PUENTE RA 4 de Mayo -2019

Hay paisajes que enganchan. Es primavera  y vamos siguiendo el rastro y el curso  del agua en nuestras rutas, tenemos la excusa perfecta para volver a uno de nuestros rincones favoritos localizado en el corazón de la Sierra de Cebollera .Hoy nos vamos a caminar siguiendo el curso del Arroyo de Puente Ra.

Para ello nos dirigimos a Villoslada de Cameros, pueblo  emplazado en el Camero nuevo a las márgenes del río Iregua, el camero viejo está compuesto por el territorio que baña el río Leza y ambos forman la Serranía de LOS CAMEROS.

Recorremos  alguna calle de Villoslada en el coche y comenzamos a circular por una carretera estrecha en una zona claramente  ganadera, los corrales y las majadas quedan a la izquierda  de nuestro camino  y a esta temprana hora ya vemos la dura actividad pecuaria que es una de las principales fuentes de ingresos de este pueblo junto con los trabajos forestales, pero antiguamente su dedicación fue también textil y fue punto importante en la ganadería trashumante. Su historia está marcada también por la partida de muchos de sus habitantes hacia “las Américas”

La montaña asciende a nuestra derecha y vemos  las vacas adaptadas al hábitat  vertical caminando  por la pendiente como si fueran cabras, nos da la impresión de que pueden caer sobre nuestros coches en cualquier momento.

Vamos camino de la ermita de la Virgen de los Lomos de Orio pero tras pasar el camping del Achichuelo nos desviamos por otra carretera hacia la derecha, dejando la ermita a nuestra izquierda, por aquí pronto llegamos a Puente Ra dónde nos recibe

el sonido del agua y recordamos nuestra foto otoñal tirándonos hojas que nos hicimos la temporada pasada.

Comenzamos la ruta por el camino por la margen derecha del arroyo rodeados por  frondosos bosques de hayas,robles y abedules; caminamos al filo  del sendero  para poder observar el trabajo y la fuerza del agua que se va exhibiendo en saltos y torrenteras.

El arroyo de puente Ra desciende desde el pico de la mesa de Cebollera hasta juntarse con el Iregua muy cerca del Achicuelo. El Iregua a su vez es afluente del río Ebro juntándose a él cerca de Logroño.

Un arroyo joven, alegre y caudaloso que esta mañana nos proporciona un espectáculo fascinante y que brinca a un lado y al otro del camino. El ambiente es umbrío y fresco y agradecemos cuando según subimos llegamos a una zona dónde por fin el sol nos circunda y nos reconforta, levantamos nuestras caras hacia él para sentir su luz y su calor.

Tras atravesar una zona algo más complicada y pedregosa llegamos a un puente hecho con troncos de madera que esta mañana está resbaloso y peligroso por lo que nos vemos en un pequeño aprieto cruzándolo. Con mucha precaución y la ayuda de nuestros expertos compañeros superamos el inconveniente y descubrimos que a partir de aquí hemos entrado en un bosque de cuento donde cada componente de la foresta  vivo o muerto proporciona una belleza especial al lugar. El suelo nos habla del invierno recién acabado con su color cobrizo por las hojas caducas de hayas y robles pero  el agua que es fuente de vida nos habla de la alegría  que estar por venir próximamente.El arbolado sin mención de follaje todavía esta cubierto de líquenes .  Nuestro color favorito esta mañana es el verde porque  el musgo se esparce  formando grandes mantos muy espesos  por rocas, troncos, y cualquier vestigio invernal como ramas rotas o  raíces arrancadas de la tierra . La sonrisa de  Feli, resalta entre los verdes de este mágico  lugar. Vamos ascendiendo por la ladera de la montaña y el río va quedando en la profundidad del terreno, al dejar de oír el agua podemos escuchar los trinos de los pájaros ya con ambiente primaveral y vemos  como las hormigas ya están en plena actividad también.

Nuestro color favorito sigue siendo el verde porque llegamos a un alucinante paisaje de montaña compuesto por lozano y frondoso pasto en la ladera, los árboles son ahora pinos y un gran acebo nos llama la atención lleno de frutos rojos. Chus espera que en cualquier momento aparezcan Heidi, Pedro y el abuelo. Frente a nosotros se alza cebollera con su cumbre nevada contrastando y brillando entre el azul del cielo, incluso podemos distinguir la escarcha o la fina capa de nieve que cubre los pinos en la falda de la montaña.

En la vertiente situada frente a nosotros al otro lado del río podemos ver claramente círculos de piedras que fueron antiguos corrales donde contenían el ganado trashumante en la época estival

La subida ha sido pronunciada pero tranquila y muy vistosa, ahora nos toca descansar aprovechando el espectáculo natural que tenemos delante de nuestros ojos y el sol que llega a la pradera. Y por supuesto el lugar se ha ganado una foto del grupo “Soria Paso a Paso”.

De aquí a la pista de bajada y de vuelta solo tenemos un paso y si alguno de los senderistas hemos pensado que  nos queda por andar un aburrido camino forestal  pues nos equivocábamos porque nada mas poner los pies en él nos sorprende nuevamente el agua cayendo en cascada monte abajo y chorros, saltos, cataratas, corrientes lentas y corrientes rápidas y en definitiva  agua en todas sus posibles formas de  desplazamiento  nos acompañan en el descenso por la pista. En algunos lugares hay pilones dónde el agua se estanca y se  recoge posiblemente para uso ganadero en verano.

Otro atractivo de la senda de gravilla son los pinos, unos rectos, enormes con gran cubicación y otros en medio de grandes canchales destrozados y desbaratados por la fuerza de la naturaleza. En esta zona también hay ejemplares de pino negro pero no los vimos o no estuvimos atentos. Sin embargo nos interesamos mucho y no paramos de fotografiar a los acebos muchos de ellos desafiando a los pinos, queriendo crecer como ellos porque tienen auténticos troncos que suben rectos y llegan a buena altura.

Caminamos y cada poco tiempo echamos la vista atrás para no perdernos las cumbres de Cebollera de nuevo junto al peñón de Las Antenas  y el de Santocenarrio. Un gran cortafuego sube la montaña y desde su cumbre permite recorrer estas crestas pasando de una a otra.

Llegamos frente a 55 escalones de piedra hoy reverdecidos también y ofreciendo una estampa completamente primaveral para subir por ellos y llegar a la Ermita de la Virgen de los Lomos de Orio a cuyo lado está la casa del santero. Es un edificio de mampostería del S.XVIII que cobija  la talla Románica  de la Virgen en su altar barroco, con su óleo bendecido para uso de los creyentes. El conjunto está envuelto por una cúpula de yeserías en tonos marrones. El reloj de sol marca las 11 de la mañana y nuestros relojes las 13h.

Bebemos agua fresca en la fuente “La Chilena” que fue un regalo de unos vecinos de la zona que emigraron a Chile y nos acercamos a ver las tumbas antropomorfas que hay en el prado de arriba donde grandes y viejos olmos están recién podados y sus ramas están bien apiladas.

Según Luis Vicente Elías  el nombre de Lomos  de Orio tiene su procedencia  en la denominación” lumbus aureus “ que hace referencia a las cumbres nevadas de la Sierra de Cebollera  que cuando reciben el reflejo del sol parecen doradas y hoy los pasopaseros hemos evidenciado este detalle.

Solo nos resta descender desde la ermita a la zona de recreo del Achichuelo para dar por terminada nuestra ruta del agua  por las cascadas de Puente Ra  y una cancioncilla muy famosa de la zona me viene a la memoria :

 

 

Ya se van los pastores

a la Extremadura,

ya se queda la sierra

triste y oscura.

Ya se van los pastores

ya se van marchando,

ya se queda la sierra

triste y callando.

Más de cuatro zagalas

quedan llorando

 

 

 

Emi

 

3 Comments so far:

  1. He vuelto a revivir tan idílico lugar que nos mostró un momento especialmente bonito de agua, luz sonido y belleza que relatas, muchas gracias.

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Posted by: soriapasoapaso on