncos revestidos de musgo y sobre todo de líquenes cubriendo troncos y ramas, recordemos que es señal de un aire puro y sin contaminar.

En el sotobosque señorean los helechos y en el sendero las zarzas de moras ya nos regalan sus frutos maduros que vamos probando.

También los pinos albares o silvestres están presentes en nuestro camino, no en vano estamos en tierra de pinares.

Continuando nuestra ruta encontramos el indicador que nos llevaría a un eremitorio “La Cueva Andrés “que no vamos a visitar. Por lo que veremos en el panel informativo de Cuyacabras  parece ser interesante aunque está muy deteriorado.

Un paisaje idílico que también oculta antiguos secretos que el tiempo va descubriendo y detrás de un vallado de madera hay uno de ellos “La Cerca”  Vemos una covacha, junto a ella una sepultura rupestre y sobre la misma una pequeña bóveda circular con oquedades a modo de cúpula celeste, en la pared más próxima, ya en la covacha, a baja altura se distinguen otra bovedilla y una cruz griega.

                                                                      (La Cerca a 1186 m.)

Estamos contemplando un eremitorio y  una tumba antropomorfa que pertenecería a alguien con prestigio en su comunidad, pero es solo uno más de los muchos eremitorios y enterramientos que se pueden encontrar en lo que parece ser un conjunto religioso, quizá un primitivo monacato.

Frente a la cueva hay curioso rincón formado por una piedra tallada, que pudiera ser el frontal de un oratorio, cubierta de musgo y horadara con pequeñas hornacinas, así como una cruz en el lateral y, pegado a ella, un esplendido roble, ambos se yerguen como guardianes de este lugar de culto en el que se respira su antigua sacralidad, con vestigios aún más lejanos en el tiempo como algunos restos prerromanos, de aquel mundo celta cuyo templo era el bosque y su árbol sagrado el roble.

 

Al otro lado del cortado hay alguna tumba más del mismo tipo.

La ruta continua en ascenso y poco antes de llegar a una pista aprovechamos una zona rocosa para almorzar cómodamente. (A 1293 m.)

Ya en descenso (1221 m.) llegamos al panel informativo del yacimiento arqueológico del despoblado de Cuyacabras, el conjunto arqueológico ha quedado identificado con una aldea altomedieval llamada Villa Godomar cuya vida  y muerte giraban en torno a una pequeña iglesia asentada sobre un promontorio de arenisca, a cuyo amparo nació una necrópolis (siglos IX-XI) con 183 tumbas. En cuanto al poblado se organizaba alrededor de la iglesia y del cementerio, a pesar de expolio y reutilización de materiales constructivos, aún  existen restos de viviendas en la zona meridional y extremo occidental del yacimiento.

Entramos en Villa Godomar pisando entre las hendiduras longitudinales que marcan el antiguo portón y lo que tenemos ante nosotros es impresionante.

Sobre el citado promontorio hay multitud tumbas escavadas en la roca, las hay antropomorfas con encaje para la cabeza en forma de arco de herradura o redondeado, otras son de bañera, siendo las infantiles de este tipo, hay muchas de estas pequeñas tumbas ya sea formando parte de agrupaciones familiares, de agrupaciones infantiles o aprovechando pequeños espacios, también encontramos sepulturas en pareja y recorriendo el recinto funerario, prácticos canales para impedir la filtración del agua en las tumbas éstas fueron selladas con cubiertas monolíticas, se orientan, salvo alguna excepción en dirección a poniente.

En la zona más alta de la plataforma aparece marcado el perímetro y otros detalles de la construcción de la iglesia, para acceder al lugar existe una escalinata escavada en la roca.

Bajando esos ocho escalones y girando a la izquierda descubrimos otro rincón de esos especiales, el lateral de la plataforma rocosa está horadada  por los nichos laterales, hay dos formidables tumbas exentas y un magnifico y viejo roble como guardián de este lugar donde el robledal es más antiguo y su sabia trae recuerdo de los devenires de la historia.

Marchamos ya del yacimiento del despoblado de Cuyacabras, declarada como zona arqueológica por la Ley de Patrimonio Histórico Español del 29/04/1974, dejando atrás en el tiempo y en el espacio la aldea semi rupestre de Villa Godomar.

El camino de regreso vuelve a ser entre pinos y robledales.  A veces sobresale algún ejemplar más antiguo e imponente, con varios robles jóvenes junto a él, al poco de iniciar la ruta nos comentó nuestro compañero Alberto que estos ejemplares habían nacido de la raíz del viejo roble, un dato interesantísimo y totalmente desconocido para nosotros.

¿Qué sería de una de nuestras rutas sin vadear un río? En esta ha sido el arroyo Torralba que cruzamos sin problema, contando con la mano amiga de los compañeros.

A través de bosques, yacimientos arqueológicos, sendas y pistas forestales llegamos al punto de partida, la necrópolis de la Revenga para cuya descripción e historia tomaremos como fuente Wikipedia.

“La Necrópolis situada en el Comunero de Revenga, cuenta con 132 tumbas antropomorfas, excavadas en la roca. El conjunto abarca una superficie aproximada de 2.000 metros cuadrados. El complejo inicial contaba además con una Iglesia de la que todavía se puede intuir la planta. Dentro del área de la Iglesia, se ve lo que se supone fue el baptisterio. Está datada en el S.IX ó S.X, pero como suele ocurrir en este tipo de construcciones, se cree que fue usada durante más de cien años como centro de enterramiento del poblado. En este complejo llama la atención la gran cantidad de tumbas infantiles que se encuentran. Los tamaños de las tumbas de adultos, oscilan entre los 2,05 m. y 1,65 m. Este tipo de tumbas se encontraban cubiertas de una losa rectangular de gran tamaño que permitía taparla entera, desgraciadamente apenas se ha conservado alguna…”

Dejamos atrás La Revenga pero nuestra ruta no ha concluido, aunque en coche, vamos a visitar El Pino-Roble de Canicosa de la Sierra.

Alberto nos da una certera datación y nos muestra la forma en que pudo llegar a formarse tan original simbiosis a partir de una semilla de pino albar que germinó en la tierra contenida en el hueco de un roble, lo suficientemente fuerte para sostener ese elemento extraño y aún en crecimiento, porque en su tronco ha quedado marcada la altura que tenía cuando se inició el proceso y las raíces del pino han ido elevándose y alejándose de la tierra con el crecimiento del roble. Su tronco está desgarrado al contener raíces y tronco de este formidable ejemplar de pino, que ha continuado creciendo y sobrepasando ampliamente la altura del roble.

El otoño es la época que más visitantes atrae, cuando la tonalidad amarilla de las hojas del roble contrasta con el verde del pino, pronto estará en su apogeo, pero aún con sus distintas tonalidades de verde el pino roble de Canicosa de la Sierra es simplemente precioso.

 

Ana María Abajo  21/09/2019

Ruta realizada por el Club de Senderismo Soria Paso a Paso.

 

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