OTERUELOS: PEÑA DE “EL DURO”, ENTRE PINOS Y ROBLES

 

Soria, 22 Octubre 2022

 

Hay rutas que exigen un largo desplazamiento hasta el punto de partida. Otras, como esta, las tenemos al lado de casa. Apenas 11 Km. nos separan de la pedanía  de Oteruelos. No es la primera vez que visitamos este modesto y bien  cuidado  núcleo adscrito a   Soria, muy remozado y de agradable aspecto  exterior en pavimentación, reconstrucción de viviendas, ornamentación doméstica, etc. Y la ruta que hoy tenemos marcada por estos pagos, con origen en el coqueto barrio capitalino,   tiene su correlato atractivo en el recorrido  circular (como casi todos), que hoy visitamos y que, sin duda, a nuestros sherpas les ha merecido la pena programar.

Hoy  toca madrugar menos. La proximidad hasta nuestro lugar de arranque nos permite retrasar la salida: a las 8,30 h. estamos citados en el sitio de costumbre y puntuales, como siempre, nos encontramos los “andarines” de esta jornada sabática a la hora convenida.

Y antes de las 9,00 ya habíamos puesto pie en tierra en la citada localidad. A estas horas casi nadie se deja ver por sus calles. Como seña habitual de nuestros pueblos, algunos edificios, pocos, ya abandonados, muestran el paso del tiempo y de gentes que aquí moraron. Pero otros muchos ofrecen un magnífico aspecto por su construcción o posteriores mejoras.  Hay vida, y la cercanía de este barrio a su  capital,  le confiere el aspecto de una agrupación vecinal superviviente, aunque muchas de las viviendas primorosamente conservadas no constituyan la residencia habitual de sus propietarios, pero llevan la impronta de un núcleo rural que conserva sus esencias: casas de grandes dimensiones, espacios ajardinados junto a las viviendas,  variedad de elementos de uso ganadero o agrícola que se exhiben por sus rincones, etc. Además, el municipio acoge el taller de un conocido escultor soriano del hierro, donde realiza sus creaciones artísticas con este material.

La novedad de hoy es que no asiste ninguno de nuestros sherpas habituales para dirigir la ruta, así que esta tarea ha recaído sobre Jesús, en calidad de guía responsable. Que, además, se verá secundado en su trabajo por las entusiastas compañeras Emi, Gemma y Ene, que desean poner a punto sus conocimientos sobre el uso de wikiloc y han encontrado la ocasión ideal para hacerlo. ¡Estamos salvados! No llevamos solo un guía…¡ sino cuatro! Amigos Ángel, José Antonio, Ricardo: os ha salido una dura competencia dentro del grupo. ¡Ya podéis esmeraros o perderéis vuestros  privilegios de  guías grupales!

Y en sintonía con el tema musical que acompaña las primeras imágenes del montaje audiovisual que ha preparado Ángel para esta ocasión, hacemos honor a su título, el conocido “Let It Be” de los Beatles, y dejamos como está, con su silencio y sosiego, este núcleo poblacional, mientras atravesamos sus calles, contemplamos  sus espaciosas casas, jardines, su iglesia, espacios recreativos… para acceder enseguida a una cómoda  pista forestal, por la que iniciamos la ruta, sobre un terreno llano y una agradable temperatura otoñal. A nuestra derecha e izquierda, masas de robledales o dehesas donde pasta el ganado. El camino es llano, recto, y con el paisaje que contemplamos nos acompaña la paz que transmite el roble centenario o el más reciente y las llanuras que sirven para pastos de la ganadería que se  cría  por esta latitud .Sobre todo, ganado vacuno y ovino.

Nos dirigimos a la Peña “El duro”.  Recibe este nombre no tanto por la dureza de la roca, sino por otra razón a la que luego aludiré,  muy conocida entre la población más cercana a la capital.

Y en el camino no falta la ocasión para charlar con algún paisano que se encuentra faenando.

“¿Dando un paseo?”-  nos pregunta, cuando ve aparecer un grupo que viste de azul-.

“Sí. Vamos hasta la Peña “El duro”, -le contesto-.

“Tiene Vd. una magnífica nave – alargo la conversación- ¿Para uso ganadero o agrícola?”

“Para la ganadería”, -me informa-

“Y qué ganado atiende” –insisto-

“ Vacuno”.

“¿Cuántas cabezas de ganado tiene?”

“150”,- me responde, sin dar mucha importancia a su riqueza     ganadera-

“¿Y cómo lo están pasando este año?”

“Mal, muy mal”-ahora sí pone más énfasis en su respuesta-

Lo habíamos oído ya en repetidas noticias que hablan de las dificultades que atraviesan los ganaderos por la carestía de los precios de la energía, las materias  primas, etc., pero todavía, me confiesa, no se ha visto obligado a vender ningún ejemplar de sus vacas para hacer frente al incremento de gastos que soporta su explotación.  Bueno….por lo menos nos encontramos con un ganadero que sabe resistir las embestidas de  las (adversas) circunstancias del mercado.

Seguimos por la misma pista que traemos desde el comienzo, en animada conversación sobre cualquier tema que surge al hilo de una ruta tranquila, comentando los aspectos paisajísticos que llaman nuestra atención o la bonanza climatológica que confiere más placidez a nuestro paseo.

Y haciendo camino, dejamos la pista de tierra hasta ahora transitada y, antes de tomar una curva a la derecha,  seguimos en dirección frontal, para adentrarnos en el bosque de pinos y robles que llenan el terreno y enfilar hacia el  objetivo que constituye hoy nuestra deseada visita: la peña de “El duro”.

Apenas trescientos metros recorridos, nos encontramos de frente con la roca que guarda el trabajo artístico de JULIAN PEREZ,  natural de Ocenilla, un modesto y desconocido hombre de la comarca que después de este legado ya no será tan desconocido. Inició los grabados en 1877 (según vemos tallado en la piedra, junto a su nombre), a la edad de 19 años, mientras ejercía las labores  de pastoreo en la majada que había junto a la peña, si bien no los acabó hasta 1921, cuando regresó al pueblo, después de su paso por  la Guardia Civil hasta 1910, donde cesó  al cumplir la edad reglamentaria. Son dibujos labrados a cincel, en una gran roca de arenisca. Esta mide aproximadamente 15 metros de largo por unos tres y medio de alto. Se halla rodeada de praderas de pastos para el ganado, cerca de un pequeño riachuelo. La forman cinco paños verticales, cinco páginas con grafitos de la vida de un humilde pastor, reconvertido en artista que da vida a la piedra.

En el paño central observamos esculpido el reverso a gran tamaño de una moneda de cinco pesetas, conocida popularmente como un “duro” (de ahí el nombre por el que se conoce a esta peña), coronada por el escudo de España, la corona real y las tres flores de lis de la dinastía Borbón que volvieron a aparecer en las monedas tras la restauración. La moneda de curso legal posiblemente se acuñó durante el reinado de Alfonso XII (1874-1885).

En otro paño de la roca podemos distinguir una flor de ocho pétalos, inscrita en un doble círculo. Y a la izquierda de la flor, sobre una planta, se representa el árbol de la vida y un zorro que nos mira.

Aparecen más grabados en otros tantos frentes de la roca sobre simbolismos religiosos o temas morales (incluso su propio autorretrato con la indumentaria de pastorcillo de la época), que hablan de sus sentimientos religiosos, pero sobre todo revelan la capacidad y habilidad de un ignoto personaje para hacer arte en un ambiente natural, en un paraje casi idílico, sin alardes de recursos técnicos, que ha dejado una huella imborrable sobre las pétreas paredes de los montes que le vieron crecer, trabajar y mostrarnos a  un autodidacta  y creativo labrador de la piedra. Julián Pérez murió en 1925, a los 66 años, en Ocenilla.

Tras la consiguiente sesión fotográfica del lugar, reanudamos el camino, mientras echamos una última mirada  a este museo escultórico al aire libre, para  adentrarnos en un espeso  monte de pino joven y roble. No hay caminos que marquen una dirección concreta. Vamos campo a través y los instrumentos de orientación que guían nuestros pasos, los inefables wikiloc (hoy redoblados y cuadriplicados), hacen el resto.

Alguien sugiere que estamos en un terreno propicio para avistar alguna especie micológica de temporada. Pero este no es un buen año para mirar al suelo en busca de ejemplares micológicos, sino para asegurar nuestros pasos por lo irregular del piso y los residuos forestales que entorpecen la marcha. La referencia que tenemos es que saldremos a una pista forestal, que nos llevará de vuelta hasta el punto de partida.

Y la pista  aparece  tras una corta y fácil subida entre el joven pinar que envuelve nuestros pasos. Por el camino, alguna compañera ha localizado una amanita, creemos que muscaria, aunque su aspecto un tanto descolorido, frente al rojo intenso que presentan en su madurez, nos hace dudar de la pertenencia a esta familia de setas. Es el único espécimen que hemos visto en toda el trayecto que llevamos recorrido.

Caminamos por esta marcada senda de usos agrícolas y ganaderos, mientras vamos mirando el reloj para hacer el deseado descanso y la recuperación de energías que nos proporciona el indispensable tentempié  Antes, a requerimiento del hoy sherpa oficial, la foto de rigor del grupo, frente a una de las encinas que bordean este camino forestal. Y pronto encontramos el lugar idóneo para abrir las mochilas: una pequeña explanada  de suelo rocoso, junto a la pista, nos permite un más que apañado acomodo para asentar las posaderas y evitar la humedad del terreno. Y aquí disfrutamos otro de los momentos agradables de la ruta: la consumición de nuestras viandas, el intercambio de algunos delicatesen, los tragos colectivos de la bota de vino…, elementos indispensables de todo buen senderista que se precie de serlo.

A medida que descendemos por esta vía, vamos escuchando a cierta  distancia la batida de caza que se desarrolla al oeste de nuestra marcha. Y pensamos que si  cada disparo que oímos es  una pieza abatida, la jornada cinegética debió resultar muy exitosa. Solo son suposiciones …

Progresamos en nuestro camino y alguna sorpresa nos encontramos  en forma de una curiosa roca de unos cuatro metros de altura, que parece representar, en el perfil que la naturaleza le ha conferido, la cabeza de una rana, representación imaginaria que compartimos unánimemente.

Vamos dejando atrás la masa forestal y ante nuestra vista se nos presentan ahora amplias llanuras de tierras de cultivo de secano. Y, sobre todo, la imagen inconfundible y familiar del Pico Frentes que tenemos en nuestro horizonte, en dirección sur-oeste.

Nos acercamos a Oteruelos. Pero antes, debemos atravesar alguna zona  forestal, que delimita con otras de uso ganadero. Y la separación de unas y otras está diferenciada por la valla que circunda los lindes comunes y las rústicas puertas de entrada o salida para uno u otro lugar. No hay sendas ni circuitos marcados en los troncos de los árboles, solo un buen  sentido de la orientación nos indicará cuál es la dirección a seguir, o, en su defecto, nuestros sherpas y sus wikiloc, nos sacarán de dudas, como así sucede. Nos adentramos en una masa arbórea, donde abunda no solo  el roble, sino otras especies espinosas, entre las que destaca el endrino y la abundancia de este producto en sus ramas, que degustamos generosamente antes de continuar hasta  la  meta.

Y a poco que hemos seguido por esta última extensión de robles y endrinos, ya divisamos algún vehículo aparcado en las proximidades de nuestro pinto final de la ruta.

Y como es casi un ritual de nuestras llegadas, preguntamos a un paisano que circula por las tranquilas calles de esta pedanía, si está abierto el bar o local social con que se dotan las poblaciones menores para alivio y socialización de sus gentes. La respuesta es negativa. “No hay gente ahora para mantenerlo abierto”, nos dice. Así que subimos a los coches, enfilamos a la capital  y hacemos la última parada y apuramos la ´ultima cerveza de la mañana en nuestro habitual lugar de concentración, tanto de partida, como de llegada.

Hemos visitado o recordado (cada uno desde su experiencia personal), un entrañable rincón de nuestra siempre sorprendente geografía soriana, que, en este caso,  añade un plus de encanto cuando no solo es la recreación por la naturaleza lo que motiva nuestra visita, sino la admiración  por el arte espontáneo de un lugareño, que dejó su impronta original en las piedras  de su terruño para satisfacción de los curiosos que quieran valorarlo.

 

Agnelo Yubero

 

One Comment so far:

  1. Estupenda mañana. Lo pasamos muy bien con tanto wikiloc.Nos has detallado el porqué de los dibujos, muy interesante.
    Gracias

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Posted by: soriapasoapaso on