PICOS DE EUROPA: PAISAJE, NATURALEZA, EMOCIONES

 

XVII Día Nacional de Senderismo, 28 Abril-1 Mayo, 2018. CANGAS DE ONIS

 

 

No podíamos faltar a la cita. El pasado mes de Septiembre hicimos un inolvidable recorrido por la ruta del Cares, uno de los itinerarios más emblemáticos y transitados de los Picos de Europa. Este macizo del norte de España, que se extiende por tres comunidades autónomas, Asturias, Cantabria y Castilla y León, tiene un atractivo especial en cualquiera de sus vertientes geográficas, que atrapa al caminante y le impulsa a volver para conocer más y mejor el encanto de sus rincones, llanuras, barrancos, quebradas, montañas, ríos, cascadas…..,todo un despliegue de riqueza natural y belleza paisajística.

El buen gusto y las mejores sensaciones que nos dejó el paseo sobre el curso del río Cares no podíamos almacenarlas en nuestro recuerdo a beneficio de inventario y la ocasión para revivir nuevas emociones por esta privilegiada geografía se nos presentó en forma de escapada durante tres días, aprovechando la celebración del día de senderista, para conocer y recorrer otros no menos espectaculares lugares de culto naturalista y paisajístico de los Picos de Europa, en este caso por las montañas asturianas del Parque Natural de Covadonga.

CANGAS DE ONIS fue el punto de concentración escogido por la organización de este evento, el grupo asturiano Peña Santa, con el patrocinio de la FEDME y la FEMPA, para congregar a los caminantes de toda España que amamos el senderismo, a la vez que disfrutamos del siempre hermoso marco de ambientes naturales. El motivo de que la efemérides se desarrollara por tierras asturianas tenía una triple justificación: por una parte, este año se conmemora el centenario de la declaración de “Parque Nacional de la Montaña de Covadonga”, hoy Parque Nacional de los Picos de Europa; por otra, coinciden otros dos acontecimientos históricos también este año, el XIII Centenario de los orígenes del Reino de Asturias y el primer Centenario de la coronación canónica de la Virgen de Covadonga. Por todo ello, Asturias ha sido el centro de atención de los más de setecientos senderistas que allí acudimos, pletóricos de energía y ávidos por dejar en la suela de nuestras botas la huella de una montaña que tiene un halo de mágica y sagrada, acogida a la protección de la “santina”.

Pero empecemos desde el principio.

El sábado, 28 de Abril, once ilusionados compañer@s del grupo “Soria, paso a paso” nos dimos cita a las 7,30 en el punto acostumbrado de partida de nuestras salidas, para dirigirnos a tierras asturianas: Angel, Ana, Gema, Julián, José Antonio, Elisabel, Reme, Almudena, Feli, Julia y este relator. Intercambiamos impresiones sobre algunos datos de interés para el viaje y, en tres coches, previamente distribuidos pasajeros y equipajes, enfilamos la N-234, dirección Burgos.

 

A la entrada de la ciudad del Cid tomamos la carretera de Santander hasta llegar cerca de Aguilar de Campoo, donde hacemos la obligada parada de descanso en “La Cañada”, mientras degustamos un humeante café, acompañado del mini-bocadillo o pieza de repostería que proporciona energías para continuar el viaje. Podríamos haber optado por seguir la autovía Burgos-León, trayecto más corto para acceder desde esta última provincia a territorio asturiano, pero el desvío de ruta obedecía a un motivo más que justificado y acertado: nuestro serpa, siempre atento a darnos la oportunidad de disfrutar de los recursos que hay en los caminos que atravesamos, nos llevó dirección Santander para visitar la cueva del “Soplao”, ubicada en tierras cántabras. El desvío no supone una excesiva prolongación del viaje y la visita al lugar escogido merecía este pequeño rodeo. Hemos sobrepasado las indicaciones con dirección a Torrelavega y nos dirigimos hacia San Vicente de la Barquera. Antes de llegar a esta localidad, que dejamos a unos 5,5 Km., nos desviamos a la izquierda, abandonando la cómoda autovía que traíamos para adentrarnos por una serpenteante carretera ascendente y con numerosas curvas que parecen no acabarse. Al fin accedemos a las inmediaciones de la sorpresa que nos aguarda, auténtico placer para los sentidos: la cueva del “Soplao”. Situada a 540 m. de altura, entre los municipios de Herrerías, Valdáliga y Rionansa, los exteriores conforman un mirador con excelentes vistas a los Picos de Europa, el valle del río Nansa y el mar Cantábrico.

 

Pero no es este el principal objeto de interés, sino el interior de la cueva. Conocida como la “Capilla Sixtina de la geología” o la “Catedral de la geología”, se abrió a las visitas al público en 2005. Anteriormente había sido una mina en activo hasta finales de las década de los 70. El acceso al interior de la misma se hace a través de un trenecito, que recorre una distancia de aproximadamente 400 metros, para dejarnos delante de una gran galería, donde nos faltan ojos para admirar la belleza contenida en estas formaciones que han tardado cientos de millones de años en presentarse bajo su forma actual. El conjunto de la cueva está conformada por distintas galerías que ocupan una extensión de unos 15 Km, aunque son solo visitables alrededor de 1.200 m. Sorprende, desde el primer contacto visual, la belleza y la composición de sus estalactitas, con formaciones conocidas como “excéntricas” o “helictíticas”, que la hacen, si no única, sí especialmente extraordinaria en este tipo de manifestación geológica. Las “excéntricas” son formaciones de las estalactitas que crecen no solo en dirección vertical hacia el suelo, sino en todas las direcciones (laterales, ascendentes, oblicuas, etc.), simulando más el crecimiento de la raíz de una especie arbórea o un variado y cromático coral desarrollado fuera del fondo marino. Representan un desafío a la ley de la gravedad y, según las explicaciones de la guía, todavía no se conoce la razón de esta extraña y, a la vez, hermosa reproducción estalactítica. Algunas de ellas son auténticas filigranas de cristal, que parecen salidas de las manos del más avezado orfebre, y ofrecen una imagen de extrema delicadeza.

Me comentaba nuestro compañero J. Antonio que tenía la impresión de encontrarse contemplando un fondo marino en dirección invertida, es decir, vemos el fondo como si estuviera colgado sobre nuestras cabezas y  adherido a la bóveda de la sima donde nos encontramos. Cualquier percepción de esta maravillosa escena puede asemejarse más a una representación onírica que real. Pero no solamente la geometría de estas formaciones resulta fascinante: el color que impregna su textura resulta asombroso, exhibiendo un blanco radiante en unos tramos del techo de la cueva, fruto, según nos informan, de la pureza del carbonato cálcico que, lentamente, ha ido formando el agua en contacto con otros productos geológicos presentes en este espacio, o el azul-púrpura que podemos apreciar en otros relieves de la gruta abovedada, efecto de otros tantos procesos químicos singulares en esta privilegiada cueva. Esa extraña explosión de formas, colores, olores, sabiamente aderezados con las luces y sonidos que acompañan el recorrido por esta excepcional gruta, hacen de la visita al “Soplao” un recuerdo imborrable.

Un último dato: Angel, su esposa Ana, y Julián, ya habían visitado anteriormente esta cueva. A ellos tenemos que agradecer la gentileza de hacernos partícipes de conocer este maravilloso escenario de belleza natural, en la misma medida que ellos así lo disfrutaron y valoraron.

 

Hemos terminado la visita hacia las 14,00 h. así que aprovechamos para hacer el almuerzo en las mismas instalaciones hosteleras de la cueva.

Satisfechas las necesidades más primitivas, ponemos rumbo a Cangas de Onís, nuestro punto de destino, donde llegamos alrededor de las 17,00 h. Distribución en los hoteles previamente reservados y a las 19,00 h. tenemos el primer contacto con los miembros de la organización. Es en la casa de la Cultura de Cangas, donde somos informados del programa preparado para estos días y otros aspectos logísticos propios del evento. Y como dato curioso, en la mesa de organizadores se encuentra una representante del cabildo insular de la isla de La Palma, quien nos informa que el próximo año ésta efemérides se celebrará en dicha isla canaria y nos invita a todos los presentes a conocer y disfrutar la próxima edición de los indudables encantos que atesora este enclave palmero. Tomamos nota de su invitación. Todo se andará…..

Terminado el acto, resulta casi obligado realizar una primera visita turística por la localidad que nos acoge y hacernos la foto de rigor en el celebérrimo Puente Romano sobre el Sella, seña de identidad del espíritu de la reconquista y de la propia ciudad de Cangas. Y, cómo no, tras el recorrido por sus calles, no podía faltar la degustación de la sidra asturiana en una de sus cafeterías cerca del otro río, el Güeña, que entrega sus aguas al Sella muy cerca del citado Puente Romano. Justo al lado de este establecimiento encontramos un restaurante para hacer nuestra primera cena en Asturias. Ambiente jovial y distendido durante la cena y un corto paseo nocturno hasta nuestros alojamientos.

Domingo, 29 de Abril.

Contra todo pronóstico, el día amanece sin lluvia. Nublado, pero sin agua y con algunos claros que hacen presagiar que tendremos un día sin excesivas nieblas en lo alto de la montaña.

Nos han citado entre las 8,00 y 9,00 h. en la estación de autobuses de Cangas para control de los participantes, recogida del avituallamiento dispuesto por la organización (donde encontramos el típico “bollo preñao” asturiano) y, desde aquí, salida hacia el punto de partida de la ruta, que discurrirá por los lagos del Parque Natural de Covadonga, una de las más bonitas, según la información facilitada, para conocer uno de los puntos más visitados y espectaculares del Parque Nacional de los Picos de Europa.

Con nuestra acostumbrada puntualidad, a las 8,30 hemos llegado a la citada estación de autobuses y antes de las 9,00 h. ya estamos en el autobús preparado al efecto para acceder hasta las inmediaciones del “entorno de los lagos y majadas pastoriles”, nombre con el que se conoce a esta ruta.

La marcha parte del aparcamiento de Buferrera, zona de estacionamiento para los vehículos autorizados hasta este acceso. Hemos llegado con suficiente antelación, así que toca esperar al resto de los más de setecientos participantes del evento. Y para hacer más corta la espera, decidimos subir hasta una pequeña elevación próxima al punto de salida, conocida como “Mirador de la reina”, donde podemos apreciar la vasta panorámica de la montaña asturiana, a la vez que aprovechamos para hacernos las primeras fotos de grupo sobre estos parajes. Completada la llegada del resto de la expedición, nos unimos a ella e iniciamos la ruta por una carretera ascendente durante un trecho de 300 metros, hasta enlazar con un sendero empedrado que conduce al lago Enol, situado a 1.070 metros de altitud y una profundidad máxima de 25 metros. Lo vamos bordeando por su parte derecha y mientras admiramos esta hermosa y plácida masa de agua, se puede observar en el interior y no muy lejos de la orilla una boya blanca que flota sobre la superficie. El guía que encabeza la expedición nos explica el significado de esta solitaria señal sobre el lago: bajo la misma hay una imagen de la Virgen de Covadonga, que un equipo de buzos se encarga de sacar a la superficie el día de su festividad, el 8 de Septiembre para procesionar con ella por estas montañas. Las nubes van desapareciendo y un radiante sol, por momentos, acompaña nuestros pasos. Ahora caminamos por un terreno empedrado, siguiendo las marcas del trazado de pequeños recorridos por los Picos de Europa, hasta alcanzar la Vega de Enol y llegar a la capilla de su mismo nombre, consistente en un altar a cielo abierto, sobre la verde vega del altiplano, coronado por un arco y una pequeña torre anexa al conjunto, rematada con una cruz de hierro. Aquí hacemos una parada técnica para reagruparnos y, de paso, degustar el “bollo preñao” asturiano. Tengo ocasión de intercambiar impresiones con un asturiano de pro, quien me informa, mientras acepta agradecido un trago de mi bota, que en este lugar se celebra la “fiesta del pastor” cada 25 de Julio. Después de la ceremonia religiosa oficiada sobre el altar, que ahora nos sirve de improvisada mesa para descargar nuestras mochilas, tiene lugar una especie de Asamblea entre los pastores que han acudido al lugar para nombrar al “Regidor de pastos” o “Pastor Mayor”. Mientras me comenta esta costumbre tradicional me vienen a la memoria algunos versos de la canción “La Romería”, que popularizó por la década de los 60 un no menos reconocido y aplaudido cantante asturiano, Víctor Manuel: “Van subiendo los mozos / con los corderos al hombro, / sube la gente cantando / a la fiesta del patrono…..”. No sé si estos lugares serían fuente de inspiración para el referido tema musical; supongo que no, porque por aquí no hay ningún lagar donde escanciar la sidra que anima el ambiente festivo del que habla la canción, pero, en cualquier caso, el enclave es propicio para dar rienda suelta a la imaginación: verdes pastos, majadas ahora en desuso, pero que tuvieron una importante actividad ganadera hasta hace poco tiempo, vestigios de vida pastoril por toda la zona….hacen de esta llanura el campo idóneo para la exaltación de la vida bucólica y, por ende, lugar de celebraciones festivas bajo el manto de la montaña sagrada que impregna este espacio asturiano.

Reiniciamos la marcha y nos adentramos por un camino erizado de piedras clavadas sobre el suelo, que, a la vez presenta un exceso de barro y humedad, lo que ralentiza la marcha y obliga a caminar en fila india. No olvidemos que andamos entre paredes rocosas, derivadas del macizo en que nos encontramos y de la geografía que caracteriza estas altitudes. De ello es consciente la organización y cada cierto trecho del camino podemos ver miembros de la organización, con su distintivo chaleco amarillo, situados sobre nuestros puntos de paso, atentos a cualquier incidencia que pueda producirse en el desarrollo de la ruta.

Nos acercamos a la vega del Bricial y al lago del mismo nombre. Antes, hemos pasado por una de las numerosas majadas que se asientan por estas altitudes, la majada del Bricial, testimonio de la riqueza ganadera que en otros tiempos ha llenado estas vegas. Sin embargo, el lago apenas muestra una pequeña y casi desapercibida mancha superficial de agua. ¿Qué ha pasado? Sencillamente que, al estar asentado sobre un sumidero kárstico, las aguas se subsumen bajo el suelo donde se asienta, desapareciendo por épocas a la vista del observador y siendo visible solamente en períodos de deshielo o de grandes lluvias.

Siguiendo el sendero que marcan las señales del PR-PNPE2, (Pequeño Recorrido-Parque Nacional Picos de Europa 2), llegamos hasta otra de las majadas que todavía tiene actividad pastoril, la majada de Las Reblagas. Y no muy lejos de este emplazamiento podemos divisar ya el lago de La Ercina. Más pequeño que el lago Enol en extensión y con un calado de apenas 3 metros, conforman, junto al casi apreciable Lago del Bricial, los llamados “lagos de Covadonga”. Las inmediaciones del Ercina y su rica vegetación en pastos, propician que sea una zona apta para la crianza del ganado vacuno que permanece por estas zonas.

Desde el Ercina nos acercamos ya al final de esta corta e intensa ruta que exhibe la belleza de la montaña de Covadonga, pero antes, y a corta distancia del último lago visitado, tenemos la oportunidad de conocer los vestigios de lo que fue la mina Buferrera. Comenzó a explotarse en el año 1879 para extraer manganeso, mercurio y hierro. A partir de 1918, cuando Alfonso XIII declara la zona Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, comienza el declive de la industria minera. Pesa más el interés por la conservación medioambiental del lugar que la actividad minera. En 1979, tras algunos conflictos con el desaparecido ICONA, cierra definitivamente la mina. Para la visita turística se conservan algunas herramientas de la época, un ejemplar de las vagonetas que usaban para el transporte del mineral extraído, algunos metros de raíles por los que circulaba este tipo de transporte y un corto túnel que se puede atravesar desde la superficie.

Hemos completado la ruta que los organizadores han preparado y nos queda tiempo para seguir pateando un poco más por este emblemático paraje y disfrutar del paisaje, la vegetación, el aire de la montaña….Así que, siguiendo la recomendación que nos hizo nuestro compañero Alberto, conocedor de estos pagos por su actividad laboral en tiempos no muy lejanos, decidimos a hacer una ruta adicional hasta el “Mirador del Rey”, distante a 4 Km. aproximadamente, desde el punto donde hemos finalizado. El acceso hasta allí se realiza volviendo sobre nuestros pasos, en dirección oeste, y tras cruzar de nuevo la vega Enol, tomamos una amplia y cómoda carretera de montaña, cerrada al tráfico, hasta enlazar con una pista forestal que nos lleva directamente hasta nuestro objetivo. De la panorámica de este mirador hay que destacar el maravilloso hayedo de Pome, el mayor del macizo occidental de los Picos de Europa y unas espectaculares vistas sobre los picos y crestas montañosas que rodean el entorno de Cangas de Onís.

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Es hora de aligerar nuestras mochilas y sobre una gran piedra redonda junto al lugar de llegada, que hace las veces de mesa de comedor, aliviamos nuestras necesidades gastronómicas, tras la obligada sesión de fotos de grupo, pancarta incluida, en el mismo límite que perfila el mirador. No faltan la tortilla, la bota y un sinfín de productos traídos de la despensa soriana, que vamos consumiendo en el ambiente cálido y grupal que caracteriza este tipo de experiencias compartidas.

La climatología nos ha respetado durante toda la jornada. Nos felicitamos por ello y ahora regresamos hasta el estacionamiento de autobuses para volver a Cangas. Apenas hemos alcanzado la marquesina cubierta del aparcamiento, una tromba de granizo transforma el suelo en un repentino manto blanco, mientras comentamos satisfechos la suerte que nos ha acompañado por librarnos de este inesperado incidente climático. Cientos de personas se dan cita también en esta parada de auto buses. Un corto tiempo de espera y hacia las 17,30 nos encontramos de nuevo de regreso en Cangas.

El resto de la tarde la aprovechamos para perdernos por las calles y establecimientos comerciales de la localidad. Y un refrigerio en una cafetería con el curioso nombre de “La Cárcel”, por encontrarse ubicada en el mismo lugar que antes ocupaba una prisión.

 

Lunes, 30 Abril.

Hoy sí. Hoy se han cumplido las previsiones meteorológicas que anunciaban lluvias y el día ha amanecido como estaba previsto: lluvia persistente y continua y pocos visos de que asome el sol a corto plazo. Esta circunstancia ha hecho modificar la ruta programada: ascender hasta una cresta montañosa, la cruz Priena, desde el lugar conocido como la Huesera, para descender por una pronunciada pendiente hasta Covadonga. La lluvia hace desaconsejable este itinerario por la peligrosidad, sobre todo, del pronunciado descenso que conduce al santuario. Así que, en lugar de una ruta de montaña, hacemos una ruta “urbana”: la alternativa es llegar hasta Covadonga, pero por cómodos caminos asfaltados que bordean o se adentran en núcleos urbanos, siguiendo por el mismo trazado de la carretera AS-262, que enlaza Cangas con Covadonga, para acceder a la basílica de la santina por su lado más meridional. Algo más de 10 Km. nos separan desde nuestro punto de partida, de nuevo la estación de autobuses, hasta ganar la explanada de Covadonga.

La lluvia nos acompaña durante casi todo el recorrido, pero, previsores   de esta circunstancia, quienes hemos optado por esta ruta (muy reducida en número con respecto a la del día anterior) vamos pertrechados con prendas para el agua: paraguas, capas impermeables, chubasqueros, etc.

Al frente de la expedición van un experto montañero y un guía de montaña, que asumen la circunstancia de la lluvia como algo habitual por estas tierras y se muestran especialmente vigilantes en lo concerniente a la seguridad de nuestros pasos y el buen desarrollo del camino.

Hacemos una parada en uno de los establecimientos que hay junto a la carretera para tomar un café y desprendernos momentáneamente de nuestras ropas de agua. Repuestas las fuerzas, afrontamos con nuevos bríos los poco más de 3 Km. que nos quedan. Nos libramos del asfalto que hemos soportado durante un buen trecho y cruzamos por una moderna pasarela de madera, para tomar la desviación que nos llevará directamente hasta las inmediaciones de la basílica de Covadonga. Este último tramo es un agradable recorrido sobre una pista ascendente acondicionada, flanqueada de una rica vegetación arbórea, característica del bosque atlántico.

Nos encontramos ya en la explanada de Covadonga. El acto programado que pone fin a la actividad es una misa en la cueva de la santina. Sin embargo, la capacidad del lugar apenas deja sitio para 40-50 personas, y la afluencia de visitantes supera con creces este número, por lo que solamente alguno de los nuestros ha encontrado hueco para asistir a la misa celebrada en el santuario. Nos encontramos no solo en el corazón de los Picos de Europa, sino en el corazón y sentimiento que significa Covadonga para un asturiano. La cueva. La basílica, la gruta, la cascada….., componen un conjunto de sensaciones que, con resabios históricos, belleza natural e ingredientes religiosos, hacen del lugar un sitio de culto, admiración y veneración para quien contempla este singular enclave.

La visita por los alrededores es continua y el tiempo ha mejorado considerablemente. Así que tenemos la ocasión de escudriñar los rincones de lo que representa el alma asturiana. Y, además, nos da tiempo todavía para degustar en estas alturas el famoso y típico “chorizo a la sidra” asturiano.

 

Hemos llenado de imágenes e instantáneas nuestros móviles y cámaras fotográficas desde todos los rincones y perspectivas posibles que ofrece este ambiente. Ya solamente nos queda decidir dónde haremos el almuerzo, antes de regresar a nuestra base de operaciones. Y de ello se encarga Angel que, con la diligencia y eficacia que le caracterizan, nos ha buscado un restaurante unos metros más bajo de la explanada. En la elección del menú, no podía faltar la prueba del más famoso plato asturiano: la fabada. Y durante la comida, un constante intercambio de impresiones, sensaciones y emociones que nos van dejando estas jornadas por tierras astures.

Damos por finalizada nuestra estancia en Covadonga y tomamos el autobús que nos lleva de nuevo a Cangas. Algunos de los nuestros más atrevidos, y en vista de la aparente mejoría del tiempo, han decidido hacer a pié los aproximados 10 Km. hasta Cangas. Vano empeño. Apenas han recorrido un par de Km. la lluvia hace de nuevo acto de presencia. Y ante el cariz de los acontecimientos, se suben el autobús en la parada más próxima que encuentran.

La tarde transcurre en el mismo tono que las anteriores: paseo por las calles de Cangas, fotos, visitas a lugares abiertos, como la desembocadura del Güeña en el Sella y elección del restaurante para la cena, no sin antes tomar un aperitivo en una acogedora cafetería.

Martes, 1 de Mayo.

Tercera y última ruta por tierras asturianas. En esta ocasión cambiamos de registro. La ruta de los Lagos fue la exaltación de la belleza natural y paisajística. En Covadonga vivimos el sentimiento y la devoción que el asturiano profesa a su patrona, unidos al recuerdo de una épica histórica que inició en estas cumbres un caudillo astur. En esta postrera salida vamos a sentir el encanto, la magia y la fascinación por conocer un aspecto que entronca con la mitología asturiana, a través de sus dioses y personajes mágicos que habitan en la profundidad de los bosques, en la altura de las nubes o en el agua cristalina de los ríos y las fuentes, por poner algunos ejemplos.

Se conoce esta ruta como el “Beyu Pen”. Salimos de la estación de autobuses, pero en esta ocasión en nuestros coches particulares para desplazarnos hasta el punto de partida que nos llevará por un bosque encantado. Hemos recorrido unos 10 Km., primero por la carretera que atraviesa el desfiladero de Los Beyos y un último y corto tramo por otra comarcal. Antes de llegar al pueblo de Santillan, dejamos los coches en el parking del área recreativa de Trambesagües.

A unos 100 metros de iniciar el recorrido atravesamos el río Ponga, de donde toma el nombre el Parque Natural en que nos hallamos. Llama la atención en este primer recorrido unas construcciones circulares hechas de piedra y de escasa altura, conocidas como ”cuerres” o corrales de piedra, que servían para almacenar las castañas y protegerlas de los animales. Después de atravesar un puente de madera, entramos en el bosque de castaños y hayedos, que da paso a la entrada al desfiladero del Beyu Pen. El término asturiano “Beyu” tiene su equivalencia en castellano por el de garganta profunda, encañonamiento de un río o desfiladero. Este se nos muestra como un bosque encantado, un territorio de seres míticos, que guarda personajes legendarios. La mano del hombre apenas ha intervenido. En nuestro caminar adivinamos formas siniestras, troncos que fascinan, rocas fantásticas….Se han aprovechado las formaciones de rocas y árboles sin más ayuda que un poco de pintura, obra del artista gijonés Julián Bravo, para destacar sus contornos y perfiles y convertirlos en la visualización de los seres fantásticos que pueblan este universo. Muchas de estas pinturas se han diluido por efecto del agua y las condiciones climáticas, pero aún se pueden vislumbrar las concreciones en rostros o figuras fantásticas que reproducen. Estamos en un bosque húmedo, sombrío, donde el musgo es abundante, cubriendo piedras y rocas igual, lo que confiere al lugar todavía un aspecto más misterioso y encantado. El Regatu, nombre del río que da sonido con sus saltos y su curso rápido por algunos tramos, es el vigilante de este cañón para mantener la humedad que vivifica la flora y la vida animal presente en esta latitud. No puedo por menos de citar algunos de estos personajes mitológicos que nuestros guías aseguran se encuentran entre los troncos, las nubes, las fuentes, etc. de estos parajes: el “Busgosu” es el dios de los montes, que vela por su conservación y mantenimiento. Se le representa con patas y cuernos de carnero; torso, brazos y rostro humanos. Va cubierto de musgo por bosques y cuevas. El “Nuberu”, dios de las nubes; viaja a través de ellas, descargando tormentas y rayos. Representa la fuerza de la naturaleza. El “Trasgu” representa el espíritu infantil. El “Cuélebre”, tiene forma de serpiente alada, y custodia tesoros y personajes encantados. “Les Xanes”, personajes vinculados a las fuentes y manantiales. Representan la juventud y la fecundidad.

Solo son algunos ejemplos de la rica mitología que se esconde bajo el musgo de piedras, corteza, rocas, cuevas, etc. de este bosque encantado.

Con el arrullo del agua, el encanto de las figuras mitológicas que descubrimos o imaginamos en los arboles y rocas, la riqueza florística que exhibe este intenso desfiladero, con presencia abundante no solo de castaños, como hemos señalado, sino de robles, abedules, fresnos o avellanos, vamos acercándonos hasta el pueblo de Pen, teórico punto final de la ruta, pero que alargaremos hasta encontrar otro atractivo un poco más adelante.

Pen es un pequeño municipio que no llega a los treinta habitantes, pero tiene el honor de contar con el hórreo o panera, como aquí se les denomina, más grande de Asturias. Nada menos que catorce “pegollos” o pilares necesita para sustentarlo. Además no le falta el entrañable bar de la pequeña localidad, donde calmamos nuestra sed, mientras saboreamos una reciente tortilla de patata preparada por sus dueños para el grupo que les visita.

Desde aquí nos dirigimos a otro pequeño pueblo del concejo de Amieva por una zona ya más despejada, pero con espectaculares vistas a los picos de Europa. Hacemos un alto del camino para admirar algunas de las crestas de Picos de Europa, como el “Pierzu”, el “macizo de Cornion” o pico occidental de Picos de Europa, La porra de Valdepino, “el Carviá”, La “Llambria”.

Y escasa distancia de nuestro improvisado mirador, avistamos el pequeño pueblo de Cirieño. Este es el atractivo que nuestros guías han querido presentarnos: en este municipio tenemos la ocasión de visitar y conocer cómo se fabrica un reconocido producto típico asturiano: el queso denominación de origen ¨Los Beyos”. La visita a esta pequeña industria doméstica tiene el merecido premio de llevarnos una amplia muestra de este producto para prolongar el buen recuerdo que esta ruta nos deja.

Desde aquí tomamos un estrecho camino boscoso y de pendiente descendente, por tramos incómodo, dada la cantidad de barro acumulada en su trayectoria, hasta alcanzar la carretera comarcal, 1 Km. más abajo donde tenemos aparcados los coches.

Hemos completado la triada de rutas programadas, compartido camino con personas de otras comunidades, conocido caminos, senderos, llenos de leyenda, cultura, historia, disfrutado del paisaje y las gentes asturianas…..Y ya solo nos queda despedirnos de nuestros anfitriones y de los grupos que han seguido esta última ruta con nosotros. Así lo hacemos, con el propósito de volver a esta tierra si tenemos ocasión para disfrutar de los muchos atractivos y encantos que encierra.

No quisiera terminar este modesto relato sin manifestar nuestro agradecimiento a las personas y organizadores que han hecho posible esta hermosa experiencia para que todo discurriera sin incidentes. Menciono a quienes nos han acompañado en las rutas, como las caras visibles de este empeño solidario, consciente de que no son todos los que han contribuido en el feliz desarrollo de este noble ejercicio, que llamamos senderismo:

-JOSÉ A. JAR: guía de montaña, a quien alguno de sus compañeros le calificó cariñosamente como “el rebeco”, por su conocimiento palmo a palmo del terreno que anduvimos; persona de trato afable y siempre atento a facilitar ayuda o asesoramiento a nuestras dudas;

-JUAN RIONDA: presidente de la FEMPA de Asturias, hombre de talante sereno y jovial, cuya sabiduría y conocimiento de la montaña infunden seguridad y confianza;

-ANTONIO ALBA: nuestro primer informante de las rutas que teníamos a la vista. Hombre extravertido y cercano, siempre dispuesto a echar una mano en las necesidades que pudieran presentarse.

-MANOLO TAIBO: jefe de seguridad de la FEMPA. Experimentado montañero, a quien el agua de la lluvia no le impresiona ni le afecta, como tuvimos ocasión de comprobar en nuestro camino a Covadonga. De él aprendimos que el liderazgo en los grupos humanos de montaña es imprescindible para evitar accidentes o situaciones no deseadas.

-LUCIANO ALAS: vocal de senderismo del grupo “Peña Santa”. Recio asturiano que lleva la montaña no solo en el corazón, sino en su forma de vida y en el desarrollo de su actividad ganadera por su tierra.

-JUAN GONZALEZ TRESPANDO: guía-experto por Picos de Europa. Inasequible a los rigores de la lluvia o las malas condiciones climáticas, muestra el sello del montañero curtido y experimentado.

-ESTELA ALONSO: presidenta del grupo “Peña Santa”. Menos visible que los anteriores en nuestras salidas, pero sin duda ha desarrollado una gran actividad en la sombra para que todo saliera a satisfacción de los cientos de personas congregas estos tres días.

 

A todos ¡GRACIAS! Y si alguna vez teneis la ocasión de conocer la montaña soriana, en el grupo “Soria, paso a paso,” encontrareis unos amigos para compartir vuestro empeño.

¡Hasta la vista, amigos!

Agnelo Yubero

4 Comments so far:

  1. IMPRESIONANTE.
    Nuestro paso a paso,a la altura de cualquier circunstancia.
    Llegaremos lejos,amigos.
    Me he perdido mucho,al no hacer este camino con vosotros..
    Gracias por relatarlo,Agnelo.

  2. Disfrutado tu sentido y detallado relato.Habeis caminado por una zona especialmente bonita y con paisajes fascinantes.Se nota en tu relato lo que habéis disfrutado. Me alegro mucho y gracias por hacernos partícipes de vuestra experiencia.

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Posted by: soriapasoapaso on